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El debate de la cobertura
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 517 [2013-07-04]
 

En el debate sobre la educación superior hay temas recurrentes, uno de ellos es el nivel de cobertura de la oferta. El indicador respectivo, la tasa bruta de cobertura (TBC), se construye de manera muy simple: es el resultado dividir la población escolar de año dado, entre el volumen del grupo de edad entre 19 y 23 años correspondiente al mismo punto temporal. El resultado de la división se multiplica por cien y listo.

La TBC no es, en sentido estricto, una medida de inclusión. Se limita a comparar dos magnitudes: el tamaño del sistema y el de la población, pero tiene la ventaja que, desde la sencillez de su construcción, los resultados son comparables en tiempo y espacio. Eso sí, la precisión del indicador, y por lo tanto su verosimilitud, requiere que ambos componentes, matrícula y población, sean confiables. Ocurre que no siempre es así.

Hace diez años, a mediados de 2003 se suscitó una interesante polémica motivada por declaraciones del entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, en el sentido en que la SEP podría estar “maquillando cifras” para esconder el déficit existente en materia de la oferta de educación superior pública. El trasfondo del asunto era el tema de los rechazados en las principales instituciones de la capital de la República. La SEP respondió, en voz del entonces titular, Reyes Tamez Guerra, que no era el caso pero que se reconocía la necesidad de revisar el asunto para contar con cifras más confiables. Se formó una comisión para estudiar el tema y se intercambiaron puntos de vista. El trabajo del grupo no tuvo mayor trascendencia salvo el de reconocer una problemática. Ahí paró.

Casi como un eco de aquellos días, recientemente ha resurgido la controversia sobre las cifras reales de cobertura. Las actuales autoridades educativas afirman que la cobertura de ninguna manera alcanza el nivel que se defendía a finales del sexenio pasado: más de treinta puntos, cerca de treinta y cinco. “Apenas es de 28 o 29 por ciento”, declaró el subsecretario de educación superior, Fernando Serrano Migallón, al diario El Universal el pasado 20 de junio.

¿Quién tiene razón? Depende que cifra de matrícula se tome en cuenta (sólo escolarizada o total, con o sin posgrado) y también que cifra de población se incluya. El indicador puede crecer o disminuir por esa decisión elemental. En esa y la próxima entrega examinaremos tanto el tema de la población como el de la matrícula.

Los vaivenes de las proyecciones CONAPO

En diciembre de 2002 el CONAPO dio a conocer las “Proyecciones de la población de México 2000-2050”. En ellas se tomaba como punto de partida una corrección del XII Censo Nacional de Población y Vivienda de más de 2.5 millones de personas. Según el censo, la población nacional del año 2000 ascendía a 97.5 millones de habitantes, mientras que el CONAPO adjudicó, para el mismo año, poco más de cien millones. La proyección 2002 estimaba que en 2005 se alcanzaría la cifra de 106.4 millones y en 2010 se llegaría a 111.6 millones.

Al promediar la primera década del siglo el INEGI llevó a cabo el II Conteo de Población y Vivienda 2005. Éste arrojó una cifra nacional de 103.3 millones de habitantes. La diferencia de tres millones menos, con respecto a la estimación del CONAPO, hizo pensar que el ejercicio de proyección debía actualizarse. A tal efecto se integró de inmediato una comisión (INEGI-COLMEX-CONAPO) para conciliar las proyecciones con base en los datos del conteo. Los primeros resultados de esa conciliación fueron dados a conocer en septiembre del 2006, en la víspera del último informe presidencial de Vicente Fox Quezada. No es irrelevante anotar que dicho informe utilizó las flamantes proyecciones para recalcular los indicadores que daban cuenta de las realizaciones del régimen.

La nueva serie, originalmente titulada “Proyecciones de la población de México 2005-2030”, presentó cifras más conservadoras que el ejercicio demográfico antecedente, es decir que las proyecciones CONAPO-2002. Para comenzar, se adjudicó al año 2000 una cifra de 98.4 millones de habitantes y al 2005 103.9 millones. Tales datos, en ambos casos, mucho más cercanos a la contabilidad tanto del censo 2000 como del conteo 2005. La proyección al 2010 fue fijada en 108 millones de individuos.

Las proyecciones CONAPO-2006 mejoró, entre otros aspectos, el nivel de cobertura que se calculaba para la educación superior. Mientras que en 2005 la cifra reportada fue de 23.1 por ciento, en 2006 se informó un indicador de 25.2 por ciento, en ambos casos tomando en consideración las matrículas escolarizada y no escolarizada de ese nivel de estudios. El aumento de dos puntos porcentuales en sólo un año se debió, precisamente, al nuevo cálculo poblacional. En 2007 se difundieron proyecciones ampliadas y corregidas, es decir la serie 2005-2030 se convirtió en 2005-2051 y se precisaron datos de nivel estatal y municipal.

En 2010, los resultados del XIII Censo Nacional de Población y Vivienda modificaron, de nueva cuenta, el panorama demográfico del país. Según esta fuente, ese año vivían en México 112.3 millones de personas: más de cuatro millones que las proyectadas por CONAPO en 2006. Resultaba, además, que la proyección CONAPO-2002 había sido mucho más precisa en su pronóstico para el mismo año. Lo que es lo mismo, la proyección CONAPO-2006 tendría que dejarse de lado, y de nueva cuenta proceder a un ejercicio de conciliación demográfica.

A pesar de la gran discrepancia entre los resultados censales de 2010 y las proyecciones aún vigentes, el mayor impacto demográfico se registró en los grupos de menor edad. El segmento entre 19 y 23 años, es decir al utilizado en el cálculo de cobertura de la educación superior, se incrementó solamente en un total de 183,505 individuos, lo que tendría un impacto marginal en el indicador. Al calcular la cobertura para 2010 con base en los resultados censales, el indicador alcanzaba la cifra de 29.4 por ciento en vez del 29.9 por ciento procedente de las proyecciones CONAPO. No gran cosa.

En las cifras de cobertura reportadas por el gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa en el quinto y sexto informe de gobierno (2011 y 2012) se enfatiza el cumplimiento y rebase de la meta planteada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el programa sectorial para el sexenio. Se hace notar que desde el ciclo 2011-2012 quedó superado el umbral de treinta puntos porcentuales con respecto a la matrícula de educación superior escolarizada, y más de treinta y dos por ciento al considerar, conjuntamente, la cifra de estudiantes en modalidades de educación abierta y a distancia. Al final del periodo presidencial se dio a conocer un dato de cobertura de más de treinta y cuatro por ciento si, a los datos ya referidos, se añadiera la población escolar del posgrado.

Pero los resultados de la conciliación, dados a conocer al público a finales de 2012 y todavía modificados en una segunda edición en el primer trimestre de 2013 cambian el panorama. La nueva proyección anota que, en 2010, había casi dos millones más personas que las contadas en el censo, y por lo tanto cerca de seis millones más que las estimadas en las proyecciones CONAPO-2006. Esta vez el efecto se deja sentir en el grupo de edad de 19 a 23 años. Según las nuevas proyecciones, en 2010 habían más de doscientos mil jóvenes que los registrados en el censo, y casi cuatrocientos mil más que los calculados en las proyecciones.

¿Cuál es entonces el nivel de cobertura en que nos encontramos en este momento? Veamos eso, con detalle, dentro de quince días.



Cuadro 1.


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