Hoy como nunca antes, resulta importante llamar la atención sobre las acciones políticas en las que están participando los(as) jóvenes, particularmente los(as) estudiantes. Es que se ha convertido en lugar común afirmar que las nuevas generaciones no tienen interés por abanderar causas sociales y que ni siquiera se preocupan por defender sus propios derechos. Pero la realidad no es así. Las juventudes de hoy viven preocupadas y se están defendiendo como pueden. No es para menos cuando cotidianamente presencian y/o experimentan en carne propia la vulnerabilidad en sus derechos fundamentales.
En relación con lo que está pasando en el terreno de la educación superior, los(as) jóvenes de varios países han expresado que no están de acuerdo con que el Estado ceda los espacios universitarios a los intereses del mercado, como los ha cedido ya respecto de muchas otras cosas. Los puntos clave del rechazo por parte de la juventud se relacionan con el decremento en las oportunidades de acceso, con los cambios en los montos y manejo de las becas y con el traslado de los aportes que están obligados a hacer los gobiernos a la educación pública hacia otras fuentes de financiamiento, principalmente de origen privado. Los(as) jóvenes saben que tales acciones se vinculan con el paradigma de la globalización económica, que parte de la intención de apartar a los Estados nacionales del establecimiento y cumplimiento de responsabilidades sociales ante sus ciudadanos y de enterrar la gratuidad de la educación universitaria. La propuesta, desde este paradigma, es que el acceso a las universidades sea para quienes puedan pagarlo, independientemente de la nacionalidad. A “los más preparados y capaces del mundo” que no tengan suficiente dinero, se les ofrecen becas y créditos. Pero, por supuesto, se espera que éstos se entreguen y rijan de acuerdo con la posibilidad de obtener cuantiosos rendimientos.
Desde noviembre pasado, en Gran Bretaña se han registrado movimientos estudiantiles importantes. Los estudiantes de varios colegios y universidades británicos, incluso los de prestigiosas universidades como Cambridge, Oxford y Manchester, han realizado manifestaciones en protesta de los planes gubernamentales de cambiar las formas de financiamiento a la educación superior, permitiendo que las universidades cobren colegiaturas mucho más altas. Además, el gobierno inglés pretende eliminar la llamada Educational Maintenance Allowance (EMA),una beca para estudiantes de preparatoria (six formers) de bajos ingresos. Por medio de estas becas los estudiantes recibían aproximadamente 30 librassemanales para cubrir gastos de transportación, libros, útiles y viajes escolares, y a quienes asistían regularmente y obtenían buenas calificaciones se les otorgaba bonos a manera de estímulo.
La beca EMA hacía la diferencia para muchos jóvenes pues, aunque su monto es poco, tomando en cuenta lo cara que es la vida en Inglaterra, hay estudios que han demostrado que desde que se introdujo este subsidio en el esquema de financiamiento público en este país, se ha reducido el porcentaje de NEET (Not in Employment, Education or Training), es decir, de los ni-nis ingleses. Los cambios que propone el “plan de ajuste” del gobierno conservador de David Cameron no sólo dejarán a un buen número de jóvenes sin la oportunidad de asistir a la universidad, sino que también privará a muchos de la posibilidad de acceso a los espacios formales para el desarrollo social y humano.
En las pasadas elecciones de primer ministro, Cameron no contó con una base electoral nutrida y clara y, por ello, para poder gobernar tuvo que formar una coalición con los liberales demócratas, quienes habían prometido que no incrementarían las colegiaturas universitarias. Los estudiantes ingleses no sólo están protestando por los recortes a la educación, sino por el incumplimiento de los compromisos contraídos por los gobernantes. (Ojo: los mexicanos debemos reflexionar en lo que pasa con las coaliciones entre partidos de diferentes banderas. ¡Pongamos nuestras barbas a remojar!)
Los estudiantes ingleses se han organizado e impulsan y participan en campañas nacionales, movimientos internacionales y oleadas globales. Los movimientos estudiantiles contra el alza de matrículas y los recortes en educación superior ya se estaban dando en Estados Unidos y Europa, fuera de las fronteras de Inglaterra, pero lo que ahora pasa en este país contagia rápidamente a los estudiantes de Italia, Grecia y Francia, por ejemplo, donde se han reavivado los descontentos y reclamos.
Como era de esperar, las autoridades están preocupadas y las policías y los medios de información ya empezaron a actuar en contra de los movimientos estudiantiles utilizando la violencia física, así como representaciones y comentarios ofensivos y descalificadores. Su preocupación deviene del hecho de que los jóvenes estudiantes demuestran que hay quienes pueden poner límite a la agenda neoliberal, que abiertamente comenzó a imponerse al mundo a partir de la década de los ochenta, comandada por Margaret Thatcher.
Mientras esto sucede en Europa, en México ya hace más de diez años que un movimiento estudiantil paralizó la UNAM por más de nueve meses para protestar contra la lógica neoliberal implícita dentro de las reformas universitarias que entonces se pretendían hacer. Esta lógica ha orientado las acciones de los gobernantes y, a la fecha, los estragos se palpan con claridad y el país enfrenta una de las peores crisis de su historia. Ojalá que el gobierno mexicano tenga la suficiente sensibilidad e inteligencia para darse cuenta de que hemos llegado a una situación en la que México es una olla de presión. Si se sigue insistiendo en aplicar medidas de recorte financiero y mercantilización a la educación superior, habrá contestación por parte de la juventud mexicana. Y lo probable es que esto encienda la mecha para un fuerte estallido social.
