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En su perspectiva histórica. Espacio y tiempo de la universidad
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 105 [2004-11-11]
 

Estamos atestiguando una creciente fragilidad de las instituciones. La debilidad institucional, por la violación a las reglas del juego, se asocia al miedo y la inseguridad de la ciudadanía alimentados por una contienda política bastante ruda. Por ahora, la confrontación de ideologías y proyectos ha subido de tono. Se está llegando al límite de las resistencias del sistema y se ha abierto la posibilidad de retrocesos indeseables arriesgándose logros que han costado muchos esfuerzos a los mexicanos como, por ejemplo, las instituciones de educación superior de carácter público.

La universidad no escapa de la tendencia al debilitamiento, obligada por las medidas oficiales aplicadas en el campo educativo que han roto las identidades y las afinidades de los académicos con su espacio institucional, que enfatizan la productividad, la eficiencia y la pertinencia de los resultados.

El gobierno quiere que se haga más con menos recursos económicos, lo cual tensa y deteriora a las instituciones universitarias que no pueden cumplir plenamente con sus actividades centrales y con los compromisos contingentes de años. Ante esta situación debemos defendernos para obtener los recursos que resuelvan problemas añejos y nuevos. Pero también necesitamos lanzar ideas que hagan referencia a la universidad que queremos y necesitamos.

El momento, a pesar de los trastornos, es propicio para explorar y reflexionar sobre lo que nos pasa y cómo desarrollar procesos, acciones y actos a partir de concepciones que sirvan para el cambio de la universidad.

Entienda el lector que se trata de primera aproximaciones al tema, que pueden ser discutibles. Pero también pueden servir para animar a mis colegas a continuar abonando al discurso acerca de qué es la universidad venidera con perspectivas y visiones de futuro.

En esta entrega presento algunas tesis generales que creo deben ser consideradas para pensar y debatir cómo mover y fortalecer a nuestras instituciones.

Estimo importante discutir sobre el espacio (la forma institucional) y el tiempo (la trayectoria a seguir) de la universidad. Porque es la perspectiva histórica de una institución que intente renovarse la que brinda identidad y condiciones de sobrevivencia a las actividades universitarias. Elementos que son indispensables para involucrarse en la reconstrucción del espacio institucional y sortear las presiones de un capitalismo académico local que amenaza con llevar a la universidad hacia la “penumbra”.

El deterioro social del país, los desfiguros políticos que hacen perder el rumbo, el debilitamiento de las instituciones públicas, así como las implicaciones de la sociedad de la información en el campo educativo, plantean desafíos sustanciales a la permanencia de la forma institucional en la que se asientan las universidades hasta ahora.

El lugar donde se produce el conocimiento, en el caso de México, se concentra en las universidades públicas. Dada la escasez de recursos y las debilidades económicas y políticas que tienen corren el riesgo de orientar la actividad científica con predominio exclusivo de los requerimientos del mercado.

Han recibido, paralelamente, impulsos para que la inversión en ciencia sirva preferentemente al desarrollo tecnológico, mejorar el desempeño de la economía y asociarse con el mundo de los negocios.

Esta visión busca que las formas institucionales se vuelquen a producir un conocimiento que se económicamente rentable y encerrar a la universidad en la lógica de operar por demanda.

En esa medida, se trata de una visión que limita las potencialidades de producirlo para otros fines sociales. Y tiene serias repercusiones en las prácticas pedagógicas y en la cultura.

La universidad debe estar alerta de las decisiones políticas que implican control de los procesos productivos del conocimiento y una apropiación de sus resultados en beneficio de quienes ya han sido beneficiados.

También, se precisa estar ateta y observar sin descanso lo emergente (Dahrendorf) con el fin de determinar las rutas que le permitan avanzar en provecho de toda la sociedad. La universidad necesita tener suficiente capacidad intelectual y moral para elegir entre opciones que se juegan en el terreno de la ética y los valores.

Frente a lo que experimentan las universidades públicas se requieren interpretaciones y análisis críticos que intenten construir un orden institucional que sea abierto a la sociedad.

Un lugar de encuentro, diría Touraine, que atienda a la formación de personas capacitadas para enfrentar los retos sociales, que produce y gestiona conocimiento que sirve para mejorar la condición social de las personas. Espacio desde el cual se buscan y establecen alianzas con distintos grupos y sectores de la sociedad (incluidos el gobierno y los empresarios) para diseminar los productos de la academia, con lo cual adquiere fuerza intelectual y prestigio institucional.

En lo que viene es fundamental ver a la ciencia en un vínculo indisoluble con la universidad. El reto principal consiste en cómo organizar y utilizar la producción del conocimiento en la academia.

La idea de universidad tiene sentido a la luz de la naturaleza del conocimiento, sus modos de producción y transmisión, la gestión y el manejo organizado de sus flujos, su transferencia y aplicación, no sólo para el desarrollo tecnológico, como se pretende ahora, sino para restaurar a las comunidades, elevar la calidad de vida, contribuir a la toma de decisiones en la administración pública y consolidar un régimen democrático.

Los arreglos institucionales necesitan cambiar para que la universidad futura otorgue una buena educación a sus alumnos y realice investigación estratégica, proyectos de largo alcance que sean prioritarios para su entorno.

Adquirir fuerza para conceder con las presiones políticas y del mercado y agilidad para distribuir conocimiento socialmente significativo. Contar con una estructura que posibilite el trabajo en redes y la haga competitiva nacional e internacionalmente.

Se trata de crear una forma institucional que pueda adaptarse cada vez a una sociedad crecientemente compleja por el surgimiento de situaciones problemáticas e impredecibles que van a demandar a la universidad que exista correspondencia entre la educación, una mayor oferta de conocimientos y la creación cultural.

Nuestro país necesita con urgencia una universidad pública que pueda cumplir cabalmente todas sus funciones con más rigor académico y ligada estrechamente a la sociedad.

La situación económica y política por la cual atraviesa, con márgenes que limitan su desempeño, puede y debe ser transformada. Para tal propósito nos hacen mucha falta, en verdad, reflexiones y esbozos que señalen hacia dónde dirigir la trayectoria de una institución que tiene profundas raíces en México.


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