En la sociedad de hoy la información constituye un bien estratégico. Entre las funciones que cumple están: propiciar el conocimiento; proporcionar a quien toma decisiones la materia prima para el desarrollo de soluciones y la elección; y brindar insumos para fines de evaluación. En estas funciones se encuentran conceptos (conocimiento, decisión, elección, evaluación) importantes en el marco de la llamada sociedad del riesgo, en donde las seguridades de antaño se han esfumado y continuamente nos vemos expuestos a tomar la decisión equivocada. Contar con información pertinente no desaparece el riesgo pero diminuye la incertidumbre, pues la probabilidad de equivocarse es menor.
Una decisión que muchos jóvenes mexicanos deben enfrentar cuando terminan la educación media superior es dónde estudiar la licenciatura. Los que pueden pagar colegiaturas, ya sea porque sus familias tienen recursos o porque tienen becas, tienen la opción de asistir a instituciones privadas de educación superior.
Lo que conviene a los jóvenes es obtener información acerca de la educación que ofrecen los establecimientos públicos y privados que imparten la o las carreras que les interesa cursar. Seguramente, los datos que obtendrán mostrará que "lo público" y "lo privado" no son bloques, sino que al interior de estos dos sectores hay distintas calidades: en ambos lados existe la excelencia y también aberraciones.
Pero en el México de hoy corre el rumor de que, en general, la educación superior que ofrecen las universidades públicas no es de calidad y que resulta mejor estudiar en establecimientos privados. Sin negar que es cierto que la educación pública debe llevar a cabo cambios para asegurar su calidad, los rumores están lejos de estar basados en información, y mucho menos en conocimiento, porque hasta ahora no se ha desarrollado un sistema de indicadores que permita sacar tales conclusiones. Conviene saber, sin embargo, que sí existe información que demuestra que, en términos generales, y tomando como criterio de calidad la opinión de los alumnos, las instituciones de educación pública están mejor evaluadas que las privadas.
Al pedir a los jóvenes mexicanos que estudian una licenciatura, que calificaran (en una escala del 0 al 10, donde el 0 es muy mal y 10 es muy bueno) diferentes aspectos de la escuela donde estudian resultó que, en promedio, las instituciones públicas obtuvieron una calificación más alta que las privadas. De hecho, en todos los rubros, excepto en el correspondiente a "utilidad de lo que te enseñan", los promedios de las instituciones privadas fueron más bajos, aunque las diferencias en algunos rubros son reducidas. Cabe mencionar que, en ambos casos, las varianzas resultaron pequeñas.
Hasta ahora, en México, es escasa la información confiable y oportuna a la que pueden tener acceso los jóvenes en el momento de elegir una institución donde estudiar licenciatura. Y, como actualmente el mercado pretende ser el contexto en el que se toman las decisiones, muchas universidades privadas hacen lo imposible por atraer a los alumnos que pueden pagar cuotas. El reciente comportamiento de las matrículas muestra que, hasta cierto punto, lo han logrado. Por su parte, la universidad pública no compite por alumnos, porque sus compromisos de competitividad y calidad son con la sociedad y no solamente con grupos.
Hoy se ha vuelto imprescindible generar y difundir información confiable y accesible sobre el quehacer de las universidades públicas. Los jóvenes mexicanos, de todos los niveles económicos, merecen tener la certeza de que la educación que reciben es de calidad. ¡Felicidades a la UNAM por haber mostrado que las universidades públicas mexicanas han tomado en serio los compromisos que le deben a la sociedad y, particularmente a los jóvenes! La información publicada en "The Times Higher Education Supplement" avala las felicitaciones.
