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Privados de confianza
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 288 [2008-09-11]
 

Pasamos del gobierno del cambio al gobierno de "ahí la llevamos". Los gobernantes y la elite política tienen miedo de hacer reformas estructurales de fondo para sortear los grandes problemas nacionales. En la sociedad reina el malestar y la inseguridad. El crecimiento económico es modesto, y no alcanza para generar suficientes empleos. Los jóvenes mejor emigran. Que se vayan, parecen decir los políticos. Algunas encuestas ilustran que una amplia proporción de mexicanos dicen que se irían del país si pudieran.

Entre los que mandan hay desacuerdos. Existe descomposición de los partidos y una enorme desigualdad. A unos les interesa el poder por el poder. A otros les interesa comer. En medio de todo esto, se ha producido un fenómeno, cada vez más acentuado, de desconfianza en las instituciones. Con lástima, se aprecia cómo se debilitan ante una sociedad civil fragmentada.

En una situación de desconfianza, cada quien busca salvarse con sus propios medios. Se pierde la solidaridad, que es un valor fundamental para que exista involucramiento colectivo en proyectos de desarrollo. En un tejido social desgarrado se pierde la cultura favorable al logro común. No puede realizarse el interés colectivo porque no hay integración social, contactos vecinales, redes de colaboración, reciprocidad, confianza en los comportamientos de los otros; al sistema le falta legitimidad política.

Espacios de participación insuficientes producen desconfianza. En diversas encuestas la desconfianza es un resultado consistente. La gente no tiene confianza en los policías, en los distintos tipos de representantes políticos, en los partidos. La confianza que generan es muy baja en todos los sectores de la población.

Además, los mexicanos consideran que los deportistas son malos, los dirigentes son malos, las televisoras privadas son pésimas, y, por último, y para colmo, se nos ha dicho que los alumnos de educación básica y sus maestros están reprobados. Quiere decir que la educación pública, que ha sido fundamento del Estado mexicano, no sirve. Y nada más importante que la educación para fortalecer el tejido social. Si no podemos componer la educación pública no saldremos adelante como nación.

Menos cuando la propia líder del magisterio, por razones más bien personales y políticas, ha planteado que ya no se produzcan más profesionistas para su gremio. Cerrar las normales sería anormal. En todo caso, lo que se requiere es transformarlas, abrir nuevas alternativas de formación magisterial, porque buenos maestros sí que se necesitan.

La educación pública es una zona de desastre porque los líderes y funcionarios no han sido capaces de dar solución a los problemas, más allá de la contingencia. En el sistema educativo también campea la corrupción. ¿En qué sectores de la sociedad hay confianza en la líder del magisterio? ¿En el SNTE transformado en maquinaria electoral?

Por otra parte, tengo la impresión de que la realidad nacional está desbocada. Ahora resulta que hay grupos que están presionando para que se considere a los vouchers, y más trasferencias de recursos públicos a las universidades privadas, como parte de las políticas públicas de educación superior.

Esto es inadmisible porque dañaría profundamente a las universidades públicas, a las que les faltan recursos económicos. Sería el sin sentido de la política: lesionar a las universidades públicas, que están entre las instituciones a las cuales la población les tiene la mayor confianza, como se ha expresado en muchas encuestas. Aceptar estas presiones sería una prueba más de mal gobierno.

Los planteamientos sobre las normales y los vouchers, y el silencio de las autoridades ante los mismos, tienen el efecto de aumentar la desconfianza. La sociedad mexicana, llena de lastres, va dando tumbos. Los mexicanos todavía creemos que en las universidades públicas hay una palanca para cambiar el rumbo. Para romper el escepticismo y la parálisis, las amenazas de ingobernabilidad.

Además, de que son un medio para combatir el agotamiento en la espera de mejores tiempos. Sirven en el presente y abren futuro. Permiten andar en medio de tanto tropiezo, incertidumbre y riesgo. Por la vía de la educación superior pública se gana confianza en las instituciones que marcan camino. Es una experiencia histórica.

Aparte. El 15 de agosto pasado dio inicio el Segundo Curso Interinstitucional del Seminario de Educación Superior de la UNAM. Este año, los trabajos del Seminario están dedica dos a "La universidad pública en el México de hoy". El programa y los materiales se encuentran en la página web del seminario, www.ses.unam.mx.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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