MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Presupuesto: comparar y ponderar la información
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 99 [2004-09-30]
 

La discusión sobre el presupuesto para el sector educativo se extenderá hasta el final de este año y, al parecer, al igual que en otros ámbitos de la vida publica, las modificaciones dependerán de la resonancia que alcancen las inconformidades. Es comprensible la dinámica de intercambios y posiciones en torno al presupuesto; es un asunto central para el desempeño, las necesidades son muy variadas y las disputas son inevitables. Sin embargo, también convendría precisar y ponderar información más amplia.

Está claro que la comparación del nivel de gasto en sí mismo sea de un año al siguiente o entre un periodo y otro, permite saber si creció o disminuyó, tanto en términos nominales como reales (descontando el efecto de la inflación).

Particularmente, cuando se trata de l primer caso, la simple comparación casi siempre permite afirmar que se trata de cifras al alza y que su monto no tiene precedente. Mientras que cuando se refiere de cantidades en términos reales se atempera el optimismo y se obtiene una mejor dimensión.

El asunto es que el gasto del año o periodo anterior no debería ser el único referente. De hecho, desde hace tiempo existe cierto debate acerca de cuál debería ser el criterio dominante para asignar los recursos, si el criterio inercial es el mejor mecanismo de distribución o mas bien debería que implantarse el de base cero o cuál sería la mejor forma para decidir a quién darle más o menos.

El problema es más relevante si se consideran las distintas prioridades de los sectores y la dinámica que genera en la administración pública. Una solicitud de menores recursos garantiza que al año siguiente habrá todavía menos, un subejercicio –sea por incapacidad o imposibilidad práctica- también tendrá sus consecuencias y un acortamiento entre la entrega de recursos y el inminente cierre del calendario fiscal provoca dinámicas perversas en el ejercicio del gasto.

En este sentido, convendría una discusión amplia sobre el papel de los distintos responsables en las formas de asignación y ejercicio del gasto público.

Otro aspecto es la comparación entre las cifras de gasto y otros referentes. Es frecuente que uno se pregunte si el gasto educativo y científico es poco, demasiado o aceptable. Desde luego, la pregunta está en función de la naturaleza y retos de las actividades a las cuales se destina.

Sin duda, tanto en educación como en ciencia y tecnología, los desafíos son enormes, es suficiente señalar que hoy día, pese a los esfuerzos de las décadas anteriores, solamente uno de cada cinco jóvenes que tienen la edad para cursar estudios superiores está en el aula.

Igualmente, basta señalar que nuestro sistema científico es sumamente frágil reducido y concentrado en una cuantas instituciones. No obstante, los retos y necesidades que podrán expresar otros sectores serían asimismo inobjetables.

La comparación internacional nos permite ponderar algunos esfuerzos en la materia. Más allá de resaltar u ocultar si estamos en mejores o peores condiciones –como ha sido el caso con las pruebas internacionales de evaluación de estudiantes-, el contraste con los indicadores mundiales nos muestran cuál es nuestra situación.

La reciente publicación anual del Panorama educativo (Education at a Glance 2004) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) contienen algunos datos importantes que permiten apreciar una dimensión diferente del tema de los recursos y de los esfuerzos que implica.

En nuestra siguiente entrega nos ocuparemos de analizar con mayor detalle la publicación de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico, por ahora solamente resaltemos algunos indicadores que conciernen a lo que nos interesa. Por ejemplo, para el caso de México, las cifras muestran que a pesar de que entre 1995 y 2001 el gasto en educación superior creció 22 por ciento, la matrícula creció en 36 por ciento; un ritmo más veloz que provocó la caída en el gasto por estudiante en diez por ciento en el mismo periodo.

El problema es que, como lo indican las proyecciones de población en el país y como ya lo comentamos en otra oportunidad, el número de jóvenes en edad de asistir a la universidad seguirá creciendo hasta el final de la década y de no atenderse ahora, la oportunidad se habrá ido.

Además, según los indicadores de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico, el gasto anual por estudiante en el nivel superior en México es menos de la mitad del promedio de los países miembros de esa organización (cuatro mil 341 dólares y diez mil 52, respectivamente). Incluso, añade la nota de la OCDE, el gasto por estudiante durante todo el periodo que duran sus estudios, es menor a lo que se gasta en un año en un estudiante de Estados Unidos, Suecia o Suiza.

En cierta medida son comprensibles las diferencias de gasto por estudiante, pues como se ha indicado con anterioridad, son naciones con distintos grados de desarrollo. Pero tal vez lo más relevante es que, los indicadores de la Organización de Comercio y Desarrollo Económico muestran que la mayor parte del gasto educativo en México es gasto de operación y es realmente estrecho el margen para inversión.

En el caso de la educación superior, 95.7 por ciento es gasto corriente y solamente 4.3 por ciento es gasto de inversión (el promedio de la Organización de comercio y Desarrollo Económico es de 11.5 por ciento).

Es difícil que la información técnica sea el criterio decisivo para las decisiones en materia de gasto, sobre todo en un crispado, complejo y complicado escenario de fuerzas política, pero al menos debería ser un componente a considerar.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter