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El foro
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 228 [2007-06-14]
 

El Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) es una de las instancias más activas en el conjunto de estructuras relativamente recientes de formulación de políticas científicas y tecnológicas. El próximo mes de septiembre cumplirá cinco años de funcionamiento como tal y, a diferencia de los órganos legalmente constituidos con los que comparte la misma responsabilidad, ha desplegado una intensa y creciente actividad en el sector.

Efectivamente, en la normatividad científica, aparte del Conacyt, se pueden distinguir tres organismos más encargados del diseño de las políticas del sector. Está el Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, es el máximo órgano de política y coordinación, según se le define en la actual ley de ciencia. En su momento de creación, en el 2002, fue visto como uno de los mayores logros en los cambios de la regulación científica, pues se pensaba que al ser un órgano integrado por los titulares del más alto nivel, como el presidente de la República -como cabeza del consejo- y los 15 secretarios de Estado que tienen que ver con el área, el problema de las decisiones, los recursos y la continuidad de las políticas estarían solucionados. Pero no, ni unas ni otros.

El Consejo sesionó tres veces en estos cinco años y poco se supo de sus resoluciones. En la última reunión, el entonces presidente Fox, después de algunos llamados generales a los integrantes para que propusieran un nuevo esquema de distribución de los recursos en la materia y señalaran orientaciones para encauzar las actividades, solamente expresó la necesidad de que el Consejo General se reuniese más de 12 veces por año, aunque él no estuviera presente (Boletín 17.12.2003). Hasta ahí llegó el asunto.

Otras de las estructuras es la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología, un órgano de contacto entre el gobierno federal y entidades federativas, también fue creado en el 2002. Pero, como lo comentamos aquí la semana anterior, después de escasas reuniones y acuerdos, apenas está intentando volver a reactivarse en este año. De forma que no ha tenido un papel relevante, al menos no lo tuvo en la administración anterior.

La tercera estructura es el FCCyT. En este caso, según sus estatutos, está constituido como una asociación civil y se le define en la ley de ciencia como un "órgano autónomo y permanente de consulta", tanto del ejecutivo federal como del Consejo General y la junta de gobierno de Conacyt. Su principal función es la de "promover la expresión" de los actores más representativos del sector, como los científicos, los empresarios, los tecnólogos, los académicos o las instituciones más sobresalientes, para la formulación de propuestas en materia de políticas y programas de investigación científica y tecnológica (artículo 36).

Aunque el foro se integró en septiembre del 2002, conforme lo indicaba la entonces nueva ley de ciencia que en ese mismo año se promulgó, en realidad desde la ley anterior, la de 1999, ya estaba definido. Lo que cambió fue el nombre -en ese entonces se le llamó foro permanente- , su composición y algunas precisiones sobre su funcionamiento.

Actualmente funciona a través de una mesa directiva de 17 integrantes (14 titulares representantes de instituciones científicas, empresariales y educativas, y 3 miembros del Sistema Nacional de Investigadores, electos por ellos mismos), presidida por un coordinador general que cambia cada dos años, tres comités especializados y algunos otros comités Ad hoc.

A diferencia del Consejo General o la Conferencia Nacional que se compone principalmente de autoridades del área, se supone que el Foro es un mecanismo de participación de los destinatarios de las políticas y se integra bajo criterios de pluralidad, renovación periódica, representatividad de diversas áreas de la comunidad científica y tecnológica y de los sectores público y privado.

Lo cierto es que en estos cinco años el Foro ha celebrado múltiples convenios, seminarios, congresos y reuniones sobre política científica, lo mismo que ha emitido opiniones sobre la mayor parte de los programas en marcha del sector. También ha formulado sus propuestas de política científica y tecnológica, basta recordar su documento de "Bases para una política de Estado" del año pasado, su controvertida propuesta de crear una secretaría de Estado para ciencia y tecnología o la reciente propuesta en marcha de una nueva ley de ciencia en la que se incorpora el tema de la innovación.

Independientemente del contenido, destino y efectos de las propuestas del Foro, lo que es evidente es que se trata de una estructura que desempeña un papel relevante en la formulación de políticas en el sector. A la vista de lo que ha ocurrido con el Consejo General o con la Conferencia Nacional que buscaron infructuosa y erróneamente acercar las decisiones a las máximas autoridades, resulta conveniente repensar el amplio dispositivo organizacional del sector para volver a definir funciones y capacidades deseables de las diferentes estructuras, particularmente de órganos intermedios como el FCCyT.


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