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México en la mira de las universidades transnacionales
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 82 [2004-05-27]
 

Hace más de un año comentamos aquí la compra parcial de la Universidad del Valle de México (UVM) por Sylvan International Systems Inc., actualmente Laureate Inc. Decíamos entonces que la inversión del consorcio, unos 50 millones de dólares, representaba la adquisición del 80 por ciento de la propiedad. Lo más llamativo es que la operación debió ser aprobada por la Comisión de Inversiones Extranjeras porque así lo establece la norma en casos de inversiones educativas superiores al 49 por ciento de participación local (Ley de Inversión Extranjera, artículo 8).

A partir de la presencia de Sylvan la UVM ha crecido notablemente. Entre 2001 y 2004 se fundaron las sedes de Aguascalientes, Puebla, Toluca y Guadalajara y próximamente se inaugurará el campus Saltillo. Además, la matrícula habría pasado de aproximadamente 35 mil estudiantes en 2000 a cerca de 45 mil a finales de 2004. Según Sylvan, la UVM puede lograr ventas (colegiaturas y otros servicios) entre 160 y 175 millones de dólares este año, lo que equivale a una tercera parte de las ventas totales de la red universitaria del consorcio. No es poco, en realidad la UVM es el principal negocio de Sylvan, seguido de las universidades adquiridas en Chile. Más cuando se prepara la liquidación de los intereses de la empresa en los institutos Wall Street.

Por cierto, a principios del año se anunció la suspensión de las operaciones de Sylvan en la India. En 2002 se había inaugurado el South Asia International Institute, en Hyderbard, de propiedad exclusiva del grupo, pero ante las regulaciones del nuevo gobierno, se optó por detener el proyecto. En tales condiciones, seguir apostando a la expansión de las instituciones latinoamericanas parece lo más lógico. Parece, porque tanto en Chile como en México están apareciendo competidores de un peso equivalente al de Sylvan, principalmente el grupo Apollo.

En efecto, uno de los principales jugadores en el circuito de la educación superior transnacional es Apollo, cuya institución emblemática, la Universidad de Phoenix (UOP), combina la modalidad de enseñanza tradicional y la formación a distancia por medios audiovisuales. Varios de sus programas están legalmente acreditados y cuenta con una matrícula superior a 160 mil estudiantes. Se le reconoce como la mayor y más influyente institución del segmento de universidades privadas con fines lucrativos en EU y quizás en todo el mundo, aunque Sylvan le lleva ventaja en el terreno internacional.

Para ampliar mercado, el grupo buscó primero la instalación de sedes en otros países, así como la venta de “paquetes” educativos en temas de administración y tecnología. En México, por ejemplo, la CETYS Universidad (Baja California), ofrece diplomados diseñados por Apollo. Pero a mediados de los noventa ocurrió una importante reorganización: por un lado, ingresó al mercado accionario Nasdaq, y por otro se convino su fragmentación en varias compañías independientes. Una de ellas, la Apollo International Inc. (AI) fundada en 1999, se propone la compra o inversión en universidades de países que aceptan la presencia de capital foráneo en educación superior privada... como México.

Al principio, AI recibió las inversiones internacionales del Apollo Group Inc. el campus Nueva Delhi de la Western University, convertido en Modi Apollo International Institute, y el campus Rótterdam de la UOP. En el 2000 se designó a Jorge Klor de Alva presidente de la nueva compañía. Elección muy acertada porque, además de reconocida talla académica, el doctor De Alva es mexicano, educado en EU y casado con brasileña, asimismo dirigió la UOP en su periodo de mayor expansión.

En 2001 AI negoció una join-venture –la Pitágoras Apollo International Ltda.- en sociedad con el Grupo Pitágoras de Minas Gerais (Brasil), también dedicado a la provisión de servicios educativos. La alianza brasileña comenzó con la “Facultad Pitágoras”, que en la actualidad tiene unos 1,300 estudiantes, aunque proyecta alcanzar los 100 mil, en 50 campus, en el 2010. Aparte se negocia con empresas de Chile, China y México.

En nuestro país Apollo va en serio. El año pasado se estableció la compañía Grupo Educativo Apollo Internacional (GEAI), con la presidencia del ingeniero Manuel Campuzano Treviño. De nuevo, una elección clave. El ingeniero Campuzano fue rector de la Universidad Tecnológica de México (UNITEC) de 1994 a 2002, y presidente de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES) a finales de los noventa, posición en que desempeñó un papel de primer orden en la negociación del Acuerdo 243 de la SEP, reformando a favor de las instituciones privadas el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE). Fue también presidente del Consejo de Administración de la Sociedad de Fomento a la Educación Superior (SOFES), creada con fondos del Banco Mundial avalados por el gobierno, para financiar créditos a estudiantes de universidades particulares.

Probablemente el interés de Apollo International Inc. sea la adquisición parcial de la UNITEC. La asociación con esa universidad, que cuenta con una matrícula superior a 35 mil estudiantes de licenciatura, implicaría que la segunda y tercera universidad privada de México –después del sistema ITESM- habrían incorporado inversión extranjera directa, así como adaptaciones y reglas propias de los modelos educativos y de organización de los grupos transnacionales ¿O me equivoco?


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