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La agenda de la OCDE
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 66 [2004-01-29]
 

La representación de México ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE) ha estado muy presente en los medios nacionales desde hace ya un par de semanas. El motivo principal ha sido el manejo de esa embajada y la posterior auditoría que se le practicó. Pero existen otros motivos, tal vez de mayor trascendencia, por los cuales nos tendríamos que ocupar de la participación de nuestro país en esa organización.

Hoy se inicia en París la reunión de ministros de ciencia y tecnología de los países miembros de la OCDE. México como país integrante de esta organización también estará presente y, de hecho, junto con los ministros de ciencia de Australia, Francia y España, preside la reunión.

El propósito del encuentro, denominado “Políticas en materia de ciencia y tecnología para el siglo XII”, será discutir las iniciativas que podrían contribuir a una mejor relación entre la investigación pública y privada, así como la cooperación internacional en esta materia y el papel de la ciencia y la tecnología (CyT) frente a los retos globales que actualmente se le plantean.

Sin duda es una reunión importante. No solamente porque los 30 países miembros de la OCDE concentran los sistemas científicos más desarrollados y encabezan las tendencias de política, sino que también por la capacidad que tiene la organización para que sus acuerdos se pongan en marcha al interior de los países.

La OCDE fue constituida en los años sesenta por una veintena de las naciones más industrializadas y su principal finalidad, como su nombre lo indica, es la expansión económica de los países miembros. Pero no se circunscribe a los temas de comercio, también se ocupa de áreas como la educación, la salud, la ciencia y la innovación, todas ellas vinculadas al desarrollo.

Lo más relevante es que impulsa convenios internacionales, lo mismo que iniciativas y recomendaciones, para establecer reglas de juego en los acuerdos multilaterales.

México ingresó a la OCDE en mayor de 1994, antes que Corea y varios países de Europa Central y del Este, y también antes delos “errores” de diciembre de ese mismo año. Sin embargo, las comparaciones con los países integrantes de la organización no son favorables a México. Los diferentes indicadores de bienestar social y las cifras de desempeño económico muestran que está en una posición muy distante del nivel de la mayoría de países miembros. Lo mismo ocurre con los diagnósticos de los sistemas educativo y científico o los estudios comparativos en los que ha participado México (vgr. el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes), cuyos resultados, se dice, son los esperables por el nivel de desarrollo económico del país.

Las estadísticas más recientes de los sistemas recientes de ciencia y tecnología de los países miembros de la OCDE, muestran que México efectivamente ocupa las últimas posiciones. En cuanto al nivel de gasto para investigación y desarrollo experimental, como porcentaje del PIB, está en último lugar y también en lo que corresponde al financiamiento de la industria para esa actividad (solamente equiparable con Grecia). Respecto a la formación de recursos humanos (población entre los 15 y 64 años con instrucción superior), tiene un porcentaje menor a 10 por ciento y solamente supera a Turquía y Portugal. También ocupa la última posición en cuanto al número de personas empleadas en actividades de investigación y desarrollo o en el número de investigadores respecto de la población total.

Es el mismo caso en cuanto al porcentaje de graduados universitarios que participan en la fuerza laboral (poco más de 40 por ciento) y el porcentaje de personas empleadas con instrucción superior (7.8 por ciento); las últimas posiciones de todos los países miembros de la OCDE.

Precisamente porque diferentes indicadores muestran las debilidades del sistema de CyT en el país, México tendría que aprovechar de mejor forma su participación en la OCDE y en las diferentes reuniones internacionales. Quizá no para tomar un modelo de referencia sino para ampliar sus lazos de cooperación, aprovechar el impulso de los sistemas más consolidados, incorporar a la discusión los problemas más acuciantes en el plano nacional y definir claramente una política nacional en la materia.

En la reunión de ministros de CyT de la OCDE se tiene prevista la discusión de tres temas clave. Uno sobre las posibles reformas para mejorar la contribución de la ciencia y la tecnología al desarrollo sustentable y a una interacción más eficiente entre el sistema público de investigación y el sector industrial. Un segundo se refiere al desarrollo y movilidad de los recursos humanos en ciencia y tecnología, particularmente por el problema que presenta la competencia por el talento y el desinterés de los jóvenes en estudiar ciencias, ingeniería y matemáticas.

El último se refiere, precisamente, a la cooperación internacional en materia de ciencia y tecnología, en especial al acceso a datos de investigación de financiamiento público, la cooperación para el desarrollo sustentable y el intercambio en áreas específicas (como la física de alta energía y la neuroinformática).

Al final de la reunión, los ministros tienen prevista la firma de una declaración a este respecto. Como se puede apreciar, la reunión y los frutos de la misma podrían ser relevantes para la política de CyT de los países miembros de la OCDE. Esperemos el desenlace de la misma y sobre todo qué repercusiones tendrá, si es que las hay, para la política científica de nuestro país.


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