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Para no olvidar el 68
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 292, pp.11 [2008-10-09]
 

Dentro de las innumerables actividades organizadas por la UNAM para conmemorar los 40 años del movimiento estudiantil del 68, el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), junto con otras dependencias universitarias y organismos nacionales, llevó a cabo la semana pasada (1,2 y 3 de octubre) una serie de mesas de análisis con la participación de algunos de los principales líderes de dicho movimiento, así como de estudiosos de los movimientos sociales y la educación superior. Como complemento a tales actividades, se montó también una espléndida exposición de documentos, portadas de periódicos y fotografías de la época en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional.

Asistí solamente a la primera mesa y fue muy gratificante sentir en el ambiente a varias generaciones reunidas para reflexionar en torno a las consecuencias de los acontecimientos ocurridos hace cuatro décadas: los antiguos líderes, ahora sesentones; los de una o dos generaciones anteriores, y los jóvenes estudiantes que, por convicción u obligación, atendían las presentaciones y los comentarios del auditorio. El tono general de las participaciones apuntó a no pontificar o mitificar los hechos a conmemorar, sino a seguir examinándolos y recrearlos desde una perspectiva crítica.

Por ello, resultó del mayor interés la interpretación de uno de los tres ex líderes participantes, Roberto Escudero, quien caracterizó al movimiento como un fenómeno de carácter liberal, en el sentido más amplio del término pues, según él, lo que estaba en el fondo de las reivindicaciones estudiantiles era una exigencia de acotar o limitar la intromisión del Estado en los derechos políticos y sociales de los ciudadanos.

Por su parte, Gilberto Guevara Niebla recordó a los asistentes el contexto mundial de la época en que se desarrollaron los acontecimientos en cuestión. Fueron los años de las luchas por la independencia de las naciones africanas; del fracaso de la guerrilla comandada por el legendario Che Guevara; de las movilizaciones en Estados Unidos en favor de los derechos civiles y para finalizar la ocupación en Vietnam; de la irrupción en el mundo del rock and roll de los Beatles, los Rolling Stones; el descubrimiento y popularización de la píldora anticonceptiva, además de la difusión de los acontecimientos del Mayo Francés.

Es decir, una especie de primera manifestación de la globalización. Dentro del contexto nacional, indicó que hasta entonces el crecimiento de la economía nacional había alcanzado niveles que hoy nos parecen imposibles de lograr: más de 7 por ciento del PIB, y no recuerdo bien si también él u otro de los participantes trajo a la memoria que el Ejército mexicano había intervenido en años anteriores al 68 para reprimir distintos movimientos sociales en diversas partes del país.

Pero lo que tal vez nos impactó más a los ahí reunidos fue el recuento que hizo de los efectos del “post 68” sobre una parte importante de la juventud mexicana de aquella época. Señaló que luego de la sangrienta represión al movimiento estudiantil, quedó en muchos jóvenes la sensación de frustración y resentimiento que derivó, en algunos casos, en el inmovilismo político, el incremento en el consumo de drogas (estimulado también por el auge del hippismo) y alcohol, y la creación de grupos guerrilleros que a la postre serían duramente reprimidos por el Estado mexicano en la llamada guerra sucia.

Ello, no obstante los cambios que se reflejaron en la creación y expansión de las universidades públicas, y las modificaciones a la legislación electoral que tuvieron lugar a mediados de los años setenta.

A su vez, Raúl Álvarez Garín hizo mención de los difíciles y largos procesos de denuncia emprendidos desde hace más de tres décadas por quienes han exigido la investigación a fondo de los hechos y el castigo judicial para los responsables de la matanza en la plaza de Tlatelolco. Es decir, la enorme lucha que ha significado la búsqueda de justicia y en contra de la impunidad.

Más allá de todos los eventos organizados por instituciones y organismos de la sociedad civil y del gobierno, lo que debería permanecer en la memoria colectiva no es sólo el repudio a la represión al movimiento estudiantil de 1968 por parte de un régimen autoritario, sino la lucha ciudadana por mantener vigentes las libertades de expresión y manifestación pero, sobre todo, contra la impunidad.

Existe una enorme coincidencia en que la actual situación de violencia e inseguridad prevaleciente en el país, la cual parece que no puede ser contenida por el Estado, tiene como uno de sus orígenes la incapacidad del sistema judicial para evitar que muchos delitos queden sin castigo. Ésa es, creo yo, una de las mayores lecciones que nos brinda esta conmemoración.


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