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Ciencias sociales para responder a los desafíos actuales
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 409 [2011-03-31]
 

La globalización ha modificado la faz del planeta, ha abierto nuevas posibilidades de desarrollo de la sociedad mediante producción, acumulación y diseminación del conocimiento. También ha traído un mundo desbocado, una cauda de problemas que son de difícil solución.

La mención a tales problemas se ha realizado por muchos lados, pero la mayor parte gira en torno de la desigualdad entre las sociedades por el acceso al bienestar. La acumulación de riqueza en unos cuantos países y una creciente pobreza en otros son parte fundamental del signo de los tiempos. Cobran expresión en un contexto de crecimiento demográfico, envejecimiento y fuertes movimientos de la población. Es el mismo contexto donde hay que prever la energía que se va a necesitar y resolver la escasez de alimentos y agua.

Se agregan a la lista el calentamiento de la Tierra, la desilusión con la democracia en las naciones emergentes y una serie de malestares vinculados a la libertad de expresión, la pérdida de valores y el papel de los medios de comunicación por su influencia sobre la opinión pública y los procesos electorales. Estas cuestiones constituyen la agenda internacional actual, en la que no puede excluirse la violencia que se apareja al terrorismo, la guerra y el tráfico de estupefacientes. La problemática global tiene manifestaciones nacionales y locales de gravedad variable, que deben contemplarse en las agendas de investigación institucionales en cada uno de los países.

Para responder a todos los desafíos globales, igual que para establecer sociedades del conocimiento, las ciencias sociales resultan de primera importancia, y por eso han cobrado un nuevo auge. Son las disciplinas que permiten entender los fenómenos que nos afectan en el cotidiano. Pero también son las ciencias por medio de las cuales se pueden formular opciones para remontar los obstáculos al desarrollo y para formular políticas públicas tendentes al mejoramiento del nivel y calidad de vida de amplios segmentos de la población.

En otros textos publicados en Campus recogí la idea acerca del impulso que han dado las universidades de investigación a la globalización. Ahora quiero recordar que las ciencias sociales iniciaron y se consolidaron en las instituciones universitarias. Desde ahí se han abierto y expandido, pero también desde ahí han funcionado y se han concentrado, a lo cual necesita dársele una mirada para después ver lo propio.

La mayor parte de los centros de investigación en ciencias sociales están en los países altamente desarrollados y, de acuerdo con algunas estadísticas, sólo en Estados Unidos se localiza, aproximadamente, la mitad de los investigadores. De acuerdo con el Social Sciences Citation Index, Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea producen la mayor parte de los artículos que se publican en estas disciplinas. En el informe mundial (UNESCO, 2010) sobre estas ciencias se indica que Estados Unidos, Reino Unido, los Países Bajos y Alemania publican 66 por ciento de las revistas del mundo en estas disciplinas.

Se presenta, entonces, un asunto de hegemonía en las ciencias sociales, de las cultivadas en las universidades de los países desarrollados sobre las ciencias sociales cultivadas en otras regiones. La influencia de las ciencias sociales que se practican en las universidades más prestigiadas del mundo se relaciona con las capacidades de investigación, la inversión de recursos económicos y el predominio de la lengua inglesa. Factores todos que influyen sobre las agendas que se ponen en boga, las cuales dirigen muchos de los esfuerzos de investigación que se llevan a cabo en las instituciones de países que tienen menos recursos intelectuales y financieros.

El peso de la hegemonía científica en estas disciplinas también arroja pérdidas en tradiciones académicas y en cultura, al tiempo que orienta las formas de organización institucional y la evaluación del trabajo académico, temas que merecen una discusión más amplia en nuestro medio.

Con la relevancia que tienen hoy en día las ciencias sociales para entender y resolver lo que nos pasa, su orientación y contenido están siendo capturados por una vasta red de agencias que financian la investigación en los países desarrollados. A nadie se le escapa el papel tan importante que juega el Social Science Research Council o las fundaciones Carnegie, Rockefeller, Ford y otras en Estados Unidos, que financian proyectos de investigación de académicos individuales, sobre lo que suponen debe conocerse, al mismo tiempo que promueven la competencia y que el conocimiento científico entre al mercado.

En Europa las cosas son algo distintas que en EU. La importancia del financiamiento privado a las ciencias sociales es menor, pero no se puede negar que los investigadores en estos campos del conocimiento no estén involucrándose cada vez más con agencias financieras para realizar sus proyectos. La Fundación Wolkswagen, en Alemania; Lerverhulme y Rowntree, en el Reino Unido, y otras semejantes en varios países más han venido cobrando importancia en este asunto, al tiempo que las condiciones de trabajo de los académicos han venido empeorando en cuanto a duración de sus contratos, libertad para definir sus temas y problemas de investigación, salarios y sueldos, tendencias que también se observan en Estados Unidos.

Por lo pronto, hay que prestar atención a lo que ocurre allende nuestras fronteras, y tenerlo claro para recoger todo aquello que nos sea útil. También, aprovechar la autonomía institucional de la que gozamos para que las ciencias sociales que practicamos puedan definir sus agendas orientadas a la instalación de un nuevo modelo de desarrollo nacional y al desarrollo del entorno local donde se ubican las universidades públicas. La tarea es que en la universidad le demos más fuerza intelectual a las ciencias sociales mexicanas.

Aparte. Con una clase política, toda, en descrédito, en un país convulsionado, lleno de problemas que nos destruyen como nación y sociedad, repleto de pesimismo con el futuro, aquí donde nos tocó vivir, la voz del José Narro, rector de la UNAM, nos da confianza y esperanza de que podemos transitar hacia algo mejor. Los universitarios, nosotros los de la Universidad Nacional, lo escuchamos con atención, le tenemos admiración y lo apoyamos en sus dichos. La educación y el conocimiento sirven para plantearle opciones históricas a la sociedad. En eso está nuestra universidad, cumpliendo con el propósito para lo que fue creada, y lo hace con absoluta responsabilidad.


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