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La UNAM en la mira
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 72 [2004-03-11]
 

La semana pasada varias notas periodísticas sobre la UNAM colocaron a la institución en el ojo de la opinión pública. Aunque es probable que varias de las críticas a la universidad nacional tengan relación con los eventos políticos de la coyuntura, algunos ángulos del debate ameritan reflexión desde la perspectiva de sus posibles implicaciones para el futuro académico de la institución. Tal es el caso de las recientes declaraciones del secretario técnico del Consejo de Planeación de la UNAM, licenciado Armando Labra, publicadas en el diario La Jornada el pasado 23 de febrero a propósito de la próxima publicación –al parecer en mayo- del plan de desarrollo institucional para el segundo período del rector De la Fuente.

Según la nota de Karina Avilés, el funcionario universitario, luego de enfatizar que el eje del plan de desarrollo por anunciarse radica en “la vocación social de la Universidad”, habría añadido “ese es el punto importante que se distancia de planes anteriores, que estaban más asociados a una visión que buscaba conducir a la universidad en un sentido predominantemente académico o de excelencia académica, sin ponderar sustantivamente el compromiso social de la UNAM." Varios lectores suspicaces nos quedamos con la impresión de que tal afirmación contraponía “excelencia académica” y “compromiso social.” La primera habría sido la preocupación central de rectorías anteriores mientras que, el segundo, definiría la orientación de la actual.

Varios editorialistas, entre ellos Jaime Sánchez Susarrey de Reforma (28 de febrero) y Manuel Gil Antón de Crónica (9 de marzo), cuestionaron con distintos argumentos la posición expresada por el coordinador del área de planeación de la UNAM. Posteriormente, el economista Labra, haciendo frente a las críticas de Sánchez Susarrey, aclaró su postura: “Nadie ha argumentado en contra de la excelencia académica versus el compromiso social de la universidad pública. Al contrario, toda universidad está obligada a avanzar hacia la excelencia académica y, en el caso de instituciones públicas como la UNAM, es además obligatorio el vínculo social” (La Jornada, 8 de marzo 2004).

Despejado el punto, aunque es previsible que la polémica continúe, queda por resolver la forma específica mediante la cual la rectoría universitaria se propone enfrentar el doble desafío de acercar las funciones institucionales a las necesidades de la sociedad en su conjunto, y simultáneamente promover la excelencia académica en las tareas de formación, investigación y difusión que se realizan. Algo así como excelencia académica con sentido social.

La combinación entre los elementos en juego no es trivial y da lugar a diferentes fórmulas de desarrollo académico. Una, por ejemplo, entiende que el mejor servicio que puede brindar la universidad a la sociedad es desarrollar sus funciones con un alto nivel de exigencia académica, para que los egresados cuenten con las mejores armas a la hora de enfrentar las exigencias del sector laboral al que decidan incorporarse, y para que la investigación universitaria, por su trascendencia académica, cumpla un papel relevante en el desarrollo del país. En esta opción, la calidad es un valor en sí mismo, porque parte del supuesto de que la sociedad tiene la capacidad de hacer uso de ella para sus propios fines.

Otra posibilidad parte del diseño de vínculos más estrechos entre las necesidades de la sociedad y la oferta universitaria en materia de formación, investigación y difusión. Reconocer tales necesidades, establecer posibles respuestas y articular programas pertinentes serían tareas necesarias para cubrir el propósito de aproximación. En este caso, la calidad está al servicio de la pertinencia social y supone que la institución tiene o puede desarrollar capacidades de intervención (reales y simbólicas) para identificar, organizar y resolver las necesidades sociales.

Son perspectivas diferentes y habrá que ver, a la luz del esperado plan de desarrollo institucional, por cual solución se inclina el cuerpo directivo universitario. El programa de trabajo propuesto por el rector De la Fuente a la Junta de Gobierno para su segundo período da algún indicio al incluir puntos que implican la reforma académica de la institución (actualizar las licenciaturas, ampliar la matrícula de postgrado, fortalecer los programas de apoyo a la docencia e investigación e incorporar nuevas tecnologías para la enseñanza continua y a distancia); se anticipan cambios administrativos y de gobierno (ampliar la participación de la comunidad en los cuerpos colegiados, impulsar la descentralización académica y administrativa, revisar el marco jurídico institucional y reforzar la seguridad en las instalaciones) y, además, se anuncia la ampliación del programa de becas a estudiantes.

Lo que falta por aclarar, son los cómos de la propuesta, Esperamos encontrar en el plan de desarrollo respuesta a las preguntas ¿a través de qué medios renovará la universidad nacional su compromiso histórico con la nación? ¿qué combinación concreta se buscará desarrollar para cumplir a la vez propósitos de excelencia académica y de pertinencia social?


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