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Los incentivos fiscales para ciencia y tecnología
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 127 [2005-05-05]
 

En el programa sectorial de la actual administración se planteó como meta elevar la inversión en ciencia y tecnología de las empresas. El propósito era, y sigue siendo, que el nivel de inversión de las empresas pasara de alrededor de un 23 por ciento del gasto nacional en ciencia que tenían en el año 2000, a cerca del 40 por ciento para el fin del sexenio. Es decir, incrementar en 17 puntos porcentuales su participación en el gasto científico en un lapso de cinco años. Un cambio notable.

Una de las estrategias para incrementar la participación de las empresas ha sido la utilización de los instrumentos fiscales a disposición del gobierno federal, como sería el régimen de exención e incentivo fiscal. El primero consiste básicamente en que el gobierno, como una gracia o prerrogativa, deja de cobrar el impuesto correspondiente a una persona o grupo de personas, por considerar que la actividad que realizan es de suma importancia o de gran beneficio para el país. El segundo se refiere más bien al tipo de medidas fiscales que fomentan la realización de cierto tipo de actividades, mediante la bonificación contra impuestos y entre ellos se pueden contar los pagos deducibles de impuesto o los créditos sobre impuesto.

Los estímulos fiscales han sido el principal instrumento para alentar la inversión de las empresas del sector productivo. No se trata de una estrategia novedosa, la utilizan la mayoría de naciones que buscan incentivar la participación de las empresas en el gasto científico nacional. De hecho, en México, antes de los cambios que introdujo la actual administración, la normatividad correspondiente preveía una deducción del ISR en el gasto destinado a capacitación y a investigación y desarrollo, lo mismo que un crédito fiscal de 20 por ciento para el mismo tipo actividades.

El problema era, en opinión de las autoridades actuales y de algunos empresarios, que los trámites para obtener los beneficios eran sumamente complicados -como suelen ser todas las gestiones con Hacienda-, de forma que los empresarios terminaban por desistir de su intento o simplemente ignoraban el incentivo a la vista de la ganancia que podrían obtener. Según la información que presentaron las autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para el año 2000, en ese año se ocupó menos del 2 por ciento del monto total destinado para incentivos fiscales (de 500 millones previstos solamente se aprovecharon 8 millones) y solamente participaron un par de grandes compañías.

La actual administración propuso revisar las reglas de operación para el otorgamiento del incentivo fiscal y aunque el monto de 500 millones para estímulos fiscales se conservó, cambiaron las reglas de operación y se creó un comité interinstitucional para la aplicación del incentivo (Cfr. DOF. 21/XII/2001).

El comité se integró con representantes del Conacyt y de tres secretarías (Hacienda, Economía y Educación Pública) y el primero quedó como responsable de la secretaría técnica del comité y por tanto de la primera dictaminación de las solicitudes de beneficio fiscal.

A diferencia del porcentaje que anteriormente se consideraba (20 por ciento), las nuevas reglas de operación para el 2001 ampliaron a 30 por ciento el beneficio fiscal (crédito fiscal), referido a los gastos e inversiones comprobables en proyectos de desarrollo de productos, materiales y procesos de producción, investigación y desarrollo de tecnología. Además, aunque se preveía que todos los solicitantes deberían estar inscritos en el Registro Nacional de Instituciones y Empresas Científicas y Tecnológicas (Reniecyt) y que las solicitudes deberían ingresar al Comité a más tardar el último día del año de cada ejercicio fiscal, por las fechas en que aparecieron publicadas las nuevas reglas, se hicieron las excepciones correspondientes en los artículos transitorios. (Cabe advertir que las nuevas reglas aparecieron a escasos dos meses de que se presentara el programa sectorial).

Según la información de Conacyt, el resultado fue que mientras en el año 2000 se canalizó menos del 2 por ciento de los 500 millones de recursos disponibles para incentivos fiscales, para el 2001 el porcentaje se elevó a 83 por ciento (415 millones). En el 2002, con nuevas reglas, el porcentaje se incremento a 99 por ciento (496 millones) y a partir del 2003 se anota que se aprovecha el total de recursos disponibles. La misma situación se repitió en el 2004, aunque para ese año el monto total disponible pasó de 500 a mil millones, esto es se duplicó el monto total para estímulos. Como se puede advertir, las cifras han sido crecientes y muy significativas.

Según la información de Conacyt, el resultado fue que mientras en el año 2000 se canalizó menos del 2 por ciento de los 500 millones de recursos disponibles para incentivos fiscales, para el 2001 el porcentaje se elevó a 83 por ciento (415 millones). En el 2002, con nuevas reglas, el porcentaje se incremento a 99 por ciento (496 millones) y a partir del 2003 se anota que se aprovecha el total de recursos disponibles. La misma situación se repitió en el 2004, aunque para ese año el monto total disponible pasó de 500 a mil millones, esto es se duplicó el monto total para estímulos. Como se puede advertir, las cifras han sido crecientes y muy significativas.

Finalmente, lo que cabría subrayar es que el esquema de financiamiento para la ciencia y la tecnología está cambiando (el 4to. Informe de gobierno indica que la participación de inversión privada se ha incrementado en 10 puntos porcentuales entre el 2000 y el 2004), lo que restaría por averiguar es si efectivamente se está alentando el sistema científico y la competitividad del país.


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