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La elección de rector en la UNAM
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 439 [2011-11-10]
 

En estos días, probablemente la semana siguiente, la Junta de Gobierno de la UNAM dará a conocer el nombre del rector o la rectora que habrá de dirigir la institución en el periodo de 2011-2015. El proceso de sucesión dio inicio formal el 6 de octubre de este año, mediante la publicación de un comunicado de la Junta de Gobierno universitaria en el que, además de recordar los requisitos del cargo, se convocaba a la comunidad universitaria a expresar preferencias y puntos de vista acerca de la persona idónea para encabezar el gobierno y la representación universitaria. El colegiado determinó que la auscultación se realizara del 10 al 26 de octubre.

De acuerdo con la normativa vigente, que data de enero de 1945 y nunca ha sido reformada, para ocupar el cargo de rector de la UNAM es indispensable ser “mayor de treinta y cinco y menor de setenta años, poseer grado superior al de bachiller, tener cuando menos diez años de servicios docentes o de investigación en la Universidad, haberse distinguido en su especialidad, gozar de estimación general como persona honorable y prudente, y no ser miembro de esta Junta de Gobierno ni haberlo sido durante los dos últimos años”.

Durante las dos semanas y media que duró la consulta pública, la Junta comunicó periódicamente los avances del proceso. El reporte de la máxima autoridad colegiada, dado a conocer el pasado 30 de octubre, hizo saber que “una vez concluida la auscultación a la comunidad universitaria, la Junta de Gobierno informa que durante este proceso las diversas comisiones que se conformaron para escuchar a los universitarios que solicitaron cita atendieron, en forma presencial o por videoconferencia, a un total de 468 grupos. Adicionalmente, se recibieron en forma impresa o electrónica 512 documentos escritos. De esta forma, más de 24 mil universitarios se expresaron ante la Junta de Gobierno”.

En el mismo texto se incluye una lista de 21 académicos propuestos por la comunidad al efecto. La mayoría de ellos funcionarios o autoridades de la universidad. Este primer elenco se subdivide en 19 candidatos hombres y seis mujeres, lo que no carece de interés si se toma en cuenta que la UNAM, desde su refundación en 1910 y aún con el antecedente de las universidades del virreinato y la primera República, nunca ha tenido rectora.

De la primera lista la Junta extrajo cinco nombres, los que a su criterio cumplían mejor el perfil académico y político de la designación en suerte: Ana María Cetto Kramis, José Gonzalo Guerrero Zepeda, José Narro Robles, Suemi Rodríguez Romo y Francisco José Trigo Tavera. Salvo el caso de la doctora Cetto, el resto son autoridades en funciones: Guerrero es director de la Facultad de Ingeniería, Trigo de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Rodríguez de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, y desde luego Narro, actual rector de la UNAM, con derecho a un segundo periodo.

Todo parece indicar que la ratificación de José Narro Robles será el resultado final. Su desempeño al frente de la institución en el periodo por cumplirse, su propuesta de trabajo para el próximo cuatrienio, pero sobre todo una generalizada opinión favorable en el medio universitario acerca de su persona y sobre el papel que ha desempeñado como representante de la universidad frente a los poderes públicos, permiten anticipar, con una mínima incertidumbre, cuál será el desenlace.

Al margen de los méritos del actual rector, que probablemente lo harían triunfador aun en una hipotética elección abierta, la fórmula de gobierno universitario, expresamente diseñada para brindar estabilidad política a la institución, tiende a favorecer la continuidad.

Es un hecho histórico: desde 1946 han ocupado la función catorce rectores designados por la Junta de Gobierno. De ellos siete se presentaron a la auscultación para un segundo periodo: Luis Garrido, Nabor Carrillo, Ignacio Chávez, Guillermo Soberón, Octavio Rivero, José Sarukhán y Juan Ramón de la Fuente. Sólo uno, el ex rector Octavio Rivero Serrano, perdió la postulación, cuando el colegiado optó por la candidatura de Jorge Carpizo en 1984.

¿Y los demás? Se dividen en dos grupos, los que no concluyeron el primer periodo por diferentes conflictos: Genaro Fernández MacGregor (1945-1946), Salvador Zubirán (1946-1948), Pablo González Casanova (1970-1972) y Francisco Barnés de Castro (1997-1999), y los que no se presentaron al segundo periodo: Javier Barros Sierra, quien concluyó su rectorado en 1970, y Jorge Carpizo en 1986.

Hasta hace muy poco las decisiones de la Junta transcurrían en el más estricto secreto: el modelo de cónclave. Todavía es así, pero con algunas novedades. Primera los “comunicados de la Junta”, a través de los cuales el colegiado informa las resoluciones del pleno. Segunda, la puesta en línea, a través del portal de la UNAM, de documentos como el currículum vitae de los aspirantes y las propuestas de trabajo que sustentan sus postulaciones. Claro que es un avance tras décadas de silencio. Aunque no hay que hacerse muchas ilusiones porque la información que trasciende en poco o en nada modifican el proceso decisorio como tal. En fin, algo es algo.

Para el anecdotario: la difusión del currículum personal de los sustentantes ha cuidado poco las disposiciones que emanan de la nueva Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, aprobada hace apenas unos meses. En algunos casos los CV contienen datos como domicilio, teléfonos y correos electrónicos, estado civil, entre otros, que deberían resguardarse o, cuando menos, recoger la autorización formal de los interesados para su divulgación. Dada la pulcritud legal con la que opera el colegiado este detalle no debiera pasar inadvertido.


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