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El drama económico de las universidades argentinas
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 29, pp.8 [2003-04-24]
 

En la entrega anterior afirmamos que las universidades argentinas atraviesan por una grave crisis financiera desde hace más de una década. En ese sentido, apuntábamos que Argentina constituye un doloroso ejemplo de que, a pesar de haber tragado la amarga medicina recetada por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), sus graves problemas sociales se agravaron hasta llegar casi al colapso del sistema político y económico.

Recientemente leímos que las más de 35 universidades públicas realizaron una jornada de protesta en contra del recorte presupuestario decretado por la administración del presidente argentino Eduardo Duhalde, y en reclamo de una deuda superior a los 400 millones de pesos (alrededor de 114 millones de dólares) que el Estado les debe por gastos de operación y por partidas ejercidas y no ejercidas en 2001 y 2002.

Lo anterior se deriva de que, para compensar en parte la devaluación y la inflación, el presupuesto nacional se incrementó en 2003 en 54 por ciento. El de las universidades nacionales, sin embargo, lo hizo sólo en 11 por ciento. No obstante, y de manera inexplicable, el Poder Ejecutivo recortó el presupuesto asignado, mediante decreto, reduciendo el aumento a un escaso ocho por ciento. Según los rectores de las universidades afectadas, dicha situación las pone al borde del cierre definitivo.

La situación que vive actualmente la Universidad de Buenos Aires (UBA), una de las instituciones de mayor tamaño en la región, ilustra de manera dramática la gravísima crisis por la cual pasan las universidades del país conosureño. En una comparación con países como Brasil y México se observa que mientras que el Estado argentino destina a la UBA, con más de 300 mil estudiantes, 100 millones de dólares, la Universidad de Sao Paulo, con 70 mil estudiantes, recibe 440 millones. Asimismo, el presupuesto de todas las universidades argentinas, con más de un millón de estudiantes, es de 652 millones de dólares, apenas 32 por ciento superior al de esa universidad brasileña. La UNAM, con 260 mil estudiantes, recibió en el año 2002 alrededor de mil 400 millones de dólares, 14 veces más que la UBA y más del doble que las 37 universidades nacionales argentinas.

El rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, ha subrayado que dicha universidad se mantiene con el subsidio que realiza su personal académico. De los cerca de 18 mil 500 profesores y otro tipo de docentes con que cuenta la UBA, 8 mil 661 (41 por ciento) perciben menos de 200 pesos (alrededor de 57 dólares) por mes y 10 mil 741 (67 por ciento) menos de 300 pesos (cerca de 85 dólares).

Además, es un hecho realmente inusitado en el panorama universitario internacional, otros 14 mil 826 docentes honorarios trabajan sin percibir remuneración alguna. Las cifras que ilustran la dramática situación por la cual pasan las universidades públicas argentinas hacen casi imposible prever un escenario optimista, al menos en el corto plazo. Son más bien un doloroso indicador de que su capacidad institucional está llegando al límite.


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