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¿A dónde irá la educación en México?
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 453, pp.12 [2012-03-08]
 

En estos días previos al inicio formal de las campañas electorales, se han difundido diversas informaciones y diagnósticos relacionados con la educación del país. Más que sorprender, la mayor parte de ellos confirma la difícil situación por la que atraviesa el sector educativo mexicano y la titánica tarea que implicará superarla. Con seguridad, en la retórica y la plataforma electoral de los contendientes a la presidencia de la República la educación ocupará-como ha ocurrido en el pasado-un lugar central. En casi todos los sectores sociales del país parece existir un consenso en que se requiere dar un "golpe de timón" para cambiar de manera efectiva el estado de cosas en materia educativa. Sin embargo, el problema está en el cómo. Ya ha dicho en su columna el colega Manuel Gil (El Universal, 3/03/2012), que el asunto no es sólo de "cojones": se debe tener también un profundo conocimiento del sistema y contar con la habilidad política y técnica para resolver una problemática que mantiene lastres acumulados por décadas y que se ha complicado aún más por la situación que enfrentan la sociedad mexicana y el mundo en la actualidad. En cada uno de los niveles y tipos del sistema educativo mexicano los retos a vencer son enormes.

El rezago educativo de la población en general sigue siendo muy alto, pues afecta a 32.4 millones de personas mayores de 15 años, dos tercios de las cuales se concentran en las zonas urbanas. Aún existen poblados en los municipios más pobres del país en donde más de la mitad de la población es analfabeta. Recientemente se publicó en un diario de circulación nacional que en un municipio de la sierra de Oaxaca, el regidor de educación no sabía leer ni escribir (La Jornada, 4/03/2012). En el nivel básico los números también son alarmantes: poco más de 10 millones no han concluido la primaria y casi 17 millones no tienen secundaria completa. A esto se suma que una gran cantidad de planteles, sobre todo los ubicados en las zonas rurales y urbanas marginadas, están en un estado físico deplorable, lo cual hace difícil que maestros y alumnos realicen sus actividades académicas. Es bien sabido que en la mayoría de los casos, los docentes evitan trabajar en poblaciones donde existen condiciones inadecuadas para desarrollar su labor educativa. Esto provoca el círculo vicioso que asocia la marginación con la bajísima calidad de los servicios educativos.

La secundaria, en general, no ofrece un panorama más halagüeño. Los niveles de deserción son todavía muy importantes, tanto en las zonas urbanas marginadas como en las rurales. La modalidad de telesecundaria no ha sido reformada de manera sustancial y quienes a ella concurren reciben una formación que deja mucho que desear. En cuanto a la educación media superior, la reciente reforma al artículo tercero de la Constitución por la cual se hizo obligatoria en un plazo de 10 años para el grupo de edad, representa también el desafío monumental para contar con los recursos necesarios para cumplir esa meta. En ambos casos, el asunto de la formación y actualización del personal docente es uno de los más críticos. Ante ello, la reforma de las escuelas normales cobra una importancia cada vez mayor, pues se requiere contar en el corto plazo con maestros cada vez mejor preparados.

Por el lado de la educación superior se ha anunciado la intención de concertar una o varias reuniones con los candidatos a la presidencia para plantearles las propuestas que han elaborado los representantes de las universidades e instituciones de educación superior que integran la ANUIES. El eje de tales propuestas es la necesidad de construir una nueva generación de políticas públicas. Para ello, entre otras medidas, se propone la creación de una Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología e Innovación, así como alcanzar una cobertura de al menos el 50 por ciento en el mediano plazo y el establecimiento de presupuestos plurianuales para la instituciones públicas. Se plantea, además, la celebración de un Acuerdo Nacional en el que concurran los gobiernos federal y estatales, así como los principales actores políticos, en un compromiso para consolidar un sistema nacional de educación superior, ciencia y tecnología e innovación.

Ante un panorama como este, diría Perogrullo, las soluciones a la problemática educativa no son nada fáciles. Requieren, como se dijo antes, sensibilidad, oficio y voluntad política, recursos financieros, conocimiento, imaginación y valentía para emprender acciones que realmente modifiquen el status quo y rompan el impasse en que se encuentra la educación mexicana desde hace ya varias décadas. El reto es de proporciones enormes, pero afrontarlo y vencerlo es no sólo necesario sino inaplazable.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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