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Lecciones de las TIC
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 412 [2011-04-28]
 

En el año 2000, cuando se abría el horizonte del nuevo siglo y las transiciones en México todavía eran una promesa, parecía probable mejorar el sistema educativo. En ese entonces, el gobierno mexicano depósito en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) las esperanzas para impulsar los servicios públicos —el educativo incluido— y el bienestar de la población. Hoy, una década después, a las TIC ya no se les llama “nuevas” (antes se decía NTIC), pero en el ámbito educativo, tras ensayos costosos e inútiles, todavía no sabemos bien a bien qué hacer o cómo utilizar las TIC en los salones de clase. Tal vez, como sugiere un estudio del BID que se publicará próximamente, convendría no descuidar lo esencial: el papel del maestro.

La idea de llevar las TIC a los salones de clase, a gran escala, comenzó en la administración anterior. Por medio de Enciclomedia, un programa que arrancó en 2004, se buscó equipar a 20 mil aulas de quinto y sexto grados de primaria con una computadora, un proyector y un pizarrón interactivo. El contenido digitalizado de los libros de texto de esos grados era proyectado en pantalla y los niños podían revisar y/o enlazar el contenido con información más amplia (fotos, películas, visitas virtuales, etcétera). La idea subyacente era que tal experiencia generaría un aprendizaje más constructivo en los niños.

Las autoridades educativas, hacia el final del sexenio anterior, consideraron que Enciclomedia era el programa ideal y sin mayor debate dispusieron su expansión a todas las aulas de quinto y sexto grados de primaria del país y a la educación secundaria. Miles de aulas, cientos de miles de equipos y miles de millones de pesos involucrados.

Sin embargo, a la par del crecimiento de la iniciativa comenzaron a aflorar los problemas: la distribución del equipo, los proveedores beneficiados, la capacitación para manejar el programa, los procesos de licitación, el mantenimiento del equipo, la licencia del uso de software y, sobre todo, el impacto del programa en el aprendizaje de los niños.

Los cuestionamientos a Enciclomedia fueron en aumento. No obstante, el programa continuó su operación, dada la firma de contratos multianuales que comprometieron recursos y extendieron su vigencia hasta el actual sexenio. En 2008, con ciertas vacilaciones para determinar qué hacer con todo el equipo de Enciclomedia que está en las aulas y qué camino seguir para llevar las TIC a los salones de clase, las autoridades educativas anunciaron que habría una transición hacia un nuevo programa: Habilidades Digitales para Todos (HDT).

El nuevo programa, con ciertas ambigüedades sobre el modelo a seguir, también se propone contribuir a mejorar el aprendizaje de los estudiantes de educación básica mediante la utilización de las TIC en los salones de clase.

Según el tercer informe de gobierno, en el ciclo escolar 2008-2009 inició una fase experimental del Proyecto Aula Telemática (salones de uso exclusivo con computadoras o salones de clase equipados con computadoras) en una muestra de 200 escuelas secundarias, también se capacitó a mil 400 docentes y se distribuyeron 779 millones de pesos “para apoyar el desarrollo de los 32 Programas Estatales de Habilidades Digitales para Todos” (p. 476).

En el más reciente informe de gobierno, el de septiembre del año pasado, se advierte que se entregaron 345 millones de pesos a las entidades federativas para integrar HDT, equipar y conectar mil 325 aulas de secundarias generales —las cuales se sumarán a las 2 mil 775 ya existentes— y tienen previsto capacitar y certificar en el uso didáctico de las TIC a poco más de medio millón de profesores de educación básica entre este y el siguiente año (p. 455).

Es decir, el actual programa escala en sus dimensiones y nuevamente están involucrados cientos de miles de equipos y miles de millones de pesos. La experiencia con Enciclomedia, aparte de la necesaria transparencia en los procesos de licitación, debiera ser suficiente para mostrarnos que equipar aulas o alumnos no garantiza una mejora en el aprendizaje si no se acompaña de otros elementos. De hecho, sigue siendo materia de debate el efecto de las TIC en el ámbito de la educación.

El próximo mes, el BID publicará un estudio (Development connections. Unveiling the impact of new information technologies) en el cual presenta los resultados del empleo de las TIC en seis diferentes áreas sociales en América Latina y el Caribe, entre ellas la educación. Uno de sus principales hallazgos es que del total de proyectos educativos valorados, una proporción relativamente pequeña (14 por ciento) realmente se ha beneficiado del uso de las TIC. Y una de sus principales conclusiones es que habrá resultados escasos si no se atiende la capacitación de los profesores y el uso del software. Parece obvio: los dispositivos tecnológicos por sí mismos son insuficientes para mejorar la calidad educativa. ¿Es tan difícil de entender?


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