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UNAM 100: humanidades y ciencias sociales
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 386 [2010-09-23]
 

La UNAM se ha distinguido por la fortaleza de su investigación en humanidades y ciencias sociales. Sus resultados han sido una contribución imprescindible para el desarrollo de la sociedad mexicana, para el conocimiento de lo que somos como nación y como pueblo. Más aun, el cultivo de estas disciplinas ha sido crucial para la formación de seres humanos, que han pasado por las aulas y cubículos de esta noble y generosa casa de estudios para adquirir responsabilidad con nuestro país.

Como bien lo han señalado los historiadores (Domínguez, 2007), la investigación en ciencias y humanidades es una función de la UNAM desde que se fundó en 1910. En 1929, con la Ley de la Autonomía se reafirma la investigación como parte sustancial del perfil institucional. En dicha ley se indica que la universidad tiene el encargo de organizar la investigación “principalmente acerca de las condiciones y problemas nacionales”.

A partir de la creación del primer instituto, el de Investigaciones Sociales en 1930, comenzó un proceso de expansión, pues después se estableció el de Investigaciones Estéticas, y a partir de 1940 hasta el 45 se fundaron otros espacios que después se convertirían en los Institutos de Investigaciones Filosóficas, Jurídicas, Económicas y Bibliográficas.

Con la Ley Orgánica de 1945, que da origen al Consejo Técnico de Humanidades y a la Coordinación de Humanidades, se integra el subsistema de investigación humanística. Se crean, en este segundo periodo, el Instituto de Investigaciones Históricas y, posteriormente los institutos de Antropológicas y Filológicas. El último instituto, el de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, surgió, hace unos cuantos años, a partir del Centro de Estudios sobre la Universidad.

En la tercera etapa de expansión se fundaron los siguientes centros: Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (hoy denominado Sobre América Latina y el Caribe), el Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, el de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, el de Investigaciones sobre América del Norte y el ya mencionado sobre Estudios de la Universidad. Mediante una reforma se agregó al Consejo Técnico el Centro de Lenguas Extranjeras.

En 1985 la investigación del subsistema se extiende hacia las entidades federativas del país con el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias en Morelos y, más recientemente, en Yucatán, con el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales. Además, se cuenta con los Programas Universitarios de Estudios de Género, de Estudios sobre la Ciudad y de México Nación Multicultural.

Así, el subsistema de investigación en humanidades está compuesto por 20 entidades académicas. El proceso de diversificación es profundo, desde el punto de vista de la cobertura disciplinaria y temática. Se realizan 2 mil 833 proyectos. La organización y el tamaño de cada entidad son variables. Según las estadísticas de la institución, hay 828 investigadores en el subsistema.

En este punto, es importante hacer notar que las humanidades y las ciencias sociales en la UNAM se han orientado por una visión que, sobre lo nacional, busca encontrar las ligas entre la práctica científica y la realidad de México. Desde su origen hasta la fecha, hemos hecho investigación pertinente. Hemos colaborado con la formulación de objetivos para la sociedad y dado orientaciones para una mejor conducción de los asuntos del país. Hemos trabajado convencidos de que lo social, lo político y lo cultural se relacionan entre sí y se asocian con el movimiento y comportamiento de la economía.

Las humanidades y las ciencias sociales en la UNAM, por su cobertura y profundidad, nos han permitido investigar con un enfoque global la fenomenología social del país. Esta sigue siendo una de nuestras ventajas institucionales, a la cual se agrega otra por los nexos existentes entre nuestro quehacer y la dinámica de estas disciplinas en el campo internacional, en el cual recientemente se reconocieron los aportes de la UNAM con el Premio Príncipe de Asturias.

En la investigación humanística se cubren áreas del conocimiento que incluyen, para dar un ejemplo, antropología física y arqueología, la ética, la estética, la lógica, la lingüística, la retórica y la poesía. Se investiga el México prehispánico, colonial y moderno, todas las manifestaciones del arte. Llevamos a cabo investigación de la literatura universal y nacional.

También estudiamos los procesos políticos y los cambios en el Estado, el derecho en todas sus ramas, las desigualdades sociales y de género, el desarrollo regional y urbano, la población, la educación en todos los niveles de enseñanza, la política educativa, la economía del sector público, energía, petróleo, sectores agrícola, industrial y de servicios, el mundo actual, la globalización y la dependencia. Se investiga al país en el contexto de América del Norte y del Sur.

En unas cuentas líneas no se puede agotar la riqueza de la investigación humanística y social que se realiza en la UNAM. Sí necesito decir que hemos hecho un esfuerzo para consolidar el análisis y los sistemas de información, desarrollado un amplio programa bibliotecario y nos hemos preparado para ir adaptándonos a las nuevas tecnologías de la comunicación.

En breve, los académicos tenemos claro que el prestigio, liderazgo y reconocimiento de la UNAM está asociado a la extensión y calidad de la investigación. Tenemos claro, sobre todo, que lo más importante, para seguir siendo una institución con reflejo universal, es desarrollar nuestras capacidades para que el conocimiento que producimos se vierta en la enseñanza. La mejor educación universitaria para preparar a los mejores hombres y mujeres del país radica en la fortaleza de la institución para producir, transmitir y diseminar conocimiento.

