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Ciudades del conocimiento
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 290 [2008-09-25]
 

En noviembre de 2004, el gobierno de Monterrey, Nuevo León, y las principales instituciones de educación superior de la entidad, firmaron un acuerdo para convertir a esa metrópoli en una ciudad del conocimiento. Esto es, una ciudad en la que el conocimiento y las tecnologías de la información y la comunicación se convirtieran en el centro de su economía y base para la productividad y la competitividad. Se esbozó la creación de un parque industrial, se proyectó el cultivo de áreas estratégicas de conocimiento y se planeó la intervención de las instituciones educativas. Hasta ahí.

Hace un año, a raíz de la celebración del Fórum Universal de las Culturas en la misma entidad, se volvió a mencionar que Monterrey se convertiría en una ciudad del conocimiento. Esta vez alentada, sobre todo, porque el Fórum incluía el eje de conocimiento en su amplio programa de diálogos y actividades. Fue un encuentro de grandes proporciones y, sin duda, dejó una importante infraestructura e importantes lecciones organizativas, pero la conversión de la ciudad siguió aguardando.

De todas formas, el gobernador de la entidad, José Natividad González Parás, ha insistido en el tema y anunciado que incrementará el presupuesto para ciencia y tecnología.

Otra ciudad que también ha expresado su interés en transitar por el mismo sendero es Mérida, Yucatán, cuya gobernadora, Ivonne Ortega, ha anunciado en repetidas oportunidades su deseo de convertir a la entidad en una ciudad del conocimiento.

Las ocasiones han sido propiciadas por la inauguración de instalaciones educativas de nivel superior, la celebración de algún convenio académico o el anuncio de un incremento presupuestal en educación o en ciencia y tecnología. Sin embargo, más allá de la importante infraestructura turística que tiene la entidad y la voluntad manifiesta, poco se ha hecho.

Ahora, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, ha expresado la idea de que esta entidad tiene los recursos humanos para plantearse el objetivo de ser “la capital en América Latina de una economía del conocimiento”. Una ciudad con cuatro diferentes zonas territoriales (cuatro ciudades del conocimiento) en las que convergirán académicos y empresarios, tanto en interés como en actividad.

En la inauguración de la semana de la ciencia y la innovación que inició este 22 de septiembre y se extenderá hasta el día 25, el jefe de gobierno esbozó la propuesta e indicó que tiene el propósito de construir cuatro ciudades dentro de la entidad: a) una en el sur, la ciudad de la salud, dedicada a las ciencias médicas, la genómica y la biotecnología, dado que, dijo, en esa zona se localizan principalmente las instituciones nacionales de salud y la infraestructura de servicios del sector; b) otra en el norte, dedicada a las nuevas tecnologías y a la conectividad, en la que se supone existe la infraestructura para soportar tal iniciativa; c) una tercera al poniente de la ciudad, dedicada a los servicios financieros especializados y a nuevas tecnologías, la zona de Santa Fe, en la que se localizan los principales grupos corporativos y empresariales y, d) una cuarta que es “toda nuestra ciudad que tiene que ver con educación de excelencia, apoyar a nuestras instituciones, sus proyectos de desarrollo, las incubadoras de empresas y una mejora sustancial, en general, en los promedios de escolaridad y el acceso a nuevas tecnologías en un sistema educativo que ha sido muy tradicional”.

La Ciudad de México tiene la concentración más alta de instituciones educativas de nivel superior y de centros de investigación, el promedio de cobertura educativa más alto, el mayor número de recursos humanos calificados, una basta infraestructura de información y comunicación, y realiza una intensa actividad económica. De hecho, un movimiento descentralizador de las últimas cuatro décadas se ha dirigido ha tratar de compensar la actividad y la fortaleza de las entidades federativas. Pero, ¿la concentración de capacidades es suficiente para cumplir el propósito de convertir a la ciudad en la capital de América Latina de una economía del conocimiento o en un territorio con cuatro ciudades del conocimiento?

El estudio de las ciudades competitivas ha mostrado que en el interior de las regiones urbanas existen agrupamientos de firmas (clusters territoriales) que se benefician de las externalidades locales, tienen una proximidad geográfica que las impulsa, recursos humanos altamente calificados y especializados, fuertes lazos con centros e instituciones educativas y un relativo fácil acceso a insumos e infraestructura especializada (Cfr. Ciudades del siglo XXI ¿Competitividad o cooperación?, Miguel Ángel Porrúa-CIDE).

Al parecer, la propuesta del gobierno de la ciudad cuenta con un fideicomiso que se encargará de realizar y poner en marcha el proyecto, por lo cual vale la pena comenzar a tomar en serio lo que significan las palabras y lo que realmente implica una ciudad del conocimiento (como extensión de sociedad del conocimiento) y su viabilidad en un entorno como el nuestro.


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