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Toda la UNAM en Línea: la Hemeroteca Nacional Digital de México
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 441 [2011-11-24]
 

En el marco del lanzamiento del programa Toda la UNAM en Línea, la Hemeroteca Nacional Digital de México (siglos 18 y 19) abrió su acervo a todo público. Este hecho inicia una nueva etapa, de gran trascendencia, en la difusión del acervo documental del país. Pero, claro está, Roma no se hizo en un día.

El pasado 11 de marzo se cumplieron 200 años de la primera ordenanza, emitida por las Cortes de Cádiz en España, relativa al depósito legal de publicaciones. La ordenanza se especificó, dos años más tarde, en el decreto gaditano 144, que en su primer artículo mandaba: “los impresores y estampadores de la Corte entregarán dos ejemplares de todas las obras y papeles que se impriman para la Biblioteca de las Cortes”.

En 1846 el presidente interino José Mariano Salas ordenó la creación de una biblioteca nacional e instituyó la norma de depósito legal de la República. La biblioteca no se estableció en ese momento, pero es interesante advertir el enfoque de los liberales de entonces sobre la importancia social de dichas medidas.

En el apartado de “considerandos” se lee, por ejemplo, que “nada es más conveniente en un país regido por instituciones liberales, que facilitar y multiplicar los establecimientos en que las clases menos acomodadas de la sociedad puedan adquirir y perfeccionar su instrucción sin gravamen”.

El artífice del proyecto de 1846, José María Lafragua, sería distinguido por el gobierno de Benito Juárez como el primer director de la Biblioteca Nacional, al cabo establecida en 1867 en el antiguo templo de San Agustín. En 1869 se refrendó el depósito legal, y sería actualizado, con matices, en 1936 (Lázaro Cárdenas), 1957 (Adolfo Ruiz Cortines), 1965 (Gustavo Díaz Ordaz) y finalmente en 1991 (Carlos Salinas de Gortari).

El decreto vigente define los materiales bibliográficos y documentales del país como “parte del patrimonio cultural de la Nación”, por lo cual su “custodia, preservación y disposición para su consulta son de orden público e interés general” (art. 1).

La norma ratifica el criterio establecido en 1957 de que los editores están obligados a entregar a la Biblioteca Nacional y a la del Congreso de la Unión dos ejemplares de cada edición y añade el requerimiento sobre publicaciones en soportes ópticos o magnéticos, como micropelículas, diapositivas, discos, disquetes, audio y video casetes y “otros materiales audiovisuales y electrónicos” (art. 3).

Para facilitar la operación del depósito legal, la Secretaría de Educación Pública (SEP) está obligada a enviar a las bibliotecas encargadas de la custodia, la relación de las obras registradas ante la Dirección General del Derecho de Autor, es decir, los números ISBN (libros) y ISSN (revistas) otorgados. En la actualidad esta nomenclatura incluye, según estándares internacionales, productos en el soporte tradicional de papel y productos editoriales digitales.

Como ya se dijo, la Biblioteca Nacional fue fundada en 1867, hace más de 140 años. Abrió sus puertas al público en 1884, con un acervo inicial cercano a 90 mil volúmenes, la mayoría provenientes de la desamortización de bienes eclesiásticos, que fueron clasificados, durante décadas de trabajo minucioso, por José María Vigil. Hoy cuenta con más de 250 mil volúmenes, incluidos los fondos de la Hemeroteca Nacional.

Su trayectoria no ha estado exenta de avatares, a veces políticos y con mayor frecuencia financieros. Entre los hitos fundamentales de su historia destaca su incorporación en 1914 a la Universidad Nacional.

En 1921, con motivo de la creación de la SEP, la biblioteca retornó a la administración pública federal, pero en 1929, en el marco de la autonomía, volvió de nueva cuenta a la universidad. En 1944, el entonces rector Rodulfo Brito Foucher apoyó la creación de la Hemeroteca Nacional de México mediante la separación de los fondos documentales de la Biblioteca Nacional. La Hemeroteca, no obstante, quedó y permanece orgánicamente vinculada a la Biblioteca.

En 1967 se creó el Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM con la finalidad de apoyar el trabajo técnico de la Biblioteca y la Hemeroteca y para propiciar trabajos de investigación de alto nivel que encauzaran su desarrollo.

El IIB tiene, como remoto antecedente, el Instituto Bibliográfico Mexicano creado a iniciativa de Francisco del Paso y Troncoso en 1899. Este instituto funcionó hasta 1908, fue restablecido en 1956 y transformado en el IIB justo al cumplirse el primer centenario de la Biblioteca Nacional.

Como parte de la UNAM, la Biblioteca y Hemeroteca Nacional han dependido, para su desarrollo, del fluctuante subsidio otorgado a la casa de estudios. Pero, además de los límites financieros, se han tenido que enfrentar otros obstáculos. Por ejemplo, aunque estaba decidido su traslado, en 1953, a las flamantes instalaciones de Ciudad Universitaria, la mudanza demoraría, por distintas razones, hasta 1979, quedando en el antiguo templo de San Agustín los fondos reservados.

Los daños del sismo de 1985 estimularon la construcción de una infraestructura anexa al edificio de la Biblioteca Nacional de Ciudad Universitaria y en 1992 se reanudó el servicio de dichos fondos en las nuevas instalaciones.

El inicio de la década de los noventa marcó una nueva fase para la Biblioteca y la Hemeroteca. Además de la renovación del depósito legal y la unificación de todo el acervo en Ciudad Universitaria, por esas fechas se iniciaron dos proyectos: el Servicio de Prensa Mexicana (Serpremex), a cargo del Departamento de Sistematización Hemerográfica creado al efecto, y el programa de digitalización del acervo hemerográfico.

La tarea de digitalización abrió una alternativa a la vía de microfilmado. Se requirieron años de trabajo de los técnicos del IIB y de la empresa DIGIX, que aportó soluciones a la tarea. Se contó con aportaciones de la Fundación UNAM, la Fundación Cultural Banamex y la Fundación Miguel Alemán.

Hacia 2005 se comenzó a experimentar con la base de datos digital y en 2008 se abrió servicio público de consulta en las instalaciones de la Hemeroteca. Desde hace una semana, como parte de Toda la UNAM en Línea, la Hemeroteca Nacional Digital de México puede ser consultada por todos.


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