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La propuesta de recursos del gobierno federal
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 98 [2004-09-23]
 

La negociación y las posiciones están en marcha. La propuesta del Ejecutivo federal es que el gasto científico y tecnológico para el año próximo sea de 27 mil 603 millones de pesos. Ahora corresponde a los legisladores discutir y decidir en definitiva cuál será el monto que destinarán al área. Tiene poco más de tres meses para realizar su trabajo y aunque no solamente se ocupan del gasto educativo y científico, cabría esperar un mejor desempeño de los diputados. Veamos algunos rasgos del proyecto de gasto científico y de las condiciones en las cuales se desarrollará la actividad de los legisladores.

Efectivamente, como en diversos medios se ha destacado, la propuesta del gobierno federal incluye una disminución de los recursos para ciencia y tecnología. Pero lo relevante es precisar dónde disminuyen y dónde aumenta.

Cabe aclarar que el gasto público en esta materia tiene dos grandes componentes: el que ejerce centralmente el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (el ramo 38) y el que canalizan diferentes secretarías de Estado a actividades científicas y tecnológicas. Además, conviene recordar que el ramo 38 existe a partir del presupuesto del año pasado, anteriormente el gasto científico estaba sectorizado a Secretaría de Educación Pública.

Esta nueva situación es producto de las modificaciones normativas en ciencia y tecnología impulsadas en el año 2002 y con las cuales se buscó dar mayor independencia a Conacyt y un margen más amplio de maniobra en la distribución de los recursos.

Si comparamos el monto de gasto global autorizado para este año con el que se propone para el año próximo, resulta que aumenta en poco más de 770 millones de pesos. Esto es, pasaría de 26 mil 833 millones a 27 mil 603 millones de pesos; un incremento de tres por ciento en términos corrientes. Pero tal incremento es prácticamente nulificado si consideramos que la inflación se estima del orden de 3.8 por ciento.

La situación es distinta si ahora consideramos el presupuesto de Conacyt. El gasto autorizado para este año es de siete mil 706 millones de pesos, mientras que para el año próximo se propone que sea de seis mil 894 millones de pesos. Es decir, de aprobarse la propuesta enviada, tendría una disminución de 12 por ciento (812 millones de pesos menos) e, incluso, de poco más de 15 por ciento si le agregamos el efecto de la inflación.

El escenario es casi el mismo que el de la propuesta de hace un año: aumentan los recursos globales para ciencia y tecnología y disminuyen los de Conacyt. Vayamos por partes. El presupuesto de Conacyt incluye, entre otros aspectos, el costo del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el programa de becas y el presupuesto de los centros del Sistema de Centros Públicos Conacyt (anteriormente llamados Centros SEP-Conacyt).

En conjunto, esos tres rubros absorben tres cuartas partes del presupuesto del organismo. La parte restante es gasto de operación del propio Conacyt, fondos y otros programas.

El costo del SNI difícilmente se puede disminuir (este año para un total de 11 mil investigadores se estima un costo de un mil 154 millones de pesos) y, si como se planteó en el Programa Especial de Ciencia y Tecnología (PECYT), se quiere aumentar el número de investigadores menos se podrá reducir, pues implica un mayor presupuesto (ahora es claro que la meta de 25 mil investigadores al término de la administración, como se planteó en el PECYT, es imposible de alcanza).

El panorama cambia para el programa de becas y los Centros Públicos de Investigación. En los meses anteriores, los mismo directivos de Conacyt anunciaron que se otorgarán menos becas para el extranjero (pasarán de mil a 300) y los recursos, informaron, se canalizarían a estancias temporales en el extranjero. Así que esa partida disminuirá.

En el caso de los Centros Públicos de Investigación, los recursos para el año próximo, en comparación con el actual, consideran un ligero incremento para una docena de ellos. Las proporciones varían de unas décimas a dos puntos porcentuales (salvo el Inaoe que aumenta en nueve por ciento). Los trece centros restantes están más bien en una situación opuesta: una disminución que va de nueve por ciento a unas cuantas décimas. Aunque el efecto de la disminución puede ser mayor si se considera el efecto de la inflación.

Una posibilidad para que los Centros Públicos compensen la limitación de recursos federales es el incremento de sus ingresos propios. De hecho, ene l paso de 2003 a 2004 parece que así sucederá: un incremento de 22 por ciento, si es que se confirman las proyecciones de ingresos en esas entidades.

El punto es qué harán los legisladores. Están ante una propuesta en la cual el gasto global en ciencia y tecnología se incrementa y el que se ejerce centralmente disminuye, para unos rubros se limitan, para otros se conservan casi intactos y en otros se incrementan ligeramente. Además, qué puntos de referencia habrán de considerar: ¿el gasto de este año, reasignaciones a contrapelo de la política sectorial, las prioridades del PECYT, la presión de las múltiples voces, la tendencia inercial del gasto, una política de largo alcance o un efecto compensatorio? ¿O tal vez no harán prácticamente nada?

Por último, como lo han señalado varios analistas económicos, en realidad es poco lo que se puede reasignar en el presupuesto (menos de 10 por ciento del gasto total programable) y menos si se hacen al calor de las presiones y el desconcierto.


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