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Designación del rector en la UNAM y opiniones de los estudiantes
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 437 [2011-10-27]
 

En noviembre se llevará a cabo, nuevamente, el cambio de rector en la UNAM. El proceso contemplado en la legislación universitaria para hacerlo tiene la intención, no explícita, de construir y fortalecer los vínculos de confianza y credibilidad entre la comunidad universitaria y el rector; también entre ambos y la sociedad mexicana.

Claus Offe definió el concepto de confianza como “la creencia de que otros harán, o no, ciertas cosas”. Por su parte, Niklas Luhmann planteó que “aquel que confía sabe que las acciones de quien recibe su confianza tendrán consecuencias para él, razón por la cual otorgar confianza a otro entraña siempre un riesgo”.

Es aquí donde se torna en exigencia y adquiere sentido el proceso para la designación de rector, pues para la comunidad universitaria, y para el propio rector, es necesario distinguir ciclos que alimenten la confianza y minimicen los sentimientos de riesgo, a partir de la celebración de un rito de paso que debe suceder cada cuatro años.

En un orden configurado por la tradición, el rito de elección (o reelección) del rector marca el fin de un ciclo y el comienzo de otro. Este rito otorga a la identidad de rector un valor simbólico que lo identifica como jefe nato, en tanto lo unifica con la comunidad universitaria y lo legitima como representante de la voluntad colectiva.

La sedimentación de la confianza y la credibilidad política reclaman el respeto a los valores pactados (en este caso institucionalizados) y el cabal cumplimiento de promesas y de acuerdos establecidos. Y, sin duda, lo más importante es la conformación del sentido de pertenencia e identificación con un nosotros que incluye al rector y a todos los sectores de la comunidad universitaria.

Respecto de la pertenencia e identificación con el nosotros de la universidad, es relevante reflexionar sobre los estudiantes y su credibilidad en el proceso de recambio institucional y la confianza que en ellos genera. Abordar esta problemática exige llevar a cabo análisis complejos que ya estamos realizando en el marco de los proyectos de investigación que se desarrollan en los Seminarios de Educación Superior (SES) y en el de Investigación en Juventud (SIJ).

A manera de adelanto, se pueden mencionar aquí algunos resultados surgidos de un análisis exploratorio que se realizó en junio pasado. Cabe mencionar que la información fue recolectada por medio de la aplicación de la técnica de grupos focales a estudiantes de licenciatura y que, para ello, se contó con el valioso apoyo de la Dirección General de Orientación y Servicios Educativos de la UNAM.

Acoto que en la aplicación de esta técnica sólo participaron becarios y aclaro que también se obtuvo información mediante entrevistas directas a estudiantes que transitaban por el campus de Ciudad Universitaria. Todo esto se realizó como preámbulo necesario para el diseño de la Encuesta de Estudiantes de la UNAM que fue aplicada en septiembre y de la cual todavía estamos procesando resultados.

A la pregunta sobre su adscripción a la identidad universitaria, prácticamente todos los estudiantes entrevistados contestaron con un rotundo sí, recalcando incluso su identificación puma. Y cuando se les pidió que explicaran el porqué de tal adscripción, hubo consenso respecto de la opinión de que asistir a la UNAM los hace sentir orgullo. Cabe señalar que esta respuesta la dieron tanto estudiantes del campus central de CU como los de otros campus de la zona metropolitana de la Ciudad de México.

En cuanto al conocimiento o desconocimiento del rector y del proceso de su designación, todos los entrevistados respondieron que el nombre del actual rector es “doctor Narro” y todos sabían que su gestión termina este año.

Varios confesaron no tener idea de si el actual rector tiene la posibilidad legal de reelegirse, aunque la mayoría expresó enfáticamente que le gustaría que esto así fuera, porque lo consideran un rector que defiende a la institución y sus intereses.

La mayoría admitió no tener intención de participar en el próximo proceso de designación de rector aludiendo, sobre todo, falta de tiempo. Algunos mencionaron que no saben cómo se hace para participar, y varios opinaron que el proceso es elitista y cerrado a la participación estudiantil.

Para fines de evaluar la credibilidad y confianza que el proceso de elección de rector genera en el colectivo estudiantil, es importante mencionar que una opinión generalizada fue la de que “a los estudiantes lo que les toca y tienen la responsabilidad de cumplir es terminar su carrera”. De hecho, fueron muchos quienes asociaron esta actitud con la posibilidad de ser buenos universitarios. Una opinión frecuente fue la que el designio del rector corresponde a las autoridades y a profesores e investigadores. Hubo quien se refirió a tal proceso como “una cuestión que le corresponde a los sabios”.

A reserva de que lo dicho aquí no es generalizable y los resultados de la encuesta, próximos a publicarse, aportarán información que nos permitirá falsear o comprobar hipótesis, lo que resulta del análisis exploratorio es que los universitarios más jóvenes (los estudiantes), no aprecian ya ni participan de las tradiciones universitarias ni de la ritualidad instituida; tampoco de su traducción política.

Parece que las tensiones, encrucijadas, necesidades y ansiedades que atraviesan a la juventud contemporánea exigen a los jóvenes universitarios ser pragmáticos, y la credibilidad y confianza que otorgan a la institución y a su rector las construyen desde nuevas fuentes.

Parece que su preocupación principal se finca en que el rector se ocupe de que su educación sea pertinente y de calidad, y la institución y el rector mismo mantengan una buena reputación en el imaginario colectivo, porque a ello atribuyen la posibilidad de no ser discriminados en el mercado de trabajo.

Huelga decir que en un contexto de manipulación de la opinión pública, como el que suele haber en el país, es muy peligroso que los medios de comunicación hayan adquirido tanto poder respecto de la construcción de vínculos de confianza y credibilidad entre los estudiantes, su universidad y el rector.

Por ello, un reto que debe tomar quien dirija la UNAM durante el ciclo que está por comenzar es el de llevar a cabo acciones tendentes a renovar el interés de los estudiantes por participar en la vida política de la institución y a recuperar el significado político-cultural de la pertenencia a la comunidad universitaria y de la identidad puma.


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