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En la flexibilización en la UNAM. Tolerancia, cautela y compromiso
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 98 [2004-09-23]
 

Con el fin de responde de mejor manera a las demandas de la llamada “sociedad del conocimiento” hace más de una década la UNAM anunció su voluntad de transformarse. Si por años esta institución ha ocupado el liderazgo nacional en la producción y distribución de conocimiento, no es de extrañar, entonces, que la sociedad mexicana le esté exigiendo asumir el papel protagónico que le corresponde en el desarrollo de nuevas competencias sociales y empresariales requeridas para dar soporte a la competitividad nacional.

Sin duda, hoy la UNAM no es la misma que hace diez años. Muchas de las concepciones, formas prácticas y significaciones universitarias han perdido vigencia y han sido sustituidas por otras, que se suponen pertinentes a los nuevos tiempos.

Con todo, todavía está pendiente que, como comunidad reflexiva que se dice ser, la universidad asuma el reto de producirse racionalmente a sí mimas, haciendo suya la responsabilidad de gestar nuevas formas de gobierno y organización institucional, que brinden soporte a una vida académica innovada.

Precisamente es la academia la llamada a abrirse para que pueda convertirse, así, en el principal nutriente de la nueva sociedad.

A la vista de la conveniencia de que el conocimiento producido y distribuido de la UNAM adquiera mayor pertinencia social, es urgente que, entre otras cosas, flexibilice su actual organización académica, dando paso a modelos de coordinación en red y a lógicas de comunicación intercultural, disciplinar, empresarial, institucional, regional, etcétera .

Advierto que si bien la flexibilidad de los modelos organizaciones es exigencia de la actuación en red, lo está siendo también del “nuevo capitalismo”, que está aprovechando la ocasión para ganar terreno en la contienda entre el capital y el trabajo.

De hecho, el nuevo capitalismo ha encontrado su fundamento no sólo en la introducción de nuevas tecnologías y formas toyotistas de organización en los espacios productivos, sino en transformaciones profundas en los mercados laborales en lo cuales la flexibilización ha generado amplios proceso de precarización del trabajo y pérdida de los beneficios de l seguridad social, sobre todo en países pobres como México.

Se ha anunciado la conformación de un claustro encargado de revisar, hacer propuestas, dialogar y transformar nuestro modelo de organización académica, plasmado en el Estatuto de personal Académico (EPA). Será bueno que no perdamos de vista que, en términos de organización, la flexibilización es una práctica que, sin duda, podría potenciar nuestras posibilidades académicas.

Pero en lo laboral será necesario que tengamos presentes, cuando menos, dos cosas:

1) El cabal cumplimiento de las funciones del personal académico no puede realizarse si no es en un entorno de confianza y certidumbre laboral; 2) la flexibilización del trabajo en México ha constituido un tema álgido de disputa que ha causado grandes enfrentamientos con los sindicatos.

La conveniencia de recordar este último punto encuentra razón en el aprendizaje histórico derivado de la dolorosa experiencia de 1999, a partir de la iniciativa de alza de las cuotas estudiantiles en la UNAM.

Estando el país en un clima político revuelto, pudiera ser que los grupos que hoy se encuentran en contienda aprovechen la ocasión para “mover las aguas” en nuestra institución.

Así, una acción de gran pertinencia, como poner al día el modelo institucional del trabajo académico, podría volverse funcional para aquellos que quieren debilitar nuestra casa de estudios.

Hoy la historia de la UNAM ha llegado aun punto crucial en el cual los académicos ya no podemos eludir la responsabilidad de adecuar nuestra organización del trabajo a las exigencias de la sociedad emergente.

Sin embargo, tenemos que actuar con conciencia histórica y cautela, tomando las medidas necesarias para asegurar que este proceso se rija enteramente por los valores de nuestra institución y por los de una academia renovada. Habrá que evitar, a toda costa, que a nuestro proceso acudan fuerzas externas que traten de callar la voz de nuestro espíritu universitario y entorpecer nuestra capacidad de construir un destino propio.

El momento es propicio para que los académicos de la UNAM demos ejemplo de flexibilidad, abriendo aún más la academia a la reflexión crítica y a la adopción de nuevos esquemas de operación.

Sin embargo, para que nuestra apertura tenga un buen fin, debemos pedir a la sociedad y a sus actores respeto absoluto a nuestra autonomía y apoyo para que el proceso que nos toca emprender suceda dentro de los cauces de la participación razonada y democrática y de los acuerdos e intereses académicos e institucionales.

A todos desde quedar claro que siendo la UNAM un importante bastión nacional del conocimiento debilitarla conviene sólo a intereses particulares, ajenos a la institución. En cambio, fortalecerla resulta necesario, si lo que se quiere realmente es poner los beneficios del conocimiento al servicio de las necesidades y aspiraciones de los mexicanos, contribuyendo al mismo tiempo a impulsar la competitividad general del todo el país.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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