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Nuevo rector, ratificación de principios
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 243 [2007-10-04]
 

Muy pronto habrá en la UNAM un nuevo rector. La comunidad está inquieta por saber quién será, y también porque hay temor de que con la salida del doctor Juan Ramón de la Fuente la institución pierda la fortaleza que adquirió durante el tiempo que duró su rectorado. Entre otras cosas, se teme que, otra vez, se vuelquen sobre la institución las fuerzas hostiles a "lo público" y a "lo nacional", que desde hace años existen en México. Hoy sería un grave error no ver que estas fuerzas existen, y que es probable que busquen aprovechar cualquier coyuntura para retomar sus campañas de desprestigio contra la UNAM y, en general, contra la universidad pública.

Es cierto que en 1999, cuando llegó De la Fuente a la UNAM, la situación en la institución era de franca crisis: la calidad académica estaba científica y socialmente cuestionada y el financiamiento y los apoyos del gobierno a la institución eran relativamente exiguos y se hallaban en tensión.

Ahora bien, el elemento más profundo de los causales de la crisis era que se había roto la relación tradicional que integra los ideales de la universidad pública con los de la juventud. Los jóvenes mexicanos habían recibido el mensaje de que la UNAM estaba dispuesta a traicionar los ideales que dan sustento al principio de gratuidad de la educación, en un país donde la mayor parte de su población es pobre. Esto, para colmo, había vulnerado la cohesión existente en el interior de la comunidad universitaria.

Pero, pasados ocho años, hoy, la UNAM proyecta fortaleza y ha adquirido solvencia y dignidad frente a la sociedad y ante sí misma. Esto es así porque, además de haber cumplido cabalmente su trabajo académico, haciendo uso de su autonomía, la UNAM no se rindió ante las políticas predeterminadas, que le exigían a las universidades públicas claudicar de su convicción de que el conocimiento, el aprendizaje, la ciencia y el desarrollo tecnológico deben ser bienes de carácter esencialmente público; aceptar descender en la jerarquía de prestigio, frente a las universidades privadas, y dejar los problemas educativos de los jóvenes mexicanos en manos de las "soluciones" que les brinda el mercado.

Es cierto, la UNAM no se ha rendido ante tales exigencias, y ahora mantiene una representación de sí misma que la afirma y valoriza como una universidad de gran calidad académica, que no por ello tuvo que renunciar a sus compromisos con "lo público" y con "lo nacional".

Entonces, ahora lo que toca es ratificar esta imagen que la ubica como agente que da sentido a la función social de la universidad pública y a la democracia.

Estoy segura que la fuerza inspiradora que emana de la defensa de esta postura permitirá que la UNAM continúe fortaleciéndose, aunque, sin duda, también serán necesarios la crítica y el combate de una vida universitaria que inhiba los rendimientos académicos, ligados a la calidad, la pertinencia y la eficiencia, y en general a las nuevas formas de organización y de pensamiento que exige el actual contexto de complejidad y competencia.

Finalmente, en estos momentos en los que la comunidad universitaria se encuentra reflexionando en quién podría ser el mejor rector para la UNAM, es bueno recordar que el futuro de la universidad pública, el del país y el de los jóvenes mexicanos se encuentra entrelazado.

Si la UNAM refrenda su compromiso con la búsqueda de un futuro más justo y mejor para los jóvenes, la institución estará forjando para ella y para México este mismo destino. En este sentido, me parece importante que tomemos en cuenta que hoy los jóvenes otorgan mayor credibilidad a lo que dice la universidad pública que a las voces levantadas por políticos, instituciones gubernamentales y laborales, y hasta por los medios. Los resultados de la Encuesta Nacional de Juventud 2005 lo demuestran:

En la realidad histórica presente, donde es innegable que a la universidad pública la asechan intereses y fuerzas contrarias a sus principios, es fundamental que los jóvenes permanezcan de su lado. Ojalá y que el próximo rector de la UNAM sea alguien interesado en los jóvenes para que comprenda lo importante que resulta no defraudarlos.



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