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Deuda histórica con los jóvenes en Brasil y América Latina
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 201, pp.5 [2006-11-16]
 

Acaban de aparecer los datos más recientes de un estudio realizado por la economista Sonia Rocha, del Instituto de Estudios del Trabajo y la Sociedad (IETS), a partir de la Encuesta Nacional de Hogares llevada a cabo por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El resumen de dicho estudio fue publicado el pasado 12 de noviembre en el diario Folha de São Paulo, y uno de sus aspectos más reveladores consiste en que el 37 por ciento de los jóvenes brasileños de 15 a 25 años no termina siquiera el ciclo de educación básica. Esto significa, entre otras cosas, que dichos jóvenes entran al mercado de trabajo con una escolarización muy precario, lo cual también constituye un obstáculo para el desarrollo general del país.

En lo que se refiere a la educación superior, el análisis del grupo de edad de 25 a 29 años muestra que apenas el ocho por ciento ha concluido dicho nivel, y el nueve por ciento al menos estudian o estudiaron en alguna institución de enseñanza universitaria (IES). Suponiendo que todos los que continúan estudiando o al menos ya asistieron a alguna IES, consiguieran graduarse, proyectaría para el futuro una tasa del 17 por ciento de la población con educación superior. Esto apenas colocaría a Brasil en un nivel similar al de México, que tiene el 16.4 por ciento de ese indicador. Lo que preocupa a los analistas brasileños es que la generación de 25 a 29 años fue una de las primeras en beneficiarse de la fuerte expansión de la enseñanza superior de la nación sudamericana: entre 1995 y 2005 el número de estudiantes de nivel universitario creció 175 por ciento, al pasar de 1.8 millones a 4.9 millones. En otras palabras, fue una expansión significativa, pero insuficiente.

Si se compara el porcentaje promedio de adultos de 25 a 64 años de edad, con nivel superior en los países que integran la OCDE, se encuentra que es de 24.1 por ciento. En Corea del Sur, país considerado como ejemplo de avance educativo, dicho indicador asciende al 29.5 por ciento. El de Brasil es de ocho por ciento y el de Chile llega al 13 por ciento. De acuerdo con estadísticas de la UNESCO que comparan la cohorte de 25 a 34 años en 11 países en desarrollo entre 1995 y 2002, se observa que el aumento en Brasil fue mayor que el correspondiente a Perú, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, en dicho periodo la variación fue apenas del seis al siete por ciento, mientras que en Malasia pasó del ocho al 16 por ciento y en Tailandia creció del 10 al 16 por ciento.

El presidente del Consejo Nacional de Educación de Brasil, Edson Nunes, reconoce que el crecimiento de la educación superior en su país no ha sido enfocado a las áreas de alta tecnología -como ocurrió con Corea del Sur, Irlanda y China. No obstante, subraya que, dicho nivel educativo no puede dejar de crecer, así sea de forma errada, puesto que el número de personas en alguna institución de enseñanza universitaria dentro de la población brasileña es demasiado bajo, en una sociedad que es básicamente joven. Para reforzar ese propósito, algunos empresarios señalan que la mejoría en la calificación de la mano de obra brasileña es urgente para atraer mayor inversiones. El profesor André Urani, de la Universidad Federal de Río de Janeiro señala que, el aumento de la escolaridad en la población brasileña es importante, pero no suficiente, dado que se observa una alta concentración de profesionales en las zonas urbanas más grandes del país (São Paulo, Río de Janeiro y Brasilia), en tanto que hay escasez de los mismos en otras regiones de Brasil.

Como puede verse en estas cifras y aspectos de la educación brasileña, el país presenta todavía un problema estructural de baja escolaridad y de inserción en el mercado laboral de sus jóvenes. Pese a los enormes esfuerzos de gobiernos, organizaciones, familias e individuos, en los países latinoamericanos la asistencia a una institución universitaria es todavía privilegio de unos cuantos. Brasil, al igual que otros países de la región, incluido nuestro México, sigue teniendo esa deuda que provoca, entre otros efectos violencia y emigración hacia otros países en busca de mayores oportunidades. Por otro lado, la mayor parte de las naciones en el mundo entero ha expresado su rechazo a la medida aprobada por el congreso norteamericano de establecer una valla ("el muro de la infamia", lo hemos llamado muchos) a lo largo de una parte importante de la frontera que divide a México con Estados Unidos. El intento por separar los pobres de los ricos es, en esta hora, un recordatorio doloroso de que los países involucrados en la migración de su fuerza laboral, han sido incapaces de crear las oportunidades de trabajo que la población está requiriendo. En ese sentido, la deuda sigue sin ser pagada.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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