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Instituto Mexicano del Petróleo
Alejandro Canales Sánchez
Campus Mileno Núm 361 [2010-03-18]
 

El pasado 11 de marzo fue designado como nuevo director general del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), el ingeniero José Enrique Villa Rivera. El anterior titular, Héber Cinco Ley, no solamente no fue reelecto, como normativamente podría haber sucedido, ni siquiera cumplió totalmente su periodo. Tal vez la premura en el nuevo nombramiento está asociada con el papel que el instituto podría desempeñar en el corto plazo.

El IMP fue creado por decreto en agosto de 1965, fue uno de los primeros institutos nacionales que daría pie a la creación de otros más y con ello a la instauración de una infraestructura científica y tecnológica en el país. Ideado por el entonces director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, para impulsar la industria petrolera y la formación de recursos humanos en esa área; era la época del proceso de industrialización y la búsqueda de conocimientos especializados.

Algunas de las razones que se expresaron en la exposición de motivos para su creación fueron que: “La transformación industrial del país exige imperativamente estar al día en materia de tecnología para acrecentar el rendimiento de la industria nacional a cuyo efecto ya hemos señalado la necesidad de que el país realice una alta tasa de inversión intelectual, orientando la educación al trabajo productivo”, o bien el requerimiento de “adecuar la política de innovación tecnológica de la industria petrolera, a la necesidad del país de fomentar industrias derivadas de la petrolera y petroquímica básica” (DOF, 26/08/1965)

Los objetivos del instituto, tanto los que originalmente se le asignaron como los adicionados en su reforma de 1974 y en la de 2001, suman más de una docena, pero esencialmente se refieren a la investigación y el desarrollo tecnológicos en las industrias petrolera, petroquímica y química, así como la comercialización de productos y servicios tecnológicos resultantes de la investigación, y la formación de recursos humanos altamente especializados.

El primer director del IMP fue el ingeniero Javier Barros Sierra, quien estableció las áreas de actividad y las líneas de investigación del instituto. Pero fue un paso efímero, puesto que solamente estuvo en el cargo durante un semestre, de febrero a julio de 1966; fue nombrado rector de la UNAM y dejó la dirección. Lo sustituyó el ingeniero Antonio Dovalí Jaime.

La trayectoria del instituto, a la par del auge de la industria petrolera, fundamentalmente al final de los años setenta y comienzos de los ochenta, expandió su actividad y crecimiento, principalmente en petroquímica y refinación. Desafortunadamente, como entidad descentralizada, presa de la dinámica política, no ha logrado establecerse como punto de referencia técnico del sector, especializado, ni como el impulso básico para la modernización de la industria petrolera; tampoco como una institución para la formación de recursos de alto nivel en el campo, como lo indicaban sus objetivos. De hecho, en el debate del 2008 sobre la reforma energética —más bien de Pemex—, la posición del instituto pasó prácticamente desapercibida.

En la historia del instituto, solamente dos directores han sido reelectos. Uno de ellos fue Bruno Mascanzoni entre 1970 a 1978, bajo cuya dirección inició el registro de patentes, la comercialización de productos y los proyectos mancomunados con empresas extranjeras; el otro fue Gustavo Chapela Castañares entre 1996-2005, a quien le correspondió sortear la transición política.

Después de Gustavo Chapela —quien al finalizar su cargo en el IMP fue titular por un breve tiempo del Conacyt—, ocupó el puesto José Antonio Ceballos Soberanis únicamente de 2005 al final de 2006. Lo sustituyó Héber Cinco Ley en febrero de 2007 y, como ahora constatamos, tampoco concluyó su periodo de cuatro años.

La designación del nombramiento de director general del IMP, según consta en el artículo quinto del decreto de creación, es realizada por un consejo directivo, a propuesta de la titular de la coordinación del sector (estos es, de la Secretaría de Energía), tomando en cuenta la opinión del presidente del consejo directivo y en la fracción tercera del mismo artículo se específica que el director puede durar cuatro años y ser ratificado por otro periodo igual.

A su vez, el consejo directivo se integra por un presidente (el director de Pemex) y 14 vocales: cinco representantes de Pemex; cinco de secretarias de Estado (tres de Energía, uno de Hacienda y uno de Semarnat); tres de Instituciones de Educación Superior (UNAM, UAM e IPN); y uno del Conacyt.

Este consejo fue el que nombró la semana anterior a José Enrique Villa Rivera, ingeniero, y hasta hace poco director del IPN por dos periodos. (Por cierto, el día previo al nombramiento, el Conacyt entregó 130 millones al IMP). En su discurso de toma de posesión indicó que era el momento de realizar “una transformación profunda” del IMP, reformularlo “a la luz de los requerimientos actuales y futuros de la industria más importante de México”. En verdad, ojalá que así sea.


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