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Los estudios de posgrado y el Cinvestav
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 84 [2004-06-10]
 

El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) publicó la semana pasada, en diferentes medios, una felicitación a todos sus graduados del ciclo escolar 2003-2004 y enlistó los casi quinientos nombres de sus posgraduados (319 maestros y 151 doctores). Las cifras pueden ser motivo de satisfacción, pero también ilustran la precaria situación de este nivel educativo.

El Cinvestav es una institución pública –un “organismo público descentralizado” señala su decreto de creación-, fundada hace más cuatro décadas y dedicada a la investigación en diferentes áreas del conocimiento y a la formación de investigadores a nivel de posgrado.

Actualmente cuenta con 557 investigadores, medio centenar de programas de posgrado y poco más de mil 500 alumnos, una treintena de departamentos especializados y unidades en seis entidades (Distrito Federal, Irapuato, Guadalajara, Querétaro, Mérida y Saltillo).

Las estadísticas de ANUIS muestran que el mayor crecimiento de la matrícula en el Cinvestav ha sido la última década. En 1990 tenía inscritos a 603 alumnos; cifra que representaba uno por ciento del total de alumnos de posgrado en el país y dos por ciento de los inscritos en ese nivel en instituciones públicas. La mayoría de sus estudiantes estaban en el Distrito Federal (83 por ciento) y también la mayor parte en maestría (77 por ciento). Sus programas de doctorado se impartían fundamentalmente en la ciudad capital (solamente tenía un doctorado en su unidad de Mérida) y sus egresados sumaron poco más de un centenar en ese año. Para 2002, la matrícula sumaba mil 570, dividida casi en partes proporcionales en maestría y doctorado (con programas para este nivel en todas sus unidades), 72 por ciento estaba inscrito en el Distrito Federal y sus graduados sumaron 239.

Es decir, la matrícula casi se triplicó, los estudiantes de doctorado se incrementaron en mayor proporción, pero la matrícula se siguió concentrando en el Distrito Federal.

Veamos ahora las cifras del posgrado en general. En 1990 estaban inscritos, en cifras redondas, 44 mil estudiantes (78 por ciento en instituciones públicas y 22 por ciento en privadas), mientras que la matrícula total en educación superior era de un millón 206 mil.

Es decir, los estudiantes de posgrado apenas representaban el cuatro por ciento. Del total de alumnos de posgrado, 61 por ciento cursaba la maestría, 36 por ciento una especialidad y solamente el tres por ciento un doctorado. Casi la mitad de la matrícula estaba concentrada en el DF y la proporción se elevaba a 82 por ciento si solamente se consideran los estudios de doctorado. Además, en cuatro entidades federativas se concentraba (Distrito Federal, Jalisco, el Estado de México y Nuevo León) 72 por ciento de la matrícula total.

Para el ciclo escolar 2003-2004, las cifras estimadas del posgrado alcanzan una matrícula de 148 mil alumnos –casi se triplicó respecto a 1990. Esta cifra representa 7 por ciento del total de alumnos inscritos en educación superior y una proporción sumamente reducida si consideramos la matrícula total del sistema educativo (0.5 por ciento). Del total de alumnos de posgrado, 60 por ciento lo cursa en instituciones públicas y 40 por ciento en privadas. Cabe notar que la participación relativa de las instituciones privadas casi se duplicó respecto a la proporción que representaban en 1990.

En cuanto a los niveles: 71 por ciento cursa estudios de maestría, 22 por ciento una especialidad y siete por ciento un doctorado (11mil 200 estudiantes); respecto al periodo anterior, se incrementa la proporción de la matrícula en maestría y doctorado y disminuye la de especialidades.

El DF sigue conservando, en términos absolutos, una cantidad importante de la matrícula (poco menos de un tercio del total), pero disminuye su participación relativa. Igualmente, la Ciudad de México, junto con las tres entidades ya mencionadas, concentran 68 por ciento de la matrícula total (cuatro puntos porcentuales menos que en 1990).

Si comparamos las cifras de 1990 y las del ciclo escolar más reciente, observamos que en realidad la matrícula del posgrado sigue siendo muy reducida y todavía más preocupante si solamente consideramos los estudios de doctorado. Aunque la matrícula ya no se concentra exclusivamente en el Distrito Federal, esta entidad, junto con otras tres, sigue desempeñando el papel más importante para este nivel educativo.

No parece haber duda de que se requiere un mayor impulso a los estudios de posgrado. Pero, al mismo tiempo, está el reto de regular su oferta y garantizar su calidad. La situación no parece fácil de resolver.

La semana anterior, en estas mismas páginas Roberto Rodríguez señalaba las dificultades para alcanzar las metas de cobertura para este nivel en el 2006.

Además, la reciente creación del Padrón Nacional de Programas de Posgrado, según muestran las primeras cifras disponibles, tendrá un efecto similar al Padrón de Posgrados de Excelencia (una iniciativa de 1991): un porcentaje similar de exclusión (88 por ciento del total), fortalecimiento a los programas más consolidados y dificultades para modificar las tendencias estructurales del posgrado. ¿Continuamos las tendencias?


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