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Conacyt y ANUIES: los recursos financieros
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 91 [2004-08-05]
 

Hace un par de semanas se reunieron los titulares del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Según el boletín que emitió Conacyt (25/04), la reunión fue para establecer una estrategia que les permita conservar sus programas sustantivos y mejorar el apoyo económico a la generación de conocimiento. Sobre todo, dice el boletín, ante la disminución de recursos para la ciencia y tecnología, misma que ha tenido una repercusión en el financiamiento de la educación superior.

Es el primer encuentro de dos de los organismos de gestión más importantes en sus respectivos campos (educación superior y ciencia y tecnología) y es posible que en lo sucesivo estas reuniones se intensifiquen. Lo relevante es que se trata de dos organizaciones de distinta naturaleza pero tal vez con una preocupación similar: los recursos financieros.

ANUIES es una organización no gubernamental, fundada hacer más de medio siglo, que tiene régimen de asociación civil y agrupa a más de un centenar de las instituciones de educación superior más importantes en el país.

A lo largo de su historia ha desempeñado un papel relevante y oscilante en la puesta en marcha de las políticas gubernamentales hacia la educación superior. Basta recordar el importante documento que presentó en el año 2000 a los entonces aspirantes al gobierno de la república (La educación superior ene l siglo XXI. Líneas estratégicas de desarrollo) y el posterior Programa Nacional de Educación para el nivel superior de esta administración.

En los últimos años, conforme el Legislativo se fue afianzando como poder independiente del Ejecutivo federal, la ANUIES ha extendido su capacidad de interlocución a otros ámbitos de decisión.

Por ejemplo, los convenios del año pasado para introducir contenidos éticos en las instituciones de enseñanza superior o el que firmó para profesionalizar a las organizaciones sociales. (Por cierto, hasta ahora públicamente no se conocen los resultados de esas acciones).

Otro caso es el tema del financiamiento que ha sido clave en diferentes encuentros y sigue en negociación el (ya no tan) nuevo esquema para la distribución de recursos.

A este respecto, las reuniones con los diputados han sido cada vez más importantes para orientar el subsidio de las instituciones de educación superior, aunque las negociaciones de diciembre del año anterior parece que fueron tales, a la vista de los resultados con el llamado fondo de equidad. Pero el problema de los recursos no es el único.

En la agenda legislativa siguen anotados el complejo problema de la actualización normativa del sistema de educación superior, la redefinición del concepto de autonomía o el complicado asunto del régimen de pensiones.

En fin, en cualquiera de los casos, la ANUIES es una referente insoslayable para el diseño de las políticas para la educación superior y, a diferencia del pasado, con una capacidad creciente para impulsar o inhibir diferentes iniciativas.

Conacyt, por su parte, es el organismo responsable de las políticas en el campo de la ciencia y la tecnología. Fue creado a comienzo de los años setenta –el decreto de ley es del 29 de diciembre de 1970, pero antes de esa fecha otros organismos cumplían con esa responsabilidad- y paulatinamente se ha encaminado a lograr mayor control de la política científica en el país.

Tal vez el cambio reciente más notable fue su desectorización de la Secretaría de Educación Pública (SEP) el 5 de junio del 2002, lo que significó que, entre otros aspectos, se creara un ramo especial para ciencia en el Presupuesto de Egresos de la federación y que los denominados centros SEP-Conacyt dejaran de serlo y ahora solamente se llamen Centros Públicos Conacyt.

Lo paradójico es que precisamente ahora que Conacyt tiene su propio ramo presupuestal (el ramo 389) y mayor control sobre más dificultades tiene para obtener mayores recursos. Según las cifras del propio organismos (cfr. Conacyt. Programa de trabajo institucional 2004).

En 2003, año en cuando creó el ramo, Conacyt tuvo un presupuesto de 8 mil 671 millones de pesos, lo que representó un incremento, en términos corrientes, de casi mil millones respecto de 2002. Sin embargo, para este año su presupuesto fue de 8 mil 538 millones de pesos.

Es decir, al segundo año de contar con un ramo de gasto propio, su presupuesto disminuye en alrededor de 88 millones de pesos respecto del año pasado y la disminución todavía será un poco mayor si se considera el efecto de la inflación.

En este sentido, el esfuerzo conjunto de ANUIES y Conacyt, en posiciones diferentes y con distintas capacidades, parece un factor clave para incrementar sus respectivos presupuestos del año próximo o, en el peor de los casos, sostener el nivel actual de gasto.

Esta acción es particularmente importante ahora que, por primera vez, el gobierno federal y los legisladores tomaron previsión para discutir con anticipación el paquete económico del año próximo; las negociaciones ya están en marcha y también los encuentros con los diferentes actores.

Los recursos financieros son un asunto importante y parece el principal acicate para los esfuerzos conjuntos de organismos como Conacyt y ANUIES, pero también convendría que estos organismos ampliaran su esfera de colaboración e intentaran otras líneas de actividad conjunta.


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