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¿Refundación de la universidad francesa? Primera parte
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 238 [2007-08-30]
 

Como se recordará, a comienzos de mayo de 2007, Nicolas Sarkozy, político de derecha impulsado por la Unión por un Movimiento Popular (UMP), alcanzó la primera magistratura francesa al derrotar por corto margen a la candidata socialista Ségolène Royal. Sarkozy nombró a François Fillon primer ministro quien, a su vez, designó a la ex diputada Valérie Pécresse al frente del Ministerio de Educación Superior e Investigación. A finales del mismo mes, la ministra Pécresse dio a conocer las líneas generales de su proyecto a través de una convocatoria a la "Concertación sobre la reforma de la educación superior".

El discurso de Pécresse, pronunciado el 31 de mayo frente a rectores y representantes de estudiantes, académicos y trabajadores de las universidades francesas, arranca con un enunciado de propósitos claro y simple: "La universidad francesa requiere de una renovación profunda" para posibilitar el protagonismo de Francia en las condiciones de competitividad del siglo XXI. "Colocar a la universidad a la altura de la ambición nacional" requiere, a juicio de la ministra, impulsar reformas jurídicas, académicas y administrativas que den lugar a una autonomía universitaria que libere fuerzas para el desarrollo de las instituciones y mejore la calidad, competitividad y pertinencia de la formación superior.

La reforma que se propone se basa en cinco pilares. El primero radica en las "condiciones de vida que permitan a todos nuestros jóvenes proseguir sus estudios." Al respecto, se considera no sólo la expansión y adecuación del sistema de becas y ayudas económicas, sino también los servicios de salud física y mental, la provisión de espacios para el deporte, la cultura y el entretenimiento, así como la atención particular a alumnos discapacitados. La cotidianidad estudiantil, dice Pécresse, ha de asimilarse al objetivo de una "vida decente".

El segundo pilar del proyecto consiste en "hacer más atractiva la carrera académica" lo que, se puede adivinar, significa el diseño e implantación de programas de incentivos semejantes a los cuales funcionan en otros países. El tercero es "ofrecer a todos las condiciones de trabajo materiales dignas de la misión que la nación les confiere", propuesta que no está centrada tanto en la mejora salarial, como en asegurar que los espacios universitarios (aulas, talleres, laboratorios, cubículos, etcétera) aseguren un ambiente de trabajo digno, adecuado y atractivo para la vida académica.

El cuarto pilar plantea desarrollar una planta de "jóvenes investigadores y profesores investigadores que esté a la altura de lo que está en juego en el plano de la investigación internacional". Este reto implica formar cuadros científicos al más alto nivel posible y acercar los recursos materiales y financieros que reclama la investigación de frontera. Para lograr tales propósitos se convoca a la participación orgánica de la Agencia Nacional de Investigación y a la Agencia de Evaluación para la Investigación y la Educación Superior (AERES), la primera de carácter gubernamental y la segunda independiente de la administración pública.

Por último, el quinto pilar del proyecto, sugerido según la ministra por representantes estudiantiles, es enunciado como la necesidad de concentrar la atención en la licenciatura. Al respecto, Pécresse hace notar la escasa eficiencia terminar del ciclo (menos de 40 por ciento en la actualidad) debida a múltiples factores, entre los cuales destaca la inconsistencia entre la oferta universitaria y las preferencias vocacionales, las dificultades de inserción laboral de los titulados, y la limitada capacidad de la educación superior como canal efectivo de movilidad social. Un proyecto de tal alcance requiere, desde la perspectiva del gobierno, "refundar" la universidad a través de la autonomía, lo cual, sugiere la ministra, es la condición necesaria para reactivar el sistema de educación superior y dotarlo de la flexibilidad que requiere para su desarrollo futuro. Propone, en consecuencia, diseñar una iniciativa de ley sobre el gobierno y la autonomía universitaria y someterla al Parlamento. Hasta aquí seguimos el documento "Lancement de la concertation sur la réforme de lenseignement supérieur." (http://www.nouvelleuniversite.gouv.fr/presse/dconcertationres.pdf).

Desde luego, llama la atención el breve lapso transcurrido entre el nombramiento de la ministra Pécresse y la presentación y discusión de su programa, sobre todo si lo comparamos con lo que pasa (o no pasa) en nuestro país. Pero eso no es lo más importante. Lo es, en cambio, que el proyecto de ley comprometido se elaboró, transitó y fue aprobado por los órganos legislativos en acaso dos meses: la iniciativa fue formalmente recibida por el Senado el 4 de julio, el 23 del mismo mes se presentó ante la Asamblea Nacional y, con aval de ambas cámaras, se publicó en el Journal Officiel (11/08/07 con el título "Ley número 2007-1199 del 10 de agosto de 2007 relativa a las libertades y responsabilidades universitarias". Más que una norma de educación superior como tal, la ley consiste en una amplia serie de reformas al Código de Educación, las cuales comentaremos la próxima semana.


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