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El gasto científico y las responsabilidades
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 65 [2004-01-22]
 

En diciembre del año anterior quedó aprobado el gasto para Ciencia y Tecnología (CyT) que se ejercerá este año: 26 mil 833 millones de pesos en cifras redondas. El gobierno federal envía anualmente su propuesta de gasto público al Congreso y los diputados dictaminan y aprueban. La autorización del gasto solamente requiere la intervención de la Cámara de Diputados, a diferencia de los ingresos que son dictaminados tanto por diputados como por senadores. Como el año anterior, los diputados incrementaron ligeramente el gasto para ciencia. Además de lo que significa ese magro aumento, convendría reparar en los diferentes ámbitos de competencia y responsabilidad que se aprecian en esta situación.

El gobierno federal envió su propuesta de gasto a los diputados en noviembre del año pasado y, efectivamente, consideraba menos recursos para Conacyt. De hecho, el mismo director del organismo, unos días antes de que se hiciera pública la propuesta, adelantó que se esperaba una disminución del orden de los mil millones de pesos y ello, dijo, obligaría a replantear las metas en materia de ciencia (La jornada, 28/10/03). Después de que se difundió en los medios que el recorte sería de mil millones, las protestas no se hicieron esperar; en buena medida, también contribuyó el anuncio de que se desincorporaban media docena de entidades educativas. La disminución no era de la magnitud que se presumía y las instituciones no fueron desincorporadas.

Si compramos el gasto que se autorizó a Conacyt para el año anterior y el que se proponía para éste, la reducción en realidad era de 565 millones de pesos, casi la mitad de lo que se decía. Pero, además, si consideramos el gasto total para CyT (26 mil 498 millones) resulta que se incrementaba en 16 por ciento (4 mil 190 millones de pesos más respecto del año anterior, en término corrientes). Esta diferencia no aparecía en la exposición de motivos que acompañó al proyecto del gobierno federal, pero sí el cuadro comparativo en donde se advertía la reducción a Conacyt. Tal parece que la propuesta gubernamental se empeñó en destacar la escasez de recursos y un probable recorte en esta materia. Quizá, en la perspectiva del gobierno federal, convenía apuntalar la necesidad de la reforma fiscal –en noviembre todavía no se registraba su naufragio- pero el asunto es si eso tuvo algún efecto en el diseño del presupuesto para CyT.

Especialmente si se considera que la disminución real o supuesta de recursos fue para Conacyt, el organismo rector de la política científica que fue desectorizado apenas el año anterior y se le otorgó un ramo de gasto independiente (el Ramo 38) con el fin de otorgarle una mayor capacidad directiva. Dirigir los recursos a la ciencia por vías alternas o paralelas parecería contradictorio.

Por otro lado, los diputados incrementaron 315 millones de pesos al gasto original para CyT. El dictamen de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública no expresa ni detalla las razones de esta cifra; tampoco las argumentaciones de los diputados el día de la sesión. No obstante, en los anexos del decreto de presupuesto de egresos se indica que en el Ramo 38 se aplicaron 200 millones a desarrollo tecnológico y 135 millones a un “Programa para el Desarrollo de Software de Empleo (Prosoft)”. Desafortunadamente, no se explica nada más. Así, según el decreto del Presupuesto de Egresos, el gasto para CyT será de 26 mil 833 millones de pesos, de los cuales a Conacyt le corresponderán 7 mil 706 millones y la parte restante serán erogaciones para ciencia de otras dependencias o entidades de la administración pública (Presupuesto de Egresos de la Federación, DOF 31/12/13).

Pero el decreto del presupuesto de egresos también contiene un artículo transitorio importante. En este se indica que se “instruye” a la Secretaría de Hacienda “a realizar antes del 31 de mayo, las adecuaciones necesarias para dar al Conacyt tratamiento de ramo presupuestal, como entidad no sectorizada, y plasmar las modificaciones en el Manual de Normas Presupuestarias…” (artículo vigésimo segundo). La propuesta fue realizada por el diputado del PRI Víctor Manuel Alcerreca, secretario de la comisión de CyT de la Cámara de Diputados, quien argumentó que Hacienda seguía sin cumplir una instrucción desde hace 18 meses. La norma a la cual se refirió el diputado Alcerreca son dos artículos transitorios de la Ley de Ciencia y Tecnología y de la nueva Ley Orgánica de Conacyt –ambas emitidas el 5 de junio de 2002-, donde se indica que Hacienda debe emitir la reglamentación correspondiente con el fin de “identificar y dar seguimiento al presupuesto integral de la Administración Pública Federal en investigación científica y desarrollo tecnológico” (DOF, 05/06/3: 194 y 202).

El asunto es importante porque, al igual que en otras áreas de la administración pública federal, técnicamente es muy complicado establecer con claridad la distribución de recursos y más difícil la forma como se combina su aplicación con otros sectores de la administración. El problema también es compartido por los legisladores, pues en el dictamen del presupuesto de egresos advierten los continuos cambios en la clasificación del gasto y se permiten “recomendar al Ejecutivo mantener en el tiempo la metodología que elija, a fin de homologar el análisis y tomar decisiones con base en información uniforme” (Gaceta Parlamentaria, año VII. 2003, gaceta.diputados.gob.mx).

En suma, sin duda, convendría destinar mayores recursos al fomento de la ciencia y tecnología en el país, pero también es importante que se determine con claridad los ámbitos de competencia de los diferentes sectores involucrados. La ambigüedad y la superposición de atribuciones de las dependencias gubernamentales seguramente no es el mejor camino; tampoco la renuencia a asumir el papel correspondiente. Los legisladores, por su parte, tienen una responsabilidad cada vez mayor en la autorización de los recursos públicos y, sin embargo, parecen pocos dispuestos a modificar sus prácticas. Las negociaciones apresuradas entre fracciones, los cálculos de último momento y los intercambios, parece que se repetirán incesantemente. Esperemos que poco a poco se identifiquen y asuman las responsabilidades correspondientes.


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