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2007
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 206 [2007-01-04]
 

Inicia el año y este periodo es emblemático de los objetivos ambiciosos, la búsqueda de alternativas y la esperanza renovada por alcanzar los resultados deseados o, por lo menos, acercarse a ellos. En el plano institucional no solamente se trata de buenos propósitos o un asunto de voluntades, la actual administración gubernamental está obligada a presentar en los próximos meses sus planes y programas de gobierno. Es un principio de año y de gestión.

De acuerdo con la Ley de Planeación, norma que establece los lineamientos de la planeación del desarrollo nacional y regula las actividades de la administración pública federal, a partir de que el Ejecutivo toma posesión del cargo tiene un plazo de seis meses para presentar su Plan Nacional de Desarrollo (artículo 21).

Se supone que el Plan es el documento marco de la política del Ejecutivo, en el que se plasman los grandes objetivos nacionales, las estrategias y las prioridades que serán el sello de la administración. También aparecen los medios para cumplir los propósitos, una aproximación a los recursos y responsables. Desafortunadamente, cada sexenio hemos constatado que los planes han transitado por un camino y los hechos por otro. El Plan, heredero de los retóricos y vetustos sistemas de planeación, aparece al inicio del sexenio y luego queda confinado en los cajones de escritorio hasta que se va decolorando y viene a sustituirlo el nuevo ejemplar del siguiente gobierno.

El Plan de la administración anterior, con su apunte sobre las transiciones del México contemporáneo (la demográfica, la social, la económica y la política) parecía que tenía un diagnóstico certero de la nación y una visión clara de lo que se podía y tenía que lograr. Pero transcurrió el periodo y el sentido de oportunidad y urgencia que anunciaba quedó para mejor ocasión.

El Plan también es el marco de los programas sectoriales, documentos de mayor especificidad para cada una de las áreas de la administración pública y cuya elaboración corresponde, a los titulares de las dependencias. En los programas se expresan los objetivos, las acciones incluso las metas claras a alcanzar. Son documentos que puntualizan compromisos y valoran el cumplimiento. Un dato importante: la misma normatividad de planeación destaca que la vigencia de los programas no puede ir más allá del periodo de la gestión gubernamental correspondiente, aunque sí puede hacer previsiones y proyecciones de mayor alcance (artículo 22).

En la administración anterior, tanto el Plan como el Programa Especial de Ciencia y Tecnología trazaron una: visión para el año 2025, aunque poco o nada se hizo, para avanzar en la dirección propuesta. El actual gobierno expresó su idea de Proyecto 2030, organizado en cinco ejes temáticos y planteó la realización de tres foros estatales, desde la perspectiva de trazar un horizonte más amplio que el de su periodo de gobierno. Sin embargo, debido a las tensiones entre las fuerzas políticas y a los problemas poselectorales, tales foros tuvieron poca recepción y escasa trascendencia.

En el caso del sector científico y tecnológico, tal parece que las propuestas del Plan y del Programa Sectorial se enfocarán a lograr una mayor articulación con la economía nacional y el empleo. Al menos así lo sugieren las propuestas formuladas en el eje temático "Economía competitiva y generadora de empleos" del proyecto 2030, donde se resalta el fortalecimiento de ciertas áreas detonadoras del conocimiento científico y la innovación tecnológica, el establecimiento de prioridades y su vinculación con áreas estratégicas del desarrollo, un incremento en los incentivos fiscales para empresas, el acceso al desarrollo tecnológico de las pequeñas y medianas empresas (Pyrnes),lo mismo que un "financiamiento sostenible" en el sector y un fortalecimiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Otro elemento que permite suponer que el acento de las propuestas estará puesto en la relación con el sector productivo y el desarrollo nacional fue la breve ceremonia de toma de posesión del actual director de Conacyt el pasado 13 de diciembre, Le dio posesión el actual secretario de economía, Eduardo Sojo, e indicó en su escueta alocución la necesidad de fortalecer e impulsar la productividad de las Pymes y de tender un puente entre "el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico aplicado".

En fin, son suposiciones, estamos comenzando el año y gestión, habría que esperar a la presentación del Plan y el Programa Sectorial para una correcta valoración de la política científica y tecnológica de esta administración. Las expectativas no están desbordadas, pero tampoco estamos resignados a seguir con la retórica o que se ignoren las consecuencias de postergar una auténtica política en la materia.


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