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La tendencia de las patentes
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 78 [2004-04-29]
 

Uno de los indicadores más sobre salientes para identificar la productividad del sistema científico y tecnológico es la tendencia en el registro de patentes. Este registro también permite apreciar la capacidad de innovación tecnológica y el dinamismo de una economía. En el caso de México, desafortunadamente, los resultados hasta ahora son poco alentadores.

Una patente es un documento que ampara el derecho a explotar (fabricar, utilizar, vender o importar) una invención por tiempo limitado y en el cual se especifican las característica de tal invención. Por supuesto, entre las más relevantes es que debe ser claramente novedosa, no obvia y efectivamente útil para solucionar un problema técnico.

En México, el otorgamiento de patentes primero estuvo bajo la responsabilidad de una secretaría de Estado (la desaparecida Secretaría de Comercio Y Fomento Industrial) y después del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial), un organismo público descentralizado creado hace apenas una década y que actualmente funge como apoyo técnico y profesional de la Secretaría de Economía (www.impi.gob.mx).

El IMPI solamente se encarga de la protección de las invenciones de aplicación industrial, así como de las marcas para distinguir productos o servicios en el mercado pero no de la propiedad autoral. Esta última se refiere a la protección de los derechos de autor (obras musicales, literarias, artísticas o audiovisuales) y es la Secretaría de Educación, a través del Instituto Nacional del Derecho de Autor, lo que se encarga de normar y administrar ese sistema.

Una patente otorgada es válida solamente en el país que la otorga, pero también se puede solicitar protección por patente en múltiples países a través de una solicitud de patente internacional. Esto debido al Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT, por sus siglas en inglés) concertado en 1970 y modificado en repetidas ocasiones, la más reciente en 2001. El número de Estados firmantes del Tratado llegaba a 123 hasta el pasado mes de enero; México se sumó al tratado en 1995.

Según los datos del IMPI, en 1990 se solicitaron en México 5 mil 61 patentes, de las cuales 661 (13 por ciento) fueron solicitadas por mexicanos y las restantes 4 mil 400 por personas de otras nacionalidades, particularmente de Estados Unidos con 2 mil 824 (56 por ciento).

En ese mismo año, fueron concedidas mil 619 patentes, de las cuales solamente 132 fueron para mexicanos. Cabe advertir que contrastar el número de patentes solicitadas y otorgadas para un mismo año no equivale necesariamente a rechazos del IMPI, pues al parecer la autorización puede llevarse tiempo, algunos dictámenes quedan pendientes y también varios solicitantes abandonas los trámites.

Los datos del mismo organismo muestran que para el año 2000, una década después, el número de solicitudes de patentes se había elevado a 13 mil 61, pero las de origen nacional habían disminuido a 431 (tres por ciento), mientras que las de extranjeros casi se había triplicado respecto de las cifras de 1990. Las patentes concedidas también se incrementaron, sumaron 5 mil 519, de las cuales 118 eran nacionales (menos que una década antes) y las restantes de extranjeros.

Es decir, a lo largo de los años noventa se incrementaron tanto las solicitudes como las patentes concedidas en México –aunque la línea base es muy baja y las cifras son sumamente modestas si las comparamos con los cientos de miles de patentes anuales que se registran en Estados Unidos, Japón o la Unión Europea-, pero las que corresponden a los nacionales disminuyeron. Las cifras para los últimos tres años, los que se refieren al ejercicio de la actual administración, tampoco parecen mejorar la situación.

Los datos del IMPI muestran que las solicitudes para 2003 disminuyeron respecto de 2000, pasaron de 13 mil 61 a 12 mil 207, aunque aumentaron ligeramente los solicitantes nacionales, de 431 a 468. Por su parte, las patentes concedidas se incrementaron a 6 mil 8, casi quinientas más que en 2000, pero a las nacionales solamente se agregaron tres más (pasaron de 118 a 121).

Aunque se trata de cifras acumuladas, los datos muestran una escasa productividad y también una baja capacidad de innovación tecnológica. Conacyt señala que uno de los factores responsables es la “ausencia de una cultura de propiedad industrial” que ha sido desventajoso para el sistema de investigación.

De hecho, este organismo está impulsando recientemente el programa denominado “Avance” que intenta promover la comercialización de los proyectos tecnológicos –del cual ya nos ocuparemos. Sin embargo, también es claro que no de los motivos principales es la fragilidad del sistema científico y tecnológico. Como señala un estudio reciente de la OCDE, la innovación ha estado impulsada en las últimas décadas por las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (entre ellas la industrial del software), así como por la biotecnología. Pero uno delos cambios más notables es que la innovación ahora parece depender más de redes globales de intercambio y menos de las firmas individuales.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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