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Rosa Parks
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 167 [2006-03-03]
 

Los recursos humanos son uno de los factores que se asocia claramente a las potencialidades de los sistemas científicos y tecnológicos y, desde luego, al desarrollo de la sociedad. En México, con cierta reiteración, se indica que sus investigadores son de primer nivel y altamente competitivos. Con independencia de que así sea, lo cierto es que el conjunto de recursos humanos calificados en el país es muy reducido y está muy centralizado. Paradójicamente, desde el mercado laboral se envían señales desalentadoras para quienes buscan una formación de alto nivel, al hacer notar que se trata de un mercado saturado (tanto en el sector público como en el privado) y con escasas posibilidades de absorción para esos perfiles. Igualmente, desde la parte gubernamental se expresa la idea errónea de que tenemos demasiados estudiantes a nivel profesional y pocos a nivel técnico. No, tenemos pocos en uno y en otro nivel. Tendría que hacerse un mayor esfuerzo en este terreno

De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada sumaba el año anterior un total de 41.3 millones de personas. De ese total, según sus propias estimaciones, una cuarta parte no había concluido su instrucción primaria, otra proporción similar contaba solamente con la primaria, el 28 por ciento había completado sus estudios de secundaria y solamente el 19.3 por ciento contaba con un nivel instrucción de educación media superior o superior. Es decir, que más de tres cuartas partes de la PEA ocupada solamente cuenta con educación básica o menos y, obviamente, se concentra en los deciles de menores ingresos

Si tomamos en cuenta los recursos humanos que se desempeñan en el sistema científico y tecnológico las cifras no son mejores. Los anexos estadísticos del 5to Informe de Gobierno destacan que poco más de 37 mil personas con estudios de posgrado se desempeñan en el conjunto de universidades públicas y privadas, en centros públicos de investigación y en el sector productivo. Nuevamente, para tener una idea aproximada del volumen que representa esa cifra, considérese que solamente en el sector académico, que es donde se concentran las actividades de investigación y desarrollo, el total de personal (más bien de plazas) a nivel licenciatura en las instituciones de nivel superior es de poco más 214 mil, en cifras redondas. Es una comparación sumamente gruesa, porque no se trata del mismo universo de personas, pero de cualquiera forma las proporciones muestran lo reducido de la primer cifra en comparación con la segunda.

Más aún, de las más de 37 mil personas que se reconocen como recursos humanos en el sistema de ciencia y tecnología, solamente 11,500 (30 por ciento) pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que sería uno de los indicadores que por diferentes motivos reflejan con mayor precisión el tamaño de la planta de investigadores en el país.

La comparación internacional también muestra la insuficiencia en materia de recursos humanos dedicados a la actividad científica y la dimensión que adquiere en el país. Por ejemplo, la proporción de investigadores por cada mil integrantes de la PEA, en el caso de México es de 0.67 y países como Brasil, Chile, Argentina o Cuba triplican esa proporción (www.ricyt.org). Si la comparación es con el promedio de los países de la OCDE, la diferencia entonces es diez veces mayor.

Esta administración reconoció la necesidad de un mayor impulso a la formación de recursos humanos y se planteó metas muy ambiciosas: triplicar el personal con posgrado, cuadruplicar los miembros del SNI, duplicar las nuevas plazas para investigadores, etcétera. Ahora constatamos que los propósitos en este terreno quedaron muy atrás de lo que se alcanzó; no llegó ni siquiera a la mitad de lo que se había propuesto. Conviene reconocer que se han dado avances importantes, desafortunadamente no los que se esperaban ni tampoco los suficientes para hacer frente a un entorno altamente competitivo y que apuesta por personal altamente calificado (la fuerza de trabajo barata ya no es suficiente).

En el actual contexto de ofertas electorales es importante subrayar la necesidad de una política de largo plazo y claramente definida de formación de recursos, en donde figura en primer plano la ampliación de oportunidades educativas, equitativas, de calidad, en todos los niveles (los de mayor calificación no saltan de la educación básica al posgrado y es innecesario recordar la todavía escasa cobertura del nivel superior), la garantía de su permanencia y de inserción en el mercado laboral. Nada más y nada menos


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