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El 8 de marzo y los estudios de alto nivel
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 453 [2012-03-08]
 

Durante más de un siglo las mujeres han estado a la búsqueda de una igualdad que se resiste. En las últimas cuatro décadas los avances han sido innegables. La celebración de este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es la ocasión para actualizar los pendientes en este terreno y especialmente para advertir las brechas de género que todavía persisten en el ámbito académico. Hace casi dos meses (Campus No. 446) comentamos en este mismo espacio que prácticamente se había alcanzado el índice de paridad de género en el acceso escolar. Incluso señalamos que en algunos niveles educativos y países, el índice de paridad se inclinaba hacia las mujeres. Obviamente, es una realidad para una parte del mundo, pero el panorama no es homogéneo y los promedios esconden las diferencias.

En el caso de América Latina, en educación primaria, la paridad de género en el acceso ya se alcanzó y en los países donde existen diferencias de matriculación ahora son a favor de las mujeres. Sin embargo, la excepción, como casi siempre ocurre, es con los grupos vulnerables. La paridad de género todavía no es una realidad para las poblaciones indígenas de Belice, Bolivia y Guatemala (Banco Mundial "Mujeres de América Latina y el Caribe en busca de un nuevo equilibrio").

En educación secundaria, los niños frecuentemente tienen ventajas en el acceso escolar respecto a las niñas, al menos en la mitad de los países de la región y con brechas de hasta seis puntos porcentuales como serían los casos de Guatemala y Bolivia, o en menor medida en Nicaragua y Honduras.

Los obstáculos para el ingreso escolar de las niñas se localizan principalmente en las responsabilidades domésticas que se les asignan, incluyendo el cuidado de los hermanos más pequeños, las presiones culturales y familiares para un matrimonio temprano, o prácticas de acoso que las alejan de la escuela. Sin embargo, en general, lo que cabe subrayar es que una vez que las mujeres llegan a las aulas, tienden a mostrar un mejor desempeño y mayores logros educativos que los varones.

La educación superior ha experimentado la expansión más importante en las últimas cuatro décadas en el mundo. El nivel superior se ha quintuplicado: pasó de 32 millones de estudiantes en 1970 a alrededor de 165 millones para el final de la década pasada. Tómese como referencia que, para el mismo periodo, la primaria casi se duplicó y la secundaria se triplicó (UNESCO. "World Atlas of Gender Equality in Education").

No obstante, también cabe advertir que el crecimiento del nivel superior resalta más porque su línea base era muy reducida para una buena parte de los países en desarrollo y, de hecho, pese al incremento relativamente reciente de la matrícula, el volumen sigue siendo reducido.

El reporte de UNESCO señala que las mujeres han sido las principales beneficiarias del crecimiento de la educación superior. Por ejemplo, señala que el número de mujeres que se matricularon en instituciones de este nivel fue el doble de rápido respecto de los hombres para el periodo de referencia. Aunque la tendencia está asociada al nivel de ingresos del país.

Lo sorprendente es que si bien el índice de paridad de género se sostiene en la media superior e incluso, en algunas regiones y países, las mujeres pueden sobrepasar a los hombres en el acceso a la maestría, la situación inversa se presenta en los estudios de doctorado. En este nivel los hombres tienen la ventaja en casi todas las regiones del mundo. Aunque, dice el Atlas de UNESCO, América Latina y el Caribe es una región interesante porque es la "única donde las mujeres participan en una tasa superior en estudios de doctorado en comparación con los de maestría" (p. 80).

Las diferencias pueden estar en las elecciones vocacionales que han presionado por alcanzar estudios de doctorado. La proporción de mujeres es mayoritaria en el campo de las ciencias sociales, administración, leyes, finanzas, psicología o educación, pero es una tendencia relativamente reciente. El caso inverso podría ser el de las ciencias naturales y exactas.

En general, las diferencias a favor de los hombres también se sostienen en las carreras de investigador (70 a 30 por ciento). Las mujeres enfrentan mayores dificultades para desempeñar tal carrera, sea por los estereotipos de género, los criterios de desempeño o el equilibrio con sus otras actividades.

Sin duda ha mejorado la situación de las mujeres, pero parece necesario ahondar en el tema.


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