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Leer y reflexionar: ¿Evaluar para controlar o para mejorar?
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 453 [2012-03-08]
 

Terminé de leer un libro sobre evaluación académica y deseo compartir con los lectores de Campus algunos comentarios que pueden ser de interés. ¿Evaluar para controlar o para mejorar? es el título de la obra. La cuestión puede referirse a varias cosas. Desde un ángulo político, apunta a uno de los problemas y a una de las políticas federales más importantes en el campo de la educación superior en México. Ello me motivó a leer el libro. altAclaro que el texto trata sobre la valoración del desempeño docente en las universidades. Un aspecto crucial, porque la evaluación académica se ha centrado en la investigación, dejando a la docencia en un plano secundario. No sólo en el terreno de la evaluación, sino como función universitaria. En el plano de la evaluación, la docencia fue puesta de lado por las dificultades para capturarla y valorarla. Y la valoración de la docencia sigue siendo, hasta hoy, uno de los issues políticos más relevantes de los que se pueda tratar en materia educativa.

Este libro es resultado de una investigación empírica. Se trata de una obra colectiva, porque entiéndase bien, una investigación de largo alcance, la puede coordinar una persona, pero no la puede hacer una persona; es resultado de un equipo, en este caso, coordinado por el Dr. Mario Rueda Beltrán, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM.

La investigación está hecha con rigor metodológico y el libro es de consulta obligatoria, al menos, para todos los que se interesan en la universidad pública en México. Cubre la experiencia de la evaluación docente en 78 universidades del país, divididas en las seis regiones que utiliza la ANUIES para sus análisis, diagnósticos y políticas.

La investigación del Dr. Rueda muestra que la docencia es predominantemente evaluada por la vía de encuestas de opinión hechas a los estudiantes con respecto a sus profesores. Encuestas que toman datos para evaluar a cada profesor, cuya información al agregarse se utiliza para evaluar una función académica. Fuera de las dificultades para el salto de nivel, en muchos lugares del mundo se ha señalado que este tipo de instrumento tiene muchas limitaciones para evaluar la docencia.

En el libro se muestra, también, que la evaluación a los docentes está dirigida más a cuestiones laborales, como el pago de primas al desempeño, que al mejoramiento de la academia. Las opiniones de los alumnos influyen, igualmente, en otros asuntos que tienen que ver con la academia y que han sido ubicadas en el ámbito laboral, como las promociones y la definitividad.

De la lectura del libro se deriva que los instrumentos de evaluación no sirven para el aprendizaje institucional o para reflexionar sobre cuestiones pedagógicas que son verdaderos retos traídos por las tecnologías de la información y la comunicación. Uno se pregunta sí alguien puede tener idea de cuánto cuesta en dinero y en tiempo de trabajo el sistema de evaluación de la educación superior, con tantos organismos y miles de académicos en comisiones que intervienen en el proceso. Porque en términos de costo-beneficio académico, este sistema de evaluación, no ha traído buenos resultados.

Sus consecuencias, las reitero otra vez, han provocado desinstitucionalización, porque a las normas institucionales fundantes que rigen a la academia se les han sobrepuesto otras que las hacen nugatorias. Ha generado, por la vía del pago por méritos, individualismo, ruptura de la comunidad y de valores académicos que han sido sustituidos por otros ligados al mercado. Una cultura académica que milita contra la academia.

La evaluación del trabajo académico trajo, si, un enjambre burocrático que pone en frente, de nosotros los académicos, la desconfianza como base de la estructuración de nuestro trabajo. Que pone frente a nosotros un poder que no escucha a quienes hemos criticado por años lo absurdo del sistema de evaluación. Sistema que representa un control político sobre instituciones y académicos, y que permanece porque los académicos perdimos el sujeto político capaz de influir con fuerza, contrapesar y enjuiciar a quienes deciden acerca de nuestras vidas.

Tengo absoluta certeza de que el libro de Mario Rueda y colaboradores va a permitirnos seguir reflexionando sobre la autonomía, porque al final de cuentas de eso se trata. Y, también, nos va a permitir sugerir propuestas, y recomendaciones, como se hace al final de la obra, para que la evaluación sirva efectivamente al desarrollo de la academia. No se lo pierdan.

Aparte. Hay grupos de poder interesados en atacar al Rector José Narro. ¡Atención! Somos miles los académicos y estudiantes de la UNAM que estamos de acuerdo con sus planteamientos, y lo apoyamos.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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