En la actualidad, la investigación en humanidades y ciencias sociales enfrenta muchos enigmas por la situación que vive el país y el mundo. La globalización capitalista, el advenimiento de la era de la sociedad del conocimiento, a querer o no, ha puesto a todos, Estados, instituciones e individuos, en movimiento. La globalización, irreversible, se ha acompañado de efectos positivos y negativos. En la sociedad del conocimiento hay una serie de avances en virtud del desarrollo tecnológico que han impactado los modos del trabajo, sus tiempos y ritmos, los valores y la cultura. Se agrega, además, que ha existido un reordenamiento de los ejes del poder en el mundo y de la organización de la sociedad. Se ha empujado el establecimiento de regímenes democráticos y se ha auspiciado el consumo hasta límites desconocidos anteriormente. En las naciones avanzadas la sociedad opera dando acceso al conocimiento porque es la fuente principal para el desarrollo económico y social.

Pero, también, la globalización ha provocado una serie de cuestiones que se relacionan con el individualismo, la falta de solidaridad y la intolerancia. El cuidado de los ciudadanos se ha desplazado al mercado y muchas funciones que realizaba el Estado han quedado en manos privadas y de las personas. La mirada de largo plazo es inexistente, pues la prisa y lo efímero han ganado la pelea. En el corto plazo, se está sujeto a cambios de todo tipo, por lo que aumentan los riesgos y la incertidumbre. En estas circunstancias, como dice Bauman (2009), a pesar de los avances logrados, tenemos sociedades impotentes para definir su futuro cauce histórico.

La globalización, la producción y uso del conocimiento, al mismo tiempo que han incrementado la interdependencia entre las naciones, han abierto la brecha entre las más avanzadas y las menos desarrolladas. El predominio del sector financiero ha servido para una mayor extracción de la riqueza de los países menos desarrollados. Hoy es evidente que las ganancias están concentradas a escala internacional en los países avanzados, mientras que la pobreza, la migración internacional y el descontento juvenil están ligados a una creciente desigualdad en los países menos desarrollados. Los criterios que han guiado la reconfiguración del sistema capitalista no pudieron prevenir una recesión tan fuerte como la ocurrida en 2008 y 2009.

En este contexto, la realidad mexicana del último decenio ha evolucionado hacia una sociedad en crisis, donde el Estado ha perdido poder económico y político, así como su capacidad moral. Tenemos un Estado y un gobierno que no controlan una violencia que crece a diario. Estamos en una guerra indefinida contra el narco. La debilidad fiscal del Estado le impide desarrollar políticas públicas de beneficio social, el número de pobres se cuenta por millones, los viejos, los jóvenes, las mujeres y los jefes de familia viven en la desesperanza y desesperación. La exclusión incluye a una enorme gama de grupos vulnerables condenados a quedarse en mala situación. La depresión psicológica, la desnutrición y la falta de salud campean en toda la sociedad.

En el marco de la situación internacional y nacional, para que el país se inserte con posibilidades de éxito en la dinámica globalizadora, es de la mayor relevancia aglutinar fuerzas en torno de la idea de un nuevo proyecto nacional, que comprenda una reforma del Estado, el establecimiento de reglas institucionales que impulsen el desarrollo y una economía generadora de oportunidades para que las personas vivan mejor.

El desafío mayor de nuestra universidad será, como en otros tiempos, impulsar una sociedad que, en uso del conocimiento, sea más igualitaria y más justa. Ante la magnitud de tal reto, las humanidades y las ciencias sociales deberán estar en primera línea. Las humanidades, por la siguiente razón: el cambio social necesitará nuevos valores éticos ante la quiebra de la matriz axiológica en la que nos encontramos. Las humanidades son disciplinas prácticas para la construcción simbólica, institucional y emocional, sin la cual no se puede dar el cambio. Son las disciplinas que pueden proponer salidas a las crisis de valores que enfrentamos, son las que dan una visión del mundo en la que se encierra nuestra particularidad y universalidad.

Por otra parte, en una situación como la de este cambio de siglo en México, que denota que los principios del pacto social están rotos, las ciencias sociales tienen un papel singular que consiste en contribuir a la comprensión de la economía, la política, la vida social y cultural. Son ciencias cuyo conocimiento es fundamental para eliminar la pobreza, para desarrollar y consolidar un modo de vida democrático, terminar con la violencia y para debatir el rumbo que tome la nación. Las ciencias sociales desde la UNAM están comprometidas para contribuir en la definición y orientación de las estrategias de cambio contenidas en las políticas públicas y para ampliar y recrear la opinión pública, para informarla y para que pueda decidir frente a lo que transmiten los medios.

Para enfrentar los retos que tiene la UNAM, a los humanistas y científicos sociales nos toca ahora trabajar para desarrollar categorías teóricas y metodologías apropiadas para analizar los cambios emergentes, organizarnos en colectivos interdisciplinarios que investiguen, enseñen y difundan, darle una revisión a los planes de estudio, vincular a las entidades para realizar proyectos interinstitucionales de largo alcance, abrir las disciplinas y ampliar las redes, formar nuevos investigadores, traer y adaptarnos a nuevas tecnologías, llevar las humanidades universitarias a grupos fuera del campus y vincularnos de manera más estrecha con la sociedad toda. Nos toca, a los que estamos y a los que vienen, construir la UNAM del siglo XXI.


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