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El camino del Comie
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 365 [2010-04-22]
 

El pasado 19 de abril, con motivo de la inauguración de las nuevas instalaciones del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie), se llevó a cabo una mesa redonda sobre la agenda de investigación educativa nacional y los retos y futuro de la organización. A ésta fueron convocados todos los ex presidentes del Consejo y se contó con la presencia de una importante cantidad de socios activos.

El formato de la mesa consistió en someter a la consideración de los invitados una serie de preguntas relacionadas con las condiciones de definición de una agenda de investigación educativa, la responsabilidad del Comie en el proceso de demarcación e impulso de determinadas temáticas de investigación, así como, en general, del tipo de relación que debería desarrollar el Consejo con las autoridades educativas para contribuir a la mejora de la calidad educativa y en particular al fortalecimiento de las políticas y prácticas de la investigación educativa.

El Comie es una asociación de profesionales de la investigación educativa que, en quince años de historia, ha logrado un significativo grado de consolidación académica y organizativa. En la actualidad cuenta con más de trescientos afiliados, que pertenecen a 64 distintos centros académicos en 27 entidades federativas. Todos los asociados tienen como actividad fundamental la investigación educativa, más del 95 por ciento cuenta con un posgrado en el área y aproximadamente la mitad forman parte del Sistema Nacional de Investigadores.

El Consejo desarrolla tres actividades en forma sistemática y permanente: la organización de los Congresos Nacionales de Investigación Educativa cada dos años, la edición de la Revista Mexicana de Investigación Educativa, y la revisión y difusión del estado del conocimiento de la investigación educativa en el país cada diez años.

El recientemente renovado comité directivo del Comie tiene el doble encargo de generar el estado del conocimiento de la investigación educativa del país correspondiente al periodo 2003 a 2012, así como organizar el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa, cuya fecha y sede ya fueron decididos, ocurrirá en noviembre de 2011, en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

Para tener una idea de lo que representa la organización del estado del conocimiento de la década, conviene hacer referencia al ejercicio correspondiente a la década en los noventa. La planeación del trabajo inició en 2002, duró dos años, involucró a más de cuatrocientos académicos, de los cuales 146 miembros del Comie, examinó once áreas de la investigación educativa nacional, con sus respectivos temas y subtemas, y generó una colección de 17 volúmenes que dan cuenta de la mayoría de las publicaciones (libros, capítulos, artículos, tesis, documentos de trabajo) en que se plasmó la investigación educativa en el periodo. Una tarea monumental, más si se advierte que fue realizada con los recursos propios de los participantes, en el mejor de los casos con respaldo de sus instituciones.

Eso es lo que está en ciernes, quizás de mayor magnitud si se considera que la investigación educativa se ha expandido como práctica profesional y que hoy se cuenta con una infraestructura más amplia y diversa que la de hace una década. En fin, todo un reto.

Por ello es muy saludable que al inicio de este trabajo, las actuales autoridades del Comie hayan acudido a la experiencia de la organización, representada en la voz de sus anteriores presidentes, para examinar los ángulos cualitativos de la problemática, es decir no sólo los problemas de organización sino también los de sentido y enfoque del ejercicio de revisión de una década de producción de conocimiento en materia educativa.

Los participantes pusieron sobre la mesa varias tensiones, incluso dilemas, que necesariamente enfrenta el discernimiento de la agenda de investigación. Se expresó, por ejemplo, el punto de vista que defiende el valor de mantener una postura independiente, autónoma, de plena libertad académica, en la definición de la temática de investigación. Se manifestó también el punto de vista de jerarquizar, digamos, los grandes temas y problemas educativos del país del presente. Independientemente de la postura que se defienda al respecto, la consecuencia para la organización de los estados del conocimiento radica en la opción de mantener la estructura de áreas vigente, o en redefinir la misma por campos disciplinarios de conocimiento, o en aproximar el orden temático al de los niveles y modalidades de enseñanza, o bien al de los problemas educativos de mayor relieve. No es una decisión fácil, pero está muy bien que se abra a la consulta con los especialistas y con la membresía del Consejo.

Relacionado con lo anterior, también se discutió acerca de la definición de posturas y posiciones del Consejo con respecto a las políticas públicas en educación y ciencia, y sobre los mecanismos de trabajo y las opciones de colaboración con las autoridades del ramo: ¿distancia crítica o participación convenida? Tampoco es fácil, menos si se toma en cuenta que una porción muy significativa de los asociados al Comie proviene de IES autónomas, y que los valores de libertad académica forman parte del ideario básico de los investigadores. Los ex presidentes manifestaron, al respecto, una perspectiva plural, reconociendo, sin embargo, que una organización como el Consejo, para realizar sus actividades y programas requiere, cuando menos, un nivel aceptable de interlocución con las autoridades. Con independencia, está claro, pero sin confrontaciones innecesarias.

El debate ha quedado abierto y es de saludarse la actitud del comité directivo, encabezado por los doctores Hugo Casanova y Susan Street, por darle un cause racional y productivo.


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