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A golpes de normatividad
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 311 [2009-03-05]
 

Una cierta confusión persiste sobre la forma correcta de referirse al programa sectorial de esta administración, sobre todo desde que fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado mes de diciembre. Algunos dicen que es el Programa Especial de Ciencia y Tecnología (PECyT); otros que más bien es el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (Peciti); en el Diario quedó registrado de la primera forma, pero oficialmente es indistinto. La diferencia, como se puede apreciar, estriba en la palabra innovación. Pareciera un asunto sin importancia, pero no es menor: expresa el accidentado camino del dispositivo institucional del sistema.

En la parte final de la administración anterior, espoleada internacionalmente por la idea de que no habría futuro posible sin innovación, las baterías de los diagnósticos y el diseño de las medidas en el ámbito de la ciencia y la tecnología se enfilaron a trazar las coordenadas en las que podría navegar la actual administración al respecto. La mayoría pareció acordar en que estaba haciendo falta incorporar el tema de la innovación en el programa rector de las políticas y, por principio de cuentas, habría que añadirle esa palabra al siguiente programa sectorial.

Desde las primeras propuestas para integrar las iniciativas de esta administración en la materia se comenzó a denominar Peciti al programa sectorial. Las mismas autoridades se referían a él de la misma fora, al menos en sus múltiples y diferidos anuncios sobre su inminente puesta en marcha en los dos primeros años.

Sin embargo, resulta que al conocerse públicamente se denomina como PECyT y se omite del título la palabra innovación. No obstante, una nota a pie de página aclara que “este documento fue aprobado como Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2008-2012 (Peciti) por el Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico en su 4a sesión del 26 de septiembre de 2008” (DOF, 16/12/08).

¿Acaso lo más sencillo no era ponerle el mismo título? Pues no, el hierro de la normatividad lo imposibilita. El Consejo General que aprobó el título del documento, como lo hemos subrayado en otras oportunidades, es el máximo órgano de gobierno del sistema científico y tecnológico, lo preside el Ejecutivo federal y lo integran casi todos los secretarios de Estado, pero es poco operativo y en contadas ocasiones se reúne (¡cuatro veces en seis años!). De todas formas, a pesar de que los miembros del consejo son muy distinguidos, no tienen facultades para cambiar el título del programa sectorial, porque está previsto en la ley cómo debe llamársele.

Desde la ley para el fomento de la investigación científica y tecnológica de 1999, a diferencia de la legislación educativa, quedó estipulado que se llamaría “Programa Especial de Ciencia y Tecnología”. Esta ley fue la primera gran reforma a la normatividad científica y no pudo resistir la tentación de resaltar el carácter “especial” del sector. La reforma de 2002 —la que está vigente— recogió el mismo espíritu y conservó el artículo tal cual. Eso dice la ley.

Ahora, una vez advertido el obstáculo de la legislación, está en marcha una nueva reforma —adicional a la que está pendiente desde la Legislatura anterior en materia de innovación—, presentada por la fracción del PRD en el Senado. La iniciativa de ley propone, esencialmente, tres aspectos: que el programa sectorial tenga una proyección a 25 años; que se actualice cada tres años, en coincidencia con el inicio de cada Legislatura, y, obviamente, incorporar el término “innovación” al nombre del programa sectorial y como parte del contenido (Gaceta del Senado, No. 333, 19/02/09).

En realidad el aspecto central, y más perentorio, es la inclusión de la palabra innovación en el marco normativo. La visión de largo plazo es importante pero, aunque no estaba en la ley, recuérdese que desde la administración de Vicente Fox los programas sectoriales tienen un horizonte de 25 años y otro tanto ocurrió con los de Felipe Calderón (su visión 2030). En cuanto a actualizarlo cada tres años para evaluarlo y atenderlo presupuestamente, pues tiene sentido si se diera el caso de los presupuestos multianuales, pero hasta ahora no lo son. Entonces, el dato más relevante del cambio normativo es el de la innovación.

En fin, no está mal añadir el término innovación como parte del marco normativo; el problema es que la legislación, tanto como el diseño institucional, siempre parecen ir a la zaga de las demandas y del registro internacional del área. Es un movimiento asimétrico que parece ensancharse en vez de acortarse: se propone un dispositivo de fomento, cuando ya debiera estar la consolidación; vienen los primeros pasos de esta última cuando ya está encima la competitividad; luego se trata de entender qué hacer y la discusión ya es sobre los sistemas nacionales de innovación, la sociedad del conocimiento, la economía basada en el conocimiento. Después, ¿qué podremos agregar?


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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