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En la ruta de la sucesión. Política y educación democrática
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 121 [2005-03-17]
 

La elección presidencial de 2006 es extraordinariamente importante porque México estará en un punto de inflexión en su historia: cambiamos la forma de dirigir el rumbo del país o no tendremos futuro en el largo plazo. Por eso, los partidos políticos no pueden hacer como que no oyen, elaborar sus plataformas y ofertas con decisiones de cúpula y decir que son el resultado de una consulta con la academia y los especialistas. No más ritos ni mitos. Las viejas prácticas son inaceptables.

En materia de educación superior los partidos deberán hacer planteamientos serios, particularmente sobre el posgrado y la investigación por su importancia indiscutible para que el país salga adelante. Sería deseable que sus lemas de campaña estén sustentados en diagnósticos reflexivos y propuestas nuevas que busquen revolver viejos problemas que venimos arrastrando con un gran peso.

Fuera del plano declarativo, deberán convencer a los electores de que una vez en el gobierno, el Ejecutivo y el Legislativo podrán darle a la educación superior la prioridad que efectivamente merece y desatar las acciones conducentes para cumplir sus propuestas.

Pero hay más. La educación superior y la investigación deberán estar articuladas a un enfoque coherente de cómo influirá la producción y transmisión del conocimiento en el desarrollo del país. Será inadmisible que simplemente vuelvan a repetir que la educación superior es “el motor del desarrollo”. Las generalidades y el papel instrumental de la educación deben quedar sepultados.

Es fundamental que los planteamientos sobre la educación superior partan una reflexión crítica del actual modelo educativo que impulsa la privatización y el alineamiento al mercado, que enfatiza las demandas del sistema productivo, el desarrollo tecnológico y el capital humano, dejando en segundo sitio la formación de las personas.

La cultura, los valores y la identidad son los que permiten crear institucionalidad y hacer viable un proyecto de nación que sustente la convivencia social en la democracia. Porque sin democracia y sin posibilidades de hacer acuerdos políticos no vamos a llegar a ningún lado. No deseamos un fin de sexenio con otra crisis, que sería muy costosa para el gobierno, los partidos políticos y toda la población.

De 2006 en adelante necesitamos una visión educativa y políticas públicas de otro corte que den certeza de un futuro mejor a la academia y a los jóvenes a través de la educación superior.

Yo no es posible que los profesores sigamos trabajando en las mismas condiciones, que aumente la cifra de jóvenes que ni estudian ni trabajan, que sigamos exportando mano de obra juvenil, que los talentos que se forman en el extranjero no quieran regresar a México porque aquí no se les ofrecen oportunidades para desenvolverse.

Queremos observar que se ofrezcan soluciones factibles a todos estos problemas. Con una educación superior guiada por un filosofía educativa distinta, que reconozca a las universidades publicas como centros de la vida intelectual, que incluya los retos culturales entre sus fines, retome lo que nos es propio para darle un nuevo sentido histórico a la nación dentro del contexto de la globalidad, y que resalte la participación responsable de la sociedad en la vida política, entre otras cosas, para impulsar una educación democrática que abra el acceso al conocimiento y genere una ética que soporte los cambios por venir.

Entre los partidos debe establecerse un acuerdo nacional que fortalezca a las instituciones de educación superior públicas, fomente la lectura por medio de un amplio sistema bibliotecario, abra paso a la comunicación y a la informática, a los avances de la ciencia en el país y en el mundo y su necesaria vinculación con la sociedad.

Vamos a necesitar instituciones que permitan una formación continua y brinden a los estudiantes un interés permanente por el conocimiento; instituciones dispuestas a educar a sectores sociales fuera del campus, que atiendan a las problemáticas regionales y locales e influyan directamente en las transformaciones comunitarias.

Instituciones de educación superior activas, creativas y pospositivas fuera de toda consideración tecnocrática, que enseñen cómo el hombre se relaciona con la naturaleza cuidando su medio ambiente y con los otros hombres en un plano de igualdad jurídica en pos de la justicia social. Los universitarios podemos contribuir a formar una sociedad más humana.

Ya no hay cabida para la ambigüedad y la trapacería política. Desde la sociedad tenemos que construirnos como una fuerza que tenga efectos pertinentes para que los partidos y los próximos gobernantes se comprometan con la educación superior y para hacer que cumplan sus compromisos. Y utilizar el voto contra los que sólo desean llegar al poder para que no pase nada.

En su Manifiesto a todos los oprimidos de México y el universo, Julio López decía: “Necesitamos el establecimiento de un pacto social entre los hombres, a base del respeto muto. Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto; de pedir cuentas a los que siempre nos las han exigido” (Chalco, abril de 1869).


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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