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Los préstamos: ciencia, tecnología e innovación
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 130 [2005-05-26]
 

El pasado 19 de mayo el Banco Mundial aprobó un nuevo préstamo por 250 millones de dólares para México. Se trata de un préstamo, dice el proyecto, para mejorar la competitividad de la economía mexicana. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) será quien se encargue de ponerlo en marcha. No es el primer proyecto de esta naturaleza que instrumenta Conacyt. En 1998 implementó el Proyecto Conocimiento e Innovación, con un préstamo de 300 millones de dólares y, de hecho, guarda cierta continuidad con el actual. Pero el que se aprobó recientemente tiene un horizonte de diez años -el anterior era de cinco años- y podría tener importantes efectos para la reorganización en curso del sistema científico y tecnológico.

Según el documento aprobado la semana pasada, el proyecto se denomina "Innovación para la competitividad" (Report No. AB1306. www.worldbank.org) y plantea mejorar la competitividad de la economía a través de tres vertientes: el fortalecimiento de la capacidad de innovación del sector privado, la formación avanzada de capital humano e incrementar la integración internacional del sistema de innovación mexicano.

Los argumentos que se indican para destacar la necesidad de poner en marcha el actual proyecto es la disminución de la competitividad de la economía mexicana y el bajo desempeño de su sistema de innovación. En el primer caso, los datos que ilustran la pérdida de competitividad es el desplazamiento a la baja de México en el Reporte de Competitividad Global del Foro Económico Mundial (pasó del lugar 34 al 48 entre 1998 y el año pasado), así como la reciente caída de sus exportaciones, la escasez del empleo y la salida del país de diferentes compañías. En cuanto al desempeño del sistema de innovación, en el proyecto se anota que México tiene uno de los sistemas menos eficientes y efectivos en América Latina.

Aunque el proyecto está previsto a diez años, el préstamo que se hizo corresponde a la primera fase del proyecto (2006-2009) en la que buscará fortalecer las reformas en marcha de apoyo a la innovación empresarial, impulsar algunos programas de desarrollo de capital humano, y "construir una política sólida del sistema y un sistema de monitoreo y evaluación". La segunda fase va de 2010 al 2012 y prevé destinarla a construir propiamente un sistema de innovación "coherente" sobre las bases de la fase anterior; la última fase (2013-2015) se dedicará a consolidar los mecanismos de financiamiento e incentivos de un Sistema Nacional de Innovación.

Los componentes que busca apoyar el proyecto del Banco Mundial son muy claros. Corresponden a las líneas de fondos competitivos de Conacyt, como los acuerdos en marcha entre instituciones públicas de investigación y empresas para formar las Redes de Consorcios e Investigación, el Programa de Alto Valor Agregado en Negocios con Conocimiento y Empresarios (Avance) y sus subprogramas como el de "Última milla", "Emprendedores" o el "Fondo de Garantías" -subprogramas que, por cierto, comenzaron con el préstamo del Banco Mundial de 1998-, o incluso el programa que recientemente anunció el director de Conacyt de inserción laboral de recientes graduados en la industria en un esquema de co-financiamiento entre el Consejo y la empresa receptora.

En cuanto al componente de recursos altamente calificados, el proyecto plantea apoyar el programa de becas de Conacyt que se orienta a tratar de lograr un ajuste entre la oferta de programas y la demanda de la sociedad, particularmente las que se derivan de las entidades federativas -a través de los "Fondos Mixtos" -o de sectores como salud y ambiente- en los "Fondos Sectoriales" o las necesidades del sector privado (en los diferentes programas en marcha).

El monto del préstamo, como se indicó en la nota difundida por el Banco Mundial, es de 250 millones de dólares y serán distribuidos en los próximos tres años. A pesar de que el documento de información del proyecto no especifica los plazos en los que se darán los recursos -por cierto, a diferencia de la nota, en el documento se específica que serán 191 millones de dólares los que otorgará la institución crediticia-, se trata de cantidades que tienen un peso relativo.

Si consideramos que en el 2004 el gasto federal para ciencia y tecnología se estimó en 28 mil millones de pesos, la cifra de 250 millones de dólares (alrededor de 2 mil 745 millones de pesos) representa cerca de un 10 por ciento de esa cantidad y no sería un volumen importante. Todavía menos si, como se propone, el préstamo será repartido en tres años. Sin embargo, la cifra tiene otra proporción si se compara con el gasto que ejerce centralmente Conacyt, en ese caso el préstamo representa poco más de la mitad del presupuesto de Conacyt. (En el 2004 el Consejo ejerció un gasto de 5 mil millones de pesos, en cifras redondas).

Sin embargo, más importante que el volumen del préstamo es su propósito. Como se puede advertir, se trata de recursos claramente orientados a incentivar la capacidad de innovación de las empresas, que tienen identificados plenamente los componentes que apoyarán y la búsqueda de su articulación. Finalmente, el otro aspecto que conviene subrayar es el horizonte de los proyectos. Tanto el anterior proyecto, que comenzó antes de la actual administración, como el actual que se extenderá hasta la próxima década, no se plantean los plazos de los sexenios. En ese sentido, contrario a lo que se piensa de las políticas de corto plazo o los puntos de quiebre en las gestiones gubernamentales, constituyen proyectos que trascienden la temporalidad de una administración y establecen una continuidad en las líneas de acción.


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