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Desde la Universidad. Algunos puntos sobre la coyuntura política
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 187 [2006-07-27]
 

En estos días de asueto he leído la prensa con mayor detenimiento que de costumbre. Noté que el lenguaje político iba subiendo de tono. Por ejemplo, el 17 de Julio del año en curso se decía en la primera plana del periódico UNO MAS UNO: "Igual que el Hezbollah en Líbano, AMLO busca desestabilizar el país". Mis continuas lecturas de la prensa y mi entorno me han hecho sentir que en la política las cosas van de mal en peor. Me han hecho atreverme a expresar lo siguiente:

1. Al igual que yo, mis colegas académicos están preocupados del desenlace de la elección. Pintan escenarios de una creciente tensión. Los científicos se animan a comentar que es indispensable aclarar la "cuestión técnica", la que se refiere al cómputo, la aritmética, la matemática y la estadística. Sostienen con buenos argumentos que hubo trampa y presentan, curvas y gráficas, ejercicios que demuestran la falta de aleatoriedad en las distribuciones.

Los antropólogos han establecido las afinidades que constituyen las redes del poder para explicar la confrontación. Los científicos sociales brindan elementos para sustentar cómo y por qué llega a la población la duda sobre el resultado de los cómputos electorales.

Su inquietud está radicada en el mundo de las percepciones -que cuentan mucho en política-. Observan y dan sentido político a sentimientos de enojo, frustración, rencor, odio y desprecio que animan acciones de agresión y resistencia. Que crean un ambiente de conflicto inédito.

La interpretación y reflexión de lo que acontece en el mundo de lo imaginario, de lo simbólico, consiguen reflejar a las personas, las agrupaciones y las clases sociales. Procesos subjetivos que el uso de la estadística no nos permite entender y que son fundamentales para dar respuesta a la coyuntura.

En nuestras pláticas aparece muy claro que lo que hacemos desde planos diferentes de la realidad se complementa. El análisis cuantitativo y cualitativo, por así decir, abre alternativas de salida a lo que se puede convertir en una crisis política de proporciones desconocidas. Vivimos en un campo de historicidad complejo que requiere el compromiso intelectual y político de todos los académicos para aclararlo. También para difundir nuestras ideas.

2. En las ciencias sociales y las humanidades no hay paradigmas únicos para examinar la realidad. Por ello, quienes las cultivamos estamos en la obligación de utilizar y evidenciar conceptos, teorizaciones que permitan descifrar e interpretar el mundo político. Dar herramientas para reformar las instituciones o preservar aquellas de carácter público que se han construido con empeño y que en las circunstancias actuales corren peligro de desaparecer impulsando el retroceso de la sociedad.

Nos toca a los científicos sociales orientar el cambio de la política porque en ella se define el destino de las personas y la sociedad. Contribuir a que se haga una política distinta a la actual para que los problemas del poder y el gobierno tengan un desahogo que anime lo público y el desarrollo democrático de la sociedad. Para que el Estado se reforme en serio y pueda cumplir como garante de la justicia distributiva dirigida a toda la ciudadanía. Finalmente, para que se forme una sociedad civil cada vez más fuerte.

3. En varios artículos, aquí en Campus, he reiterado que los principales desafíos de nuestro país son destruir la pobreza y construir un régimen de vida democrático. Acabar con la pobreza demanda un proyecto de nación de largo plazo que se proponga una distribución social equitativa de los bienes materiales y satisfactores culturales con que cuente el país.

Desde Myrdal, en el Asian Drama, aprendí lo difícil que es combatirla. Shorris dice que la pobreza está rodeada por fuerzas (violencia, drogadicción, enfermedades, hambre, ignorancia) que impiden salir de ella. Y lo dramático es que una sociedad llena de pobres, de miserables como en la novela de Víctor Hugo, tiene enormes dificultades para instalar una democracia plena, que funcione bajo principios que todos acepten. Con pobreza no hay democracia. En la existencia de una ciudadanía reflexiva la buena educación juega un papel crucial.

Sí se pone en riesgo esta democracia tan llena de tropiezos, perderemos las condiciones que la ligan con la justicia social y la igualdad, esenciales para luchar contra la pobreza. Vamos a perder una forma de gobierno que respete nuestros derechos políticos y la posibilidad de que el cambio en el poder se haga pacíficamente.

4. Atención. Lo que pase en las próximas semanas, nos atañe a los universitarios, porque la política de la ciencia y de la educación superior dependerá de lo que ocurra con el resultado de las elecciones y la instauración de un nuevo gobierno en México.


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