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Obligatoriedad del bachillerato
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 451, pp.12 [2012-02-23]
 

La firma del decreto que eleva a rango constitucional la obligatoriedad de la educación media superior (EMS) por el Presidente de la República, es un acontecimiento importante para el propósito de elevar el promedio general de escolaridad y disminuir los niveles de pobreza de la población. Según estudios realizados por organismos internacionales como la CEPAL, el contar con al menos 12 años de estudios formales es un indicador consistente para rebasar la línea de pobreza. Asimismo, en los últimos años se ha visto en nuestro país que la falta de oportunidades educativas y laborales puede conducir a la marginación y la violencia. Sin embargo, más allá del indudable valor de esta medida, es necesario destacar algunas de sus implicaciones. De acuerdo con datos del documento elaborado el año pasado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) intitulado La Educación Media Superior en México, el número de estudiantes que asiste a ese nivel educativo es de poco más de cuatro millones y el de establecimientos escolares, de 14, 427. La edad promedio de la mayor parte de alumnos es de 15 a 17 años y si bien poco más de la mitad de ellos asiste a alguna institución de EMS, la asistencia decrece conforme aumenta la edad. Más aún, a pesar de que la tasa de absorción es casi del 97%, la deserción y la reprobación son considerables. La primera asciende al 15% y la segunda llega al 16.2%. Los motivos para abandonar los estudios incluyen, además de la necesidad de trabajar, la falta de pertinencia de la oferta curricular y la carencia de una base de conocimientos y habilidades para adquirir nuevos aprendizajes.

Entre los aspectos a tomar en cuenta y que deberán ser resueltos para poder conseguir la meta de cubrir completamente la demanda para dentro de 10 años, tal como lo indica el decreto presidencial, el documento referido señala los siguientes: mayor disposición presupuestal para contar con los recursos humanos y materiales suficientes, así como la infraestructura y el equipo necesarios. Otro aspecto es el concerniente a la formación y contratación de personal docente y directivo, a fin de procurar la enseñanza y el aprendizaje y una gestión eficaz de dicho proceso. Además, se requiere también completar la universalización de la educación básica, ya que si ésta no se logra, difícilmente se conseguirá la del siguiente nivel. A este respecto, el documento del INEE señala que el 5% de los egresados de primaria no sigue en la secundaria, a su vez, sólo el 80% de éstos la termina en tres años. Además, un número considerable no adquiere los aprendizajes previstos al término de la educación básica.

Es necesario considerar, asimismo, los costos privados de la mayor escolaridad: la obligatoriedad tendrá un impacto en la economía de las familias, Otro elemento crucial es el ofrecimiento de un currículo que proporcione los conocimientos y habilidades necesarias para acceder a niveles superiores de escolaridad o para insertarse al mercado laboral, satisfaciendo al mismo tiempo, las necesidades e intereses de los estudiantes. En un sentido semejante, se requiere que la asistencia a la escuela signifique, para todos los estudiantes, el logro de resultados de aprendizaje comunes, independientemente de sus diferencias socioeconómicas y culturales. Es preciso también asegurar niveles de calidad equitativos para no agudizar las desigualdades sociales, sobre todo en el caso de las poblaciones más vulnerables.

Uno de los impactos en el mercado laboral tendrá que ver con la exigencia de certificados para conseguir ser contratado y, por otro lado, colocar en un estatus más bajo a quienes no los posean. Asimismo, el nivel medio superior se verá presionado con una mayor demanda de ingreso en el corto plazo. Ello requerirá mayores recursos financieros para ampliar la capacidad de las instituciones ya existentes o la creación de nuevas.

Las implicaciones anteriores guardan una estrecha relación con tres grandes temas que constituyen el debate internacional sobre la importancia de la educación media superior en términos individuales y sociales. El primero de ellos se refiere a las finalidades de ese nivel educativo, y ante la disyuntiva de formar para continuar hacia la educación superior o para la vida laboral, se pretende dotar a los alumnos de habilidades generales para aprender y adaptarse a las nuevas tecnologías, así como prepararlos para la ciudadanía y aprender a vivir en sociedad. El segundo tema tiene que ver con la atención a la equidad social, y consiste en garantizar una verdadera igualdad de oportunidades de aprendizaje, sobre todo a los sectores sociales más desfavorecidos. El tercer gran tema es el de la relevancia y pertinencia curricular. Además de adecuar los curricula a las necesidades individuales y a las de la sociedad, es necesario preservar y enriquecer la diversidad cultural. En otras palabras, se requiere acortar la distancia entre los intereses y necesidades de los jóvenes con la cultura escolar. Como se ve, las implicaciones de la obligatoriedad de la educación media superior tocan a muchos de los elementos internos y circundantes al proceso de enseñanza y aprendizaje. Los retos para todos los actores e involucrados es enorme, pero merece la pena afrontarse.


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