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Becas de ciencia y tecnología: ¿La gota que derrama el vaso?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 689, pp. 5 [2017-03-23]
 

¿La demora en responder, la ausencia de argumentos o los errores en las decisiones de Conacyt son deliberados? Podría ser o no. Lo cierto es que el organismo rector de la política científica y tecnológica parece empeñado en atizar rebeliones en el sector y levantarse de espaldas a la solicitud de explicaciones. El tema de las becas es el caso más reciente. Todo comenzó con el ajuste para determinar el monto de las becas para estudios de posgrado nacionales. La modificación, como debió ocurrir con el conjunto de normas que estaban fijadas al salario mínimo, obedeció al decreto de reforma constitucional de enero de 2016 que mandató la desindexación del salario mínimo de todas aquellas regulaciones que lo tenían como base de cálculo.

El cambio en el primer párrafo de la fracción VI del artículo 123 constitucional, claramente indicó que “el salario mínimo no podrá ser utilizado como índice, unidad, base, medida o referencia para fines ajenos a su naturaleza” (DOF. 27.01.2016: 3). Uno de los primeros pasos, necesario e importante, para establecer una política de mejora del salario sin alterar múltiples leyes que estaban vinculadas. En lugar de unidades de salario mínimo, el Inegi calculará el valor de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) “que será utilizada como unidad de cuenta, índice, base, medida o referencia para determinar la cuantía del pago de las obligaciones y supuestos previstos en las leyes federales, de las entidades federativas y del Distrito Federal, así como en las disposiciones jurídicas que emanen de todas las anteriores”. Es decir, en adelante será la UMA la unidad de referencia en el cuerpo de leyes, no el salario mínimo.

En estas mismas páginas, a propósito del nuevo reglamento del SNI del pasado mes de enero, comentamos la modificación constitucional y sus implicaciones para determinar los montos actuales de incentivo para los investigadores (Campus Milenio No. 691). Por cierto, en ese momento, por alguna razón que hasta ahora se desconoce, en ese nuevo reglamento no se tomó como referencia la UMA. Posteriormente, Conacyt informó que para el segundo trimestre de este año se actualizaría conforme la UMA. Quién sabe por qué lo primero y también lo segundo.

En fin, regresando al asunto de los becarios y la UMA como unidad de referencia, al entrar en vigor en enero de este año, los estudiantes beneficiarios hicieron sus cuentas y determinaron que con la nueva base de cálculo, a la larga, recibirían un monto menor y comenzaron a inconformarse. Desde luego, las autoridades de Conacyt, no se ocuparon de informar la nueva disposición, tampoco de la importancia que tiene la UMA para mejorar el salario mínimo ni de precisar cómo era el cálculo de los nuevos montos de beca —ahora dicen que lo hicieron con los coordinadores de los programas de posgrado—, hasta que fueron creciendo las protestas de los estudiantes.

Las autoridades del sector, al error en la comunicación sobre la entrada en vigor de la UMA como unidad de referencia, sumaron otro error más: el plazo de emisión de la convocatoria de becas nacionales y la anticipación de sus términos. Esto es, algunos programas de instituciones de educación superior, pertenecientes al Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), realizaron su proceso de selección en el último trimestre del año pasado y comenzaron sus cursos en este año, cuando todavía no salía la convocatoria de becas Conacyt.

La sorpresa, para múltiples programas, y el caso de la UAM es ilustrativo, es que el mes pasado, cuando se emitió la convocatoria, ahí se anotaba que la asignación de becas sería “con base al número de becas otorgadas en periodos pasados” y conforme la disponibilidad presupuestal. El problema es que varios programas, respecto de periodos anteriores, aceptaron un número mayor de estudiantes y, conforme a las nuevas disposiciones, ahora es posible que una buena parte de jóvenes no cuenten con becas de apoyo. Las autoridades de la UAM-Iztapalapa, en carta pública, han dicho que “la decisión tomada afecta gravemente el desarrollo del posgrado en el conjunto de universidades” (17.03.2017).

En estricto sentido, las autoridades de Conacyt tienen razón cuando señalan que prometieron no recortar el número de becas: el volumen se mantiene, aunque no crece. El problema es que una de las bases de funcionamiento de los programas pertenecientes al PNPC era que, en principio, todos sus estudiantes podían contar con becas de apoyo y el número sería creciente. Ese era uno de los principales incentivos de pertenencia al Padrón, tanto para las instituciones como para los jóvenes aspirantes. Y muchos de estos últimos hacen planes en función de tales incentivos.

Si ahora resulta que son otros los términos de las becas, es un cambio de señal importante que debió comunicarse con anticipación a los destinatarios. Pero no, otra vez, solamente una ausencia de explicaciones de la autoridad del sector; una sucesión de hechos consumados que buscan salida, tarde y mal.


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