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Programas de posgrado: ¿Mexicanización o internacionalización?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 605, pp.5 [2015-04-30]
 

Durante décadas se tomó como referencia inequívoca el número de becas al extranjero otorgadas por Conacyt para saber la cantidad de jóvenes mexicanos estudiando algún posgrado fuera del país. El dato no era del todo exacto, pero el volumen del posgrado nacional y de becarios era relativamente reducido, así que no parecía tener mayor importancia contar con un reporte puntual de las cifras. Todavía menos significativo y de menor relevancia era llevar un registro nacional de las migraciones, forzadas o voluntarias, atraídas por una benevolente política exterior mexicana del siglo pasado, provenientes de América del Sur, pero también de Europa y de otras latitudes, cuyos jóvenes se sumaron a los estudios superiores en México. Si al caso, el registro quedó perdido en los informes y memorias de las respectivas instituciones donde se matricularon.

Sin embargo, al cambio de siglo, los vientos de una etérea sociedad del conocimiento se sintieron con mayor vigor, tanto como la presión por incrementar la formación de recursos humanos de alto nivel y fomentar su circulación, lo mismo que la demanda de transparencia en las acciones de gobierno, la rendición de cuentas y el orden en las estadísticas nacionales. La precisión de las cifras adquirió otra dimensión.

En el año 2000, lo hemos comentado aquí mismo, con motivo de las tres décadas del programa de becas de Conacyt, éste publicó un reporte en el que intentó precisar el impacto social y económico de su programa. Uno de sus cálculos era que a lo largo de los primeros 30 años de duración de apoyo se habían otorgado 100 mil becas. De acuerdo a sus mismas cuentas, 74 por ciento de ese total fueron becas nacionales y 26 por ciento restante para estudios en el extranjero.

Según los datos oficiales, en 1971, cuando Conacyt comenzó su sostenida política de apoyos, había 580 becarios, de los cuales 202 estudiaban en el país y 378 lo hacían en el extranjero. Es decir, casi dos tercios de becas eran para el extranjero y el resto nacionales. En ese mismo año, la matrícula total del posgrado sumaba 6 mil 484 estudiantes.

Actualmente, de acuerdo con la estimación del más reciente informe de gobierno —las estadísticas de Conacyt siguen sin actualizarse desde el 2012—, el total de becas vigentes es de 54 mil 841. De ese total, 50 mil 209 son nacionales y 4 mil 632 son para el extranjero. En términos porcentuales: 92 por ciento en el primer caso y 8 por ciento en el segundo. Al mismo tiempo, suman poco más de 242 mil estudiantes en posgrado.

Es evidente que el volumen de becas y la matrícula de posgrado se ha incrementado notablemente en estos más de 40 años. Pero también es claro que se ha invertido completamente la proporción de los apoyos para el posgrado: comenzó mayoritariamente con un respaldo para estudios en el extranjero y ahora lo es para los estudios nacionales. La participación relativa de becas al extranjero pasó de 66 a 8 por ciento del total.

Uno de los argumentos que se ha destacado para la reducción de los apoyos para estudiar fuera del país es que guarda una relación inversa con la consolidación del posgrado nacional. Esto es, se enviaba a los estudiantes a estudiar al extranjero cuando los programas nacionales no alcanzaban un estándar de calidad y se quedan en el país ahora que ya están acreditados.

El asunto es que las presiones por la movilidad dispar de los jóvenes sigue en aumento. En ocasiones anteriores nos hemos referido a la idea del Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (FOBESII) y la de “Proyecta 100 mil” que intentan incrementar el volumen de estudiantes mexicanos en el exterior y viceversa.

En la reciente “Feria de posgrados de calidad”, la directora de becas y posgrado de Conacyt, Dolores Sánchez, señaló que el posgrado nacional “se ve cada vez más sólido, por lo tanto, cada vez estamos atrayendo más becarios extranjeros a México”. Además, dio algunas cifras reveladoras, por ejemplo, señaló que “Colombia ocupa el primer lugar en número de becarios que vienen a estudiar México (874), después está Cuba (267), España (134), Ecuador (120) y Chile (76)” (Boletín 090. FCCyT). Valdría la pena un examen más detallado de las cifras.

Todavía se ve lejos un gran volumen de estudiantes mexicanos en el exterior y más lejos un posgrado nacional como gran polo de atracción internacional. ¿Serán fuerzas centrífugas o centrípetas? Sin embargo, por lo menos habría que comenzar por lo más elemental: compilar información relativamente precisa y fidedigna de la movilidad estudiantil internacional de México. A este respecto, uno de los esfuerzos más notables es la Encuesta Patlani. Ya veremos qué sigue.


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