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Las mujeres tienen menor probabilidad de éxito en el examen de admisión de la UNAM
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 566 [2014-07-03]
 

El acceso al nivel de licenciatura de la UNAM para los egresados de los bachilleratos externos a la institución se pone cada vez más complicado. Al ciclo 2002-2003 buscaron ingresar, por la vía del concurso de selección, un total de 119 mil trescientos aspirantes. Fueron aceptados 14,960, es decir el 12.5 por ciento de la demanda, y finalmente se inscribieron 12,202, cantidad que equivale al 10.2 por ciento de los aspirantes.

Para el ciclo 2013-2014 se registraron 219,216 aspirantes, lo que representa un incremento de la demanda cercano a cien mil individuos más que hace una década, o un crecimiento aproximado a diez mil solicitudes adicionales al año. Es mucho. Del total de aspirantes de este año fueron aceptados 22,906, o sea 10.5 por ciento de la demanda, y completaron el proceso de inscripción 19,220, que representan el 8.8 por ciento de las solicitudes totales.

Aunque la tasa de admisión ha declinado con el tiempo, conviene reconocer el esfuerzo de la institución de buscar algunos equilibrios. Mientras que en 2002-2003 el primer ingreso a licenciatura estaba conformado por una proporción de 62 por ciento de los lugares para egresados del bachillerato de la UNAM, en el último registro dicha proporción disminuyó a 57 por ciento, lo que quiere decir que el crecimiento de la matrícula de la institución en los últimos años, principalmente centrada en las opciones de universidad abierta y a distancia, se ha traducido en un mayor número de lugares para quienes provienen de bachilleratos distintos a los de la Universidad.

Pero el crecimiento de la demanda estudiantil sobre la UNAM sofoca cualquier esquema de expansión del cupo de primer ingreso. Más aún, en un entorno tan competitivo como el que se escenifica en la actualidad, tienden a ocurrir efectos de desigualdad en el conjunto de los aspirantes. Tienen mayores probabilidades de ingreso quienes provienen de bachilleratos universitarios que los egresados de instituciones tecnológicas, y mayores también los que estudiaron en instituciones privadas.

Por ejemplo, de los egresados del CONALEP que solicitan ingreso, menos del cuatro por ciento consiguen entrar. Otro tanto ocurre con los provenientes de los Centros de Estudios Industriales, Tecnológicos y de Servicios (CETIS), cuya tasa de ingreso es de 4.5 por ciento. La proporción de ingreso de los egresados del Colegio de Bachilleres y de los Centros de Estudios de Bachillerato es prácticamente la misma, en torno a un 7.5 por ciento de la demanda. En cambio, aproximadamente un quince por ciento de los egresados de instituciones privadas logran el objetivo.

Un segundo vector de desigualdad está relacionado con el origen socioeconómico de los egresados. Los hijos de padres con estudios de al menos licenciatura tienen el doble de probabilidades de ingreso respecto al promedio general (10.5 por ciento) y el triple respecto a los hijos de padres con educación primaria. A medida que el procedimiento de admisión se hace más selectivo, es decir que se requieren puntajes superiores en la prueba de admisión para obtener un lugar en las licenciaturas de la UNAM, los factores sociales y escolares referidos tienen un efecto más pronunciado.

A la par de los primeros (escolares y sociales) también el examen está dejando en mayor desventaja al contingente femenino. En el proceso de admisión 2013-2014 la proporción de mujeres en el conjunto de aspirantes fue de 55 por ciento, dato que coincide, como es de esperarse, con la proporción femenina que prevalece en el egreso del nivel medio superior para el DF y el área metropolitana. En cambio, la proporción de mujeres aceptadas fue de sólo 44.1 por ciento. Hay entonces una pérdida de proporcionalidad entre los sexos de más de diez puntos porcentuales, que obviamente no cabe adjudicar al azar.

El cálculo de las probabilidades de ingreso a las licenciaturas de la UNAM por sexo reitera el fenómeno apuntado. Como ya se indicó, del total de aspirantes sólo consiguen ingresar el 10.5 por ciento. Diferenciada es probabilidad por sexo tenemos que el 13 por ciento de los hombres contra el 8.4 por ciento de las mujeres tienen acceso. ¿A qué se debe?

La literatura internacional sobre el comportamiento diferenciado de los sexos en pruebas escolares a gran escala es muy amplia. Aunque hay debate acerca de las causas de los resultados diferenciados, en general se acepta que los instrumentos de medición pueden corregir los sesgos de género que han sido detectados —mediante una calibración de los reactivos que preste atención a este aspecto—, para brindar oportunidades equitativas a los hombres y las mujeres. Es algo que se puede y debería hacer en el caso del concurso de admisión a la UNAM. Es muy importante y serviría de ejemplo para otros procesos de admisión que hacen uso de instrumentos estandarizados.


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