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Hacia una política de cambio en la educación
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 220 [2007-04-19]
 

1. Hace mucho tiempo que la economía no lleva un rumbo de crecimiento que resuelva los problemas sociales del país. La distribución del ingreso sigue siendo muy desigual. Las políticas públicas no corrigen el que sólo algunos ganen. Los ciudadanos no se sienten objeto de las leyes y menos partícipes en las tareas legislativas. La reforma del Estado se ha tardado en llegar. Urge reconstruir nuestras instituciones. Subirnos a la ola del conocimiento, lo que supone un cambio de fondo en el sistema educativo.

Sería bueno que al Estado se le comenzara a reformar por la parte educativa. Aquí hay un reto mayúsculo cuyas incógnitas pueden comenzar a despejarse con el nuevo plan nacional de educación. Esperamos que esté dirigido a solucionar, con el tiempo, cuestiones urgentes y trascendentes. En la parte política, quitar el lastre que pone el sindicato magisterial a las transformaciones del sector. Ordenar la situación que priva en la enseñanza media superior, elevar el presupuesto, la cobertura y calidad en la educación superior.

Las decisiones para una mejoría en la educación son muchas y muy complejas. Y justo por ello darle una nueva institucionalidad al sistema educativo es crucial. ¿Por qué? Debido a que el cambio social requiere forzosamente valores, actitudes, conductas e incentivos que se aprenden en la escuela. Debido a que en los actuales momentos es indispensable contar con una fuerza de trabajo que tenga un saber y habilidades que únicamente se adquieren con una educación que, desde la primaria, ponga énfasis en la ciencia, la tecnología y las matemáticas. Pero también en el estudio de la lógica, la lengua y la historia.

2. Sin un sistema educativo hecho para los nuevos tiempos, se augura malos tiempos para México. Entre otras cosas, por no haber aprendido y no tener capacidad para remontar los fracasos. Sobre el fracaso educativo para muestra basta un botón.

En la revista Educación 2001, núm. 142, se presenta una encuesta, elaborada por Consulta Mitofsky, que respondieron mexicanos mayores de 18 años. Los resultados indican que más de dos quintos de la población no saben sumar, multiplicar y dividir combinadamente. Señala, asimismo, que el diez por ciento de quienes cuentan con licenciatura no respondieron correctamente operaciones aritméticas simples. Ni para que hablar de lo dramático de estos hechos y menos si se juntan con el mal manejo de la lengua.

3. Frente a las dificultades que tiene la educación, hay algunas luces en el camino. Estamos en una coyuntura en la que el Subsecretario de Educación Superior y tres funcionarios de primer nivel en el CONACYT son profesores-investigadores universitarios (éstos últimos de la UNAM, UABC y UAM). Colegas que en el curso del sexenio tienen una enorme responsabilidad con el país y con nosotros los miembros de la comunidad académica. Ellos, y sus colaboradores, tienen condiciones de pensar hacia delante y poner a la educación en otro cauce de la historia. A nosotros, los investigadores en activo, nos toca la crítica constructiva, mantener una actitud propositiva y hacer que se nos escuche. Tener voz autorizada para el diálogo.

4. El Dr. Juan Ramón de la Fuente, en una conferencia reciente, llamó una vez más la atención al espíritu del cambio en la educación. El rector de la UNAM dijo que las palabras clave para la educación superior son equidad y calidad.

El Señor Rector señaló, acertadamente, que el sistema educativo seguirá fracasando sino cumple con sus objetivos: abrir más oportunidades a los jóvenes y reducir la brecha de la desigualdad social. Dijo que a la educación hay que considerarla como un bien público e instrumento de capilaridad social. Agregó que es imprescindible contar con una universidad pública de calidad, laica y competitiva.

Colofón. Discursos sobre la dirección del cambio educativo y una praxis para que la educación y la ciencia sirvan al desarrollo nacional deberían orientar la reforma del Estado. Las universidades públicas están en el centro de los cambios sociales, no sólo por la sustancia de su quehacer. También porque son instituciones a las que se les tiene confianza. Y porque buenas universidades públicas van de la mano con el avance de la cultura. Son vitales para que transformemos la sociedad y la política en México.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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