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SNI: un año después
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 413 [2011-05-05]
 

En mayo de 2010 se realizó el primer congreso de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Una actividad que despertó interés entre los propios integrantes y atrajo la atención de las autoridades del sector. Hoy, sin embargo, salvo la continuidad del mismo sistema, no está claro hacia dónde debe encaminarse o si puede o no transformarse.

El congreso realizado, se dijo en su oportunidad, era una actividad necesaria para valorar las condiciones del sistema y de la ciencia en México. Los objetivos que se plantearon buscaban precisar los problemas asociados al programa y las posibles alternativas a seguir. La idea era, expresaron los organizadores, debatir con fundamentos sus dificultades, su papel en la vida científica del país y sus opciones como programa. El tema general fue “El SNI ante las necesidades del siglo XXI en México”.

Según destacaron los propios responsables del congreso, sus expectativas fueron superadas, dado que a pesar de cierta premura en la convocatoria, se inscribieron alrededor de 300 ponencias y se registraron más de 700 asistentes. Los debates y las posiciones en el congreso tuvieron amplia resonancia en el encuentro y en los medios.

Quizá nadie puso en duda la relevancia del SNI al instaurarse a mediados de los años ochenta, ni tampoco su influencia en el sistema científico en el país. Sin embargo, las discrepancias fueron manifiestas al abordarse el esquema organizativo de ingreso y permanencia en el sistema, los sesgos en sus formas de evaluación, la escasa movilidad entre sus diferentes niveles, la centralización regional e institucional de sus integrantes, el peso de los incentivos en el salario de los académicos o su papel en la renovación del personal científico, entre muchos otros temas.

En general, pareció haber cierto acuerdo en conservar el SNI como programa, pero también un imperativo para ajustarlo a nuevos requerimientos, modificar algunos de sus componentes básicos y dirigir de mejor manera su papel en el conjunto del sistema científico y tecnológico.

Entonces, parecía que la reforma del SNI era inminente y que se podrían zanjar los desacuerdos acerca de la profundidad de los cambios, los componentes a incluir y, principalmente, la dirección en la cual avanzaría el programa. Pero no, transcurrieron las semanas y los meses. Nada ocurrió.

En septiembre de 2010, en el cuarto informe de gobierno de la actual administración, se precisó: “a 25 años de su creación, el SNI se encuentra en un proceso de reflexión sobre su papel dentro de la sociedad” (p. 213). De todas formas, el sistema continuó su operación y expansión.

El mismo informe destacó que en el año 2010 el total de miembros sumaban 16 mil 600, alrededor de mil investigadores más respecto del año previo. Recuérdese que en 1984, al iniciar funciones, solamente contaba con un total de mil 396 miembros.

El actual SNI conserva su principio básico de evaluación del rendimiento individual y de pago por mérito, eso no ha variado. No obstante, difiere en funcionamiento y organización del que se puso en marcha en 1984.

No solamente creció el número de integrantes y de recursos presupuestales (actualmente tiene un gasto de poco más de 2 mil 400 millones de pesos, lo que representa alrededor de 16 por ciento del presupuesto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt), también se ampliaron sus áreas de conocimiento, al igual que sus comisiones dictaminadoras con un masivo sistema de revisión por pares, afinó sus criterios de evaluación, modificó sus criterios de ponderación, se abrió al sector particular y a los tecnólogos, incluyó el recurso de revisión y a los investigadores mexicanos en el exterior, entre otras modificaciones.

En la actualidad, el sistema está ante la encrucijada de transformarse más amplia y profundamente o continuar hasta alcanzar el inevitable punto de inflexión. No podrá estirarse para cubrir al total de investigadores en el país ni los incentivos podrán crecer de manera indefinida (sería lo mismo que intentar un mapa del tamaño del imperio, como decía Jorge Luis Borges).

Además, estimado lector, seguramente recordarás que hace un par de meses el SNI recibió un dictamen negativo de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) porque, en opinión del órgano fiscalizador, el sistema no ha cumplido con sus objetivos básicos e incluye elementos adicionales a los que se especificaron en su decreto de creación. Se trató, netamente, de una evaluación de la gestión del programa y factores administrativos, pero refleja las circunstancias como opera el sistema.

Los ajustes incrementales al programa no han sido ni serán suficientes. Lo complicado del caso es que en un cuarto de siglo ha construido un complicado tablero de equilibrios entre el financiamiento y los sistemas de educación superior y científico-tecnológico, por lo que un cambio o supresión del programa inevitablemente alterará el funcionamiento del conjunto. Tal vez en un siguiente congreso se podrá dar otra paso más.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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