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Crecimiento económico, pobreza y educación
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 423, pp.13 [2011-07-14]
 

Las escandalosas revelaciones de los días recientes nuevamente han vuelto a poner a la educación en el centro del debate nacional. Para mal, por supuesto. Las declaraciones de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) a los medios, en el sentido de haber negociado con el entonces candidato panista a la Presidencia del país el apoyo político de la organización magisterial a cambio de puestos en el gobierno federal, ha revelado un cinismo atroz.

No lo fue menos la aceptación del propio presidente de la república cuando señaló que la negociación había sido acordada para contar con el apoyo del gremio docente, con el fin de llevar a cabo las reformas a la educación. Al conocer estas declaraciones, uno se pregunta, ¿cómo es posible que el sistema educativo pueda mejorarse estando en manos de políticos sin escrúpulos que se venden al mejor postor?

La debacle de nuestra educación es un motivo, sobra decirlo, muy preocupante. Más ahora cuando se reitera la importancia de contar con un sistema educativo de alta calidad para alcanzar un mayor desarrollo económico, que redunde en mejores niveles de bienestar para la población.

Para empeorar este panorama, el bajo nivel educativo mostrado por nuestro país se ha visto acompañado de un pobre desempeño de la economía en los años recientes. Ha sido ampliamente señalado por diversos economistas que el escaso crecimiento económico nacional en la década pasada ha tenido lugar, de manera paradójica, cuando el precio de las materias primas —entre ellas el petróleo— ha tenido un aumento sin precedente.

A diferencia de otras economías latinoamericanas que han mostrado un alto crecimiento y una reducción significativa de la pobreza, la mexicana ha quedado a la zaga en estos dos indicadores del desarrollo.

Durante el Décimo Encuentro Santander América Latina celebrado en esa ciudad española (La Jornada, 06/07/11, pp. 29-30), un funcionario del Departamento del Continente Americano del Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntó que la tasa de crecimiento de la economía mexicana en los años recientes ha sido tan baja que no aporta para avanzar en la reducción de la pobreza y mejorar la distribución del ingreso.

El funcionario subrayó que una tasa de crecimiento económico de 3 por ciento (como la que ha tenido México en promedio en los años recientes) es demasiado baja para que la población cuente con posibilidades reales de mejorar su nivel de vida.

El rezago económico de nuestro país ocurre cuando las naciones en desarrollo están inmersas en una dinámica sostenida de alto crecimiento económico.

En este orden de cosas, otro especialista observa que en América Latina se distinguen actualmente dos grupos de naciones cuyo crecimiento económico se desplaza a distintas velocidades: México y los países de América Central y el Caribe, que se caracterizan por las bajas tasas de crecimiento de sus economías, alto desempleo y dificultades para reducir la pobreza; y Brasil y las naciones del Cono Sur, donde las tasas de crecimiento son vigorosas, el desempleo es bajo y disminuye la pobreza.

La diferencia, a juicio de ese experto, no radica sólo en las materias primas, pues, como se apuntó líneas arriba, México se mantiene rezagado en su crecimiento aun con ser el quinto mayor exportador de petróleo del mundo, en un momento de altos precios del crudo. La razón, según él, hay que buscarla en la diversificación de las relaciones comerciales, especialmente con las naciones asiáticas.

Al respecto, es evidente la dependencia del sector productivo mexicano con las exportaciones hacia Estados Unidos. Dado que la economía de ese país presentará un crecimiento muy débil en los próximos años, ello no va a representar una fuente de mayor demanda para los productos mexicanos.

Se antojaría decir que se estaría cumpliendo así, una vez más, aquella frase atribuida a Porfirio Díaz: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

Sin embargo, no todo está perdido, pues algunos analistas recomiendan que México debería esforzarse por diversificar su comercio y las empresas nacionales busquen mercados adicionales al norteamericano.

Las empresas mexicanas tienen una gran oportunidad de crecimiento en América del Sur, en Asia y en Europa. Aun cuando no sea posible abandonar el mercado estadunidense, precisan voltear a otras regiones del mundo. Además, la sociedad mexicana también debe esforzarse por mejorar la educación, modernizar la infraestructura, las telecomunicaciones y el sector energético.

Como puede verse en este panorama que ofrecen los puntos de vista anotados y lo han demostrado algunos países, la contribución de la educación al desarrollo económico puede ser fundamental.

Una fuerza laboral más educada puede mejorar su productividad de manera significativa. Un pueblo con mayor y mejor educación es capaz de ampliar sus horizontes y exigir sus derechos de modo más efectivo. Pero ello sólo será posible si existen recursos suficientes y las políticas adecuadas para que el sistema educativo se desarrolle de forma plena. Los ciudadanos y todos los interesados en renovar la educación debemos exigir que esto sea así.


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