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Científicos y políticos en el gabinete de Obama
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 304, pp.4 [2009-01-15]
 

Ante la ya inminente toma de posesión de Barack Obama como presidente de la Unión Americana, llaman la atención los nombramientos de varios científicos muy prestigiados en altos puestos de su gabinete. En el ámbito mundial no es éste un acontecimiento muy frecuente entre quienes tienen la responsabilidad de la toma de decisiones. Como se sabe, la mayor parte de las veces quienes son designados para las funciones de mayor responsabilidad gubernamental son políticos profesionales o burócratas de larga trayectoria. En América Latina todavía está presente el caso de Fernando Henrique Cardoso, profesor de sociología, quien fue electo presidente de Brasil en los años noventa. Es muy recordado el incidente en el que a pregunta de los periodistas sobre algunas medidas presidenciales que contradecían las posiciones marxistas de sus años como profesor, les respondió: “Olviden lo que escribí”.

Hace casi cincuenta años, escribía Raymond Aron, en su prólogo a la obra de Max Weber El político y el científico, que para el economista y sociólogo alemán las virtudes del político son incompatibles con las del hombre de ciencia; sin embargo, su preocupación por separar ambas actividades no era más aguda que su conciencia del vínculo que entre ellas podría existir. No se puede ser —añadía Aron—, al mismo tiempo, hombre de acción y hombre de estudio sin atentar contra la dignidad de una y otra profesión, sin faltar a la vocación de ambas. Pero pueden adoptarse actitudes políticas fuera de la universidad, y la posesión del saber objetivo, aunque no indispensable, es favorable para una acción razonable.

Según Weber, la vocación de la ciencia es incondicionalmente la verdad, en tanto que el oficio de político no siempre permite decirla. El punto era, entonces, cómo hacer compatibles dos formas morales diferentes: la moral de la responsabilidad y la moral de la convicción. Planteaba, incluso, el siguiente dilema: o bien realizo mis convicciones sin preocuparme por las consecuencias de mis actos, o bien me siento obligado a rendir cuentas de lo que hago.

De acuerdo con la nota de Gardiner Harris en la edición del pasado 9 de enero en The New York Times, el futuro presidente de EU ha señalado con estos nombramientos los cambios que habrá de hacer en las políticas relacionadas con el calentamiento global, la protección de los océanos y la investigación con células madre. Obama ha señalado también su propósito de poner a la ciencia en uno de los primeros lugares de su agenda y recuperar el papel de EU como líder mundial en ciencia y tecnología.

Encabeza las designaciones el físico nuclear Steven Chu, futuro secretario de Energía, quien compartió el Premio Nobel de Física en 1997 con Claude Cohen Tannoudji y William Phillips. Antes de su nombramiento, el doctor Chu era el director del Lawrence Berkeley Nacional Laboratory, el cual emplea a más de 4 mil personas y maneja un presupuesto anual de casi 650 millones de dólares. Este laboratorio pertenece al Departamento de Energía y es operado en contrato por la Universidad de California. Otro físico, John P. Holdren, profesor de políticas medioambientales en la Universidad de Harvard, será el asesor del presidente en asuntos científicos y fungirá también como director de la Oficina de la Casa Blanca en Ciencia y Tecnología. Jane Lubchenco, una bióloga marina de la Universidad Estatal de Oregón, será la responsable de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Ésta supervisa los estudios en esas materias y realiza una parte sustancial de la investigación del gobierno sobre el calentamiento global.

Tanto Holdren como Lubchenco han sido presidentes de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y, al igual que Steven Chu, promueven el establecimiento de límites obligatorios a las emisiones de gas invernadero, algo a lo cual se opuso la administración de George W. Bush. La doctora Lubchenco ha documentado la existencia de enormes zonas muertas en los océanos, producto del cambio climático, y ha propuesto establecer amplias zonas oceánicas para limitar la pesca y la explotación mineral.

Junto con el doctor Holdren, los doctores Harold Varmus y Eric Lander integrarán el Consejo de Asesores en Ciencia y Tecnología de la Presidencia. Varmus, antiguo director de los Institutos Nacionales de Salud y presidente del Memorial Slonan-Kettering Cancer Center de Nueva York, fue galardonado con el Premio Nobel (compartido con Michael Bishop) por sus descubrimientos sobre el origen celular de los oncogenes retrovirales. Lander es profesor de biología del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y ha encabezado los esfuerzos para descifrar la secuencia del genoma humano.

Como se ve, las credenciales de estos futuros funcionarios del gobierno estadunidense son impresionantes. Resulta muy promisorio que sean los propios científicos los encargados de diseñar y llevar a cabo las políticas en las materias de su especialización. Como se anotó más arriba, algunas de éstas tuvieron una fuerte oposición del saliente huésped de la Casa Blanca y tienen un efecto realmente planetario. A pesar de que algunos de los designados cuentan con una considerable experiencia administrativa, tendrán el reto de seguir transitando del mundo de la investigación, caracterizado por certezas y decisiones más o menos claras y transparentes, a otro, el de la política, que se mueve con altos niveles de incertidumbre.


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