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Una chispa puede encender el fuego
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 417 [2011-06-02]
 

Es posible que la crisis financiera de periodo 2008-2010 haya marcado el fin de un ciclo en el que el mercado definió la vida económica, social y política en muchos países. El predominio del mercado significó la privatización de grandes e importantes segmentos de la economía, el establecimiento de un régimen laboral flexible fundado en leyes que precarizaron el trabajo, que redujeron las garantías en materia de despido y que estimularon el aumento de contratos de trabajo a tiempo parcial, contratos aceptados por las condiciones de desempleo y por la pérdida de capacidades de negociación de los sindicatos.

Ante esta crisis y sus efectos, el Estado siguió una estrategia consistente en recortes al presupuesto en materia social, austeridad y recargar, en lo posible, los costos de la crisis en los sectores mayoritarios de la sociedad. El Estado quedó vulnerable ante los embates del sector financiero, ante los grandes intereses económicos, y esa vulnerabilidad terminó por cuajar algo que ya se sentía: el descrédito a los bancos, los partidos políticos y los gobernantes.

La línea de los gobiernos en materia de educación superior, que se manifestaba también desde tiempo atrás, se agudizó por la crisis mediante el intento o la puesta en marcha de reformas “a la boloñesa”. Alzas en los costos de inscripción y en las colegiaturas, reducción del número y la cuantía de las becas —lo cual afecta más a las familias pobres—, menos presupuesto para investigación, disminución en el número de clases para racionalizar el gasto institucional, despido de profesores. En suma, privatización de la universidad, pérdida del espacio público, mercantilización de la vida cotidiana, merma de la autonomía. Y, por si faltara algo, tasas de desempleo entre los jóvenes muy elevadas.

Haber estudiado en la universidad ya no es suficiente en el mercado laboral. Los egresados de las universidades están ganando sueldos magros, los estudiantes que pueden alargan el tiempo de sus becas, se quedan en casa de sus padres, cuyo nivel de vida, estiman, será más alto del que puedan lograr en esta generación.

A todo lo anterior se presentaron resistencias en Europa y en otras partes del mundo. En 2009, en Hamburgo, Berlín y Stuttgart, más de 250 mil estudiantes, profesores y jóvenes participaron en una huelga educativa de carácter nacional en contra de los recortes. En los dos años pasados se han producido, también, manifestaciones en Roma, Palermo, Milán, Londres, París, Atenas, Viena, Dublín, Lisboa, Madrid y Varsovia. También en Quebec, California y Puerto Rico. La protesta estudiantil se ha dejado sentir. Hay varias organizaciones, como el International Student Movement, formadas por activistas que luchan contra la comercialización y la privatización de la educación, impulsadas por la competencia global. Se oponen llamando a la acción unificada de fuerzas en el ámbito mundial. Para tal propósito, se apoyan en las redes sociales y, en Europa, se mueven estudiantes de un lado a otro o bien se manifiestan al mismo tiempo en decenas de ciudades. ¡No están solos!

En el escenario de movilizaciones y crítica, la clase política gobernante ha reaccionado mediante la estigmatización y hasta reprimiendo la lucha social. En diciembre de 2010, las movilizaciones en Italia llevaban varios meses, y en Roma hubo enfrentamientos muy graves entre estudiantes y policías, lo mismo que en Quebec.

En ese mismo mes, en Londres hubo demostraciones estudiantiles en contra del aumento de colegiaturas. ¡We wont pay your crisis! Varias universidades fueron ocupadas por los estudiantes. En California, específicamente, se dijo que los estudiantes ingleses son una gran inspiración para que nosotros los estudiantes y los jóvenes trabajadores de Norteamérica luchemos contra el alza de las cuotas escolares en las universidades y los recortes presupuestales a la educación pública.

En el otoño de 2010 se vivió en Europa un movimiento estudiantil heterogéneo, una lucha en la que han confluido distintas luchas, con su propia historicidad, pero con la claridad de que las movilizaciones estudiantiles pueden tener la capacidad de activar la lucha en otros sectores. En un cartelón se leía: “vamos a volar como mariposas y picar como abejas”.

Lo reseñado forma parte de los antecedentes del movimiento 15-M. A diferencia del movimiento italiano que, además de las demandas educativas, pedía la caída del gobierno, en la España de estos días las protestas han sido por un cambio político y social, hechas de una manera pacífica, en rechazo al modelo neoliberal. ¡Qué se vayan todos!, partidos y clase política, porque no han podido arreglar la economía y porque han incumplido con sus ofertas. Estamos indignados. Las demandas estudiantiles son por una agenda política que incluya empleo, salud, cultura, educación pública, un nuevo modelo de desarrollo, pues el que tenemos nos ha empobrecido y no nos gusta.

El movimiento de los indignados en España ha tomado como referencia el texto de Stéphane Hessel (un hombre de 93 años), que en este momento ha vendido casi dos millones de ejemplares. El autor de Indignaos sostiene que la naturaleza del sistema económico es la causa de la crisis, que es una amenaza para la paz y la democracia y que quienes gobiernan, como nunca, sirven a los barones del dinero. Denuncia la desigualdad y pide que se luche para que el interés general prive sobre los intereses particulares. Demanda no transigir en nuestros derechos y llama a la insurrección pacífica.

Los movimientos estudiantiles en Europa llevan tiempo y muestran amplitud de miras; buscan confluir con demandas de otros grupos sociales. Aquí, en nuestro país, el Movimiento por la Paz tiene demandas que atienden a las dificultades laborales de los jóvenes, que no encuentran trabajo, y por la perfección de la democracia. Dos banderas que los estudiantes pueden asumir fácilmente para pedir un nuevo proyecto nacional. El ejemplo europeo se irradia a gran velocidad. Como bien señaló el doctor José Narro, rector de la UNAM, lo que viven los jóvenes europeos es un problema compartido. Aquí van a ser convocados. No tarda. Llegamos en punto de la hora.


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