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El mercado llegó a la investigación universitaria
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 576 [2014-09-18]
 

El énfasis en el mercado vino junto con la globalización, impulsada por las universidades de investigación de los países ricos. Los vínculos entre el mercado y la universidad son extensos y complejos. El mercado no se relaciona con la universidad solo en el ámbito laboral, como lo he tratado anteriormente.

La globalización se ha dado en un escenario internacional de intercambios y tratados comerciales entre los países. En este proceso, el mercado ganó preponderancia y reconocimiento como un elemento central que influye en los patrones de desarrollo de las naciones. Con su predominio, la globalización instaló la competencia en todos los órdenes de la sociedad. Así, la educación superior y el conocimiento se convirtieron en factores claves de la competitividad de las naciones, en su aspiración por volverse sociedades basadas en la economía del conocimiento. El mercado no sobresalió espontáneamente a fines del Siglo XX. Fue catapultado por fuerzas políticas que han impuesto su hegemonía y dominación en el mundo.

El mercado y la competencia por recursos llegaron a la universidad por diversos caminos (Marginson,2003; Marginson y van der Wende,2006; Brunner y Uribe, 2007). Basado en muchos autores, ilustraré cómo el mercado extendió sus redes a las universidades a través de la investigación. En los países centrales, y frente al Estado modesto y las restricciones financieras, las universidades y sus académicos tuvieron que dirigirse a una variedad de fuentes, en la esfera pública y en el sector privado, para obtener apoyos económicos para sus proyectos. Así, las investigaciones se orientaron, cada vez más, por intereses de los donadores, y ligadas al nuevo patrón económico fincado en el conocimiento. En el caso de las universidades de investigación, la búsqueda y obtención de fondos externos trajo consigo “el capitalismo académico” (Slaughter y Leslie 1999 y Slaughter y Rhoades, 2010), noción formulada y sustentada en las transformaciones que experimentaron las universidades, en varios países centrales, particularmente en Estados Unidos.

Los académicos comenzaron a competir con criterios de mercado para conseguir apoyos económicos para sus investigaciones. En las universidades se crearon redes y circuitos de conocimiento que, al conectarse con la economía, se volvieron una especie de puente entre la educación pública y el sector privado. Hay, además, ejemplos de universidades que han funcionado como laboratorios de grandes empresas transnacionales, o como “think tanks”, para apoyar decisiones y políticas gubernamentales, incluso de carácter diplomático.

El capitalismo académico en las universidades trajo nuevos modelos de gestión y organización para producir y vender conocimiento, manejar e incrementar los flujos de dinero. Igualmente, dio lugar a cambios en el trabajo, en los valores y en las lealtades de los académicos con sus instituciones, por cuanto una parte de sus ingresos dejó de depender directamente de la propia universidad. La multiplicación de fuentes para financiar proyectos introdujo la competencia en la academia, por méritos y prestigio, para ganar remuneraciones adicionales. Los mecanismos de evaluación modificaron las pautas de la actividad garantizadas por la libertad académica.

Eduardo Ibarra (2005) reflexionó sobre el capitalismo académico en los márgenes. Examinó las transformaciones en las universidades mexicanas, encontrando una presencia creciente del capitalismo académico, en algunas zonas del sistema de educación superior, vinculadas a la investigación. Las políticas públicas de ciencia en el país estimularon la competencia para conseguir fondos y otros mecanismos de mercado (Canales, 2011). Más recientemente, en algunas disciplinas, los investigadores se han vuelto emprendedores; están creando empresas propias con los resultados de su trabajo en las universidades públicas.

La influencia del mercado significó la individualización y desinstitucionalización del trabajo académico, (Suárez y Muñoz, 2004). En México, los académicos tienen bajos sueldos tabulares y casi todos compiten por becas para incrementarlos. En las universidades públicas, la becarización es una extensión de los mecanismos del mercado (Suárez, 2011) Además, han aparecido formas de flexibilización del trabajo en las universidades particulares (Gil, 2004) y entre los académicos jóvenes en las universidades públicas. Cada vez es más común que los investigadores de prestigio contraten, por periodos cortos y para realizar tareas específicas en proyectos, a doctorantes y post-doctorantes, integrados a una población excedente a la oferta de plazas académicas.

El mercado llegó a la investigación universitaria en México con criterios economicistas, de “productividad”, publicar o perecer, que han modificado los propósitos de la academia. Cito de nuevo a Ibarra: los universitarios habremos de tener cuidado para que el mercado no nos haga perder “el control, apropiación y distribución del conocimiento, activo fundamental para la competencia global”. La resistencia contra los efectos negativos del mercado habrá que armarla con la autonomía, como la mejor aliada de la universidad pública.


